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“El Porfiriato: Génesis de La Identidad Mexicana; Revolución: El Porfiriato Llevado Al Discurso Demagógico”

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Ensayo final de Historia y Cultura Mexicana:

“El Porfiriato: Génesis de la Identidad Mexicana; Revolución: El Porfiriato Llevado al Discurso Demagógico”

Profesor: Pablo Whipple
Alumno: Gastón Dubournais Flaño

Introducción:
Al hablar de la identidad mexicana Octavio Paz habla de los mexicanos, mira la identidad nacional desde el denominador común de la identidad individual mexicana: la soledad.
Sin duda el análisis de Paz es revelador y tremendamente útil para un curso que busca definir la mexicanidad, este texto ha sido el apoyo para construir mí ensayo pero me alejo de la visión del autor en algo fundamental, no me parece necesario partir del mexicano para construir la mexicanidad, no me parece que obste a la mexicanidad el que los factores mexicanizantes no les competan a todos y si bien la identidad implica la competencia a todos, su base, su punto de partida, no es aquel, es el conocimiento mutuo que es capaz de ir generando mestizaje.
En una familia puede haber dos papás dos hermanas y un hermano, madre artista padre ingeniero, hermana mayor diseñadora, la menor abogada, y el del medio historiador, puede que ellos tengan poco en común más allá del apellido y la sangre, e incluso sin ella, y aun así reconocerse como familia, no por la falta de factores comunes se pierde la capacidad de identificar a un grupo, siempre que haya al menos uno, aun débil, que los englobe la palabra familia, pueblo o México es suficiente. Sin embargo hay algo indudable a más puntos en común mas solida es la unión, mas identificable es la familia, pero no son necesarios y ni siquiera son lo primordial, lo primordial es el conocimiento del otro, el conocer los límites de la familia, tal como la persona reconoce sus límites físicos desde la niñez y sus límites sociales desde la adolescencia, reconocernos como familia y conocer los componentes de ella, sin tener que ser esos componentes porque esos componentes son únicos, son identitarimente irrepetibles y diversos. Sin duda el sentimiento de soledad, la exageración de las formas y la protección de la intimidad, la prohibición del “rajarse”, fortalecen la identidad de los mexicanos al darles un sentimiento común, pero la sola palabra México es capaz de ser llevada a una riqueza conceptual tal que la necesidad de igualdades sea irrelevante.
Lo anterior no quita que la identidad deba nacer y fortalecerse a través de un largo proceso, y que a veces se fracase en él, tal como México lo demostró en su aplastante derrota frente a los Estados Unidos en dos guerras, una directa y la otra indirecta, sin embargo ya había en ese momento una identidad Mexicana, sino no habrían sido capaces siquiera de luchar, pero el problema radicaba en la debilidad de la misma que no era capaz de unir a quienes se agrupaban en ella por una causa común; respecto a la división de los unos y los otros, que parte de la misma persona individual, que luego pasa por la familia, el pueblo, la provincia, la región, aun eran más unos respecto a la familia o el pueblo que respecto a la nación, aún no se conocían lo suficiente y mucho menos tenían algo en común.
El momento en que los mexicanos comenzaron a conocerse mutuamente a lo largo de todo el territorio, el momento en que se forja su identidad nacional es para mí el Porfiriato, no es el momento de instituciones más sanas, no es el momento de una sociedad más sana pero sí fue el momento en que los mexicanos lograron afianzar su identidad nacional y en este ensayo explicaré porqué.

Identidad en la Colonia:
En el periodo colonial mexicano era la ciudad el foco esencial de mestizaje, ahí el indio el español y en menor medida el negro se mezclaban, no solo racialmente sino culturalmente, se producía un flujo intercultural que iba dando como resultado un proceso lento de unificación identitaria, se iba gestando una proto-cultura mexicana, un México colonial muy distinto al México republicano, el virreinato de la Nueva España.
El lugar de mestizaje por excelencia de la ciudad colonial era el mercado en él las personas de toda la urbe y los alrededores, provenientes de las más variadas culturas intercambiaban sus productos y servicios, con ello entregaban una parte de su cultura individual, local o regional a cambio de la de otro; y no solo los comerciantes acudían a él porque no solo los comerciantes comen, no solo los comerciantes beben, no solo los comerciantes compran. Todo ciudadano era parte del mercado y el que no lo era directamente lo era indirectamente a través de la persona que compraba por él para su consumo. Al comer la comida del vecino conozco un poco más al vecino, y al beber el vecino mí licor me conoce un poco más a mí, y como ya explique en mi introducción la base de la identidad es el conocernos, es lo primero que nos acerca, y el mercado es fuente de conocimiento mutuo y de identidad común también, porque al consumir todos algo similar que encontramos en el mismo lugar vamos generando puntos de encuentro en nuestro modo de vivir.
El gran problema de este mercado es que era un mercado local, circunscrito a la ciudad exclusivamente; solo los ciudadanos tenían acceso a él, solo los ciudadanos vivían el vertiginoso torbellino cultural que en él se vivía. México tal como lo mostró Humbold era una tierra enorme y riquísima, llena de localidades, de pueblitos y villorrios, de comunidades indígenas; esta riqueza y esta enormidad logran explicar este profundo localismo, ya que las comunidades encontraban lo necesario para subsistir al alcance de su mano, no necesitaban un mayor contacto con el exterior, no necesitaban acudir a la ciudad, no necesitaban al mercado, eran comunidades autárquicas cuyas únicas ligazones con la ciudad eran un mismo culto, a la religión católica heredera de toda la religiosidad indígena, lo que no quita que cada villorrio tuviese sus ritos particulares en el marco de una unidad fundamental, y el consiguiente pago de tributos, al ser el Imperio Español el representante directo de la religión a través de su derecho de patronato se transformo en una figura indisociable a la religión, lo que justificaba su cobro de tributos, lo dotaba de legitimidad a los ojos del indígena que siempre vio ligada la religión al poder estatal o a lo menos institucional, desde tiempos pre-colombinos; el guadalupismo que plantea Paz empalma en este punto, la religión católica heredera del culto indígena se arraiga fuerte en el mexicano que es profundamente creyente hasta el día de hoy solo así podemos entender el control efectivo en materia tributaria que la corona mantenía sobre el virreinato de la Nueva España. Pero más allá de religión y tributo no hay en el comunero indígena, el campesino de villorrio, mayor cercanía a la ciudad y el imperio, mayor mestizaje con el español, el negro y el otro indio, no había comercio entre ellos, no había mercado, no había trafico de identidad.

Identidad en los inicios del México independiente:
El término del orden colonial se produce en México por un movimiento indígena campesino liderado en un inicio por el sacerdote Hidalgo, y que a su vez se origina en la ruptura del orden colonial generado por la reforma borbónica, esta reforma rompió el sistema de ligazón campesinado-imperio cambiando el sistema de cobro de tributos por uno aparentemente más eficiente pero inoperable, el resultado un fuerte descontento campesino complementado además por el debilitamiento de la iglesia. De este evento y la forma en que transcurrió se demuestra algo: ya hay al menos en una parte no menor de México un sentido de identidad, aun débil pero no inexistente, sino no se puede entender que una turba de miles de indios y mestizos haya acompañado a Hidalgo a manifestar sus reclamaciones al poder central, si bien no se presentaban a él de forma institucional sino revolucionaria y beligerante, efectivamente lo hacían, es decir, lo reconocían como el culpable de sus molestias, reconocían que había un poder común a todos los Mexicanos o al menos a los que reclamaron en lo sucesivo a ese grito de dolores; esto demuestra la realidad del vinculo generado por la religión y los tributos frente al estado.
El nuevo estado Mexicano creado tras la revolución independentista tenía la misión a lo menos tácita de reforzar la identidad de México, de fortalecer la solidez de la nueva nación, de unir a sus integrantes por causas comunes como lo sería la guerra con los Estados Unidos demostrando el gran fracaso que significo este proceso.
Ni el breve Imperio de Iturbide ni la posterior República Conservadora logran hacer grandes cambios al proyecto nacional mexicano, más bien México sigue su antiguo fluir, sigue viviendo en torno a las instituciones coloniales que la elite gobernante no quiso suprimir, la única que se modificó fue la del poder real, el sistema monárquico, pero ni aun esta fue superada del todo y solo se mantuvo así porque no hubo algún Borbón dispuesto a asumir semejante tarea en México, esto es lo que Lemperiere busca conceptualizar en la República Barroca.
El poder real si bien no influía en las localidades, y cuando lo intentó con la reforma borbónica fracasó, tenía un rol fundamental para el orden Mexicano, era el contenedor del caos y le otorgaba estabilidad al gobierno; al desaparecer el sistema monárquico y mantenerse el resto de las instituciones mexicanas, manteniéndose también la distancia geográfica y comunicacional, la carencia de comercio y transporte, es decir, la autarquía de las localidades y villorrios, se hizo necesario que alguien supliera ese vacío del poder real, es esa la razón que da origen a los caudillos, pero estos caudillos tenían un grave problema solo cumplían con el primero de los requisitos necesarios para suplir al monarca español, era capaz de contener el caos sin afectarle directamente pero eran esencialmente inestables, a diferencia de los monarcas españoles que se sucedían según un sistema más o menos regular, y cuya única crisis profunda fue la guerra de sucesión que llevo al trono a los borbones, los caudillos carecían de esa legitimidad y por lo tanto carecían de estabilidad. El ejemplo de oro es Santa Ana el caudillo por excelencia, fue poderosísimo, capaz de contener el caos, y muchísimas veces presidente de México, tantas que no cabe duda que no hubo estabilidad en ellas.
La derrota frente a los Estados Unidos, y a sus colonos previamente, fueron solo la cara visible de un proceso mal planteado donde no se crearon nuevas instituciones solidas, capaces de unir a los Mexicanos, de identificarlos, y en el que por el contrario permanecieron las previas pero de forma debilitada, cojas, pues le faltaba su delimitador natural, el poder real.
Benito Juarez es sin duda uno de los hombres fundamentales de la historia mexicana, y lo fue porque tuvo la fuerza capaz de revertir una estructura desgastada y maltrecha como la república barroca pero que era heredera de la monarquía colonial y por lo tanto difícil de desplazar; es el eje sobre el que cambió la historia Mexicana, el cambio era necesario, irreversible pero este podía tardar mucho más, Juarez en el lapso de su vida pública es capaz de instaurar nuevas instituciones para la vida cívica Mexicana y a la vez darle al gobierno ese carácter de contenedor del caos pero sin quitarle la necesaria estabilidad como lo habían hecho los caudillos.

Identidad en el Porfiriato:
Sin embargo no fue Juárez el gran gestor de la identidad mexicana, su gran gestor fue Porfirio Díaz porque es él quien dirige México al progreso y de la mano de él se amplía el comercio y las comunicaciones a todos los rincones del país, se forma un mercado nacional, y se logra todo esto de la mano de un gobierno capaz de contener el caos con su sistema de camarillas, dotándolo de una notable estabilidad, tan notable que cae en lo vicioso, en el vicio de la perpetuación en el poder, el mismo vicio del que acuso a Juarez, el mismo que persiguió a México toda su historia, antes y después de don Porfirio Diaz, este vicio es para mí uno necesario para aquel momento histórico, debía superarse pero para poder hacerlo primero había que lograr generar un país de cimientos sólidos, un país de mayor identidad, lo que solo se lograría a través de un gobierno estable, un gobierno de transición entre la república barroca y la república moderna, que le diera a México las nuevas instituciones pero que lo hiciera desde un marco capaz de imponerlas de uno que fuera semejante al poder real, porque Porfirio Diaz fue tan rey como los Habsburgo y los Borbón, y mucho mas emperador que Iturbide y Maximiliano.
El trafico de productos, el trafico de comunicaciones, el transporte de personas, todo lo que implique la movilidad entre localidades, mayores o menores, significa un tráfico de identidad, cuando entrego a otro un bien que yo produje, o más aun que he retenido conmigo mucho tiempo, algo le cuento a el de mí, de mi modo de vida, de lo que me gusta y lo que no me gusta, de lo que hoy me deshago y de lo que hoy adquiero. La creación de un mercado nacional es el gran avance del Porfiriato con miras a la formación de una identidad nacional mexicana; el comercio es para mí el gran agente de mestizaje de todos los tiempos y todos los lugares y México no es la expresión a la regla. Esta es la gran diferencia del gobierno de Diaz con los gobiernos previos y lo que convierte a su gobierno en el punto de quiebre de la cultura Mexicana, el que cambia la débil identidad Mexicana de a raigambre colonial, por una nueva, solida, de a raigambre liberal, sustentada en la comunicación y a partir de ella de los puntos en común.
El porfiriato no fue exitoso por ser el más justo de los gobiernos, no lo fue por ser el mejor de los gobiernos, ni por tener al mejor líder, el porfiriato fue el gobierno que México necesitaba para romper con la colonia, para dejar atrás las instituciones del pasado y lo logró. Pero por su misma injusticia, por su corrupción inherente estaba destinado al fracaso final, una victoria tremenda en cuanto a lo que México necesitaba, en cuanto a progreso histórico, pero en cuanto a su éxito político solo podía ser temporal porque una vez que el proceso se hubiera agotado las nuevas libertades económicas, la conectividad del territorio, la posibilidad de llegar en tiempos cortos a comunidades antes incomunicadas no serían suficientes: se requerirían reformas políticas; la elite del norte, con su portavoz Francisco Madero fue la que se percató del agotamiento del proceso, de la necesidad de pasar a tener nuevas instituciones que ya no solo abordaran lo económico sino también lo político. Por otro lado el proceso también se había agotado en cuanto a la presión social que había generado, la proletarización del campesinado por la ampliación de la hacienda que llevo a los campesinos a la situación de peones, como se planteo en clases, fue generando un fuerte sentimiento de descontento en el grupo más mayoritario de la población y que finalmente radicó en la cuestión agraria y la sucesiva revolución.

Conclusion: El PRI y la demagogia identitaria:
La revolución puso término al porfiriato, periodo que se había desgastado pero que durante su transcurso fortaleció las interrelaciones entre los mexicanos, fortaleciendo su conocimiento mutuo e identidad. Al término de la revolución será el PRI el partido que tome la dirección del país, y lo hará no mediante la derrota de la revolución sino mediante su apropiación y uso. El PRI toma los numerosos discursos revolucionarios muchos de ellos incompatibles, los de los norteños liberales y los sureños agraristas, y los une en un gran discurso simplemente revolucionario, y hará demagogia con él usándolo para derrotar a la misma revolución; con su propio discurso apropiado por el estado se persigue a los héroes locales que mantenían viva a la revolución y se les da caza. Revolución y PRI se hacen sinónimos a través de este discurso demagógico. El PRI a través de los nuevos medios trasmitirá este discurso revolucionario de forma constante a todos los rincones de México viéndose especialmente favorecidos con la aparición de la radio y en menor medida el cine.
Se unió así a los mexicanos en torno a la revolución, una revolución demagógica pues su medio era el discurso y la comunicación, mas su fin último era mantener el orden institucional de la nación y el poder en manos de unos pocos, los dueños de tal discurso, el PRI.
Suele asociarse a la revolución con el surgimiento de la identidad mexicana, y a la demagogia revolucionaria del PRI con su difusión, una difusión identitaria; pero esto no es más que una investidura mítica, un traje engalanado que a tan importante proceso se le da, porque la génesis de la identidad mexicana está en el porfiriato porque es este el que cambia la identidad colonial a la moderna, es este el que dota a México de las instituciones modernas, de un comercio y trafico de identidad a nivel nacional, y si bien no lo dota de todas las instituciones necesarias y se hace en un contexto de tremenda injusticia esos procesos serian revertidos posteriormente pero en el marco de un proceso mucho mayor que era el proceso de una república mexicana moderna con una identidad mexicana nueva, y este marco, este proceso mayor, lo inicio el gobierno de Porfirio Diaz.
Sin el porfiriato no se entiende la revolución mexicana no solo porque es la reacción al mismo, sino porque sin él no se habría agotado el proceso previo proceso que México tenía pendiente desde el grito de dolores, el término del México colonial, el término del mexicano colonial, el nacimiento del nuevo mexicano y la nueva identidad.

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[ 2 ]. PAZ, Octavio. El Laberinto de la Soledad. Fondo de Cultura Económica, Mexico D.F. 2004. Página: 33.
[ 3 ]. GRUZINSKI, Serge. Las Cuatro Partes del Mundo. Fondo de Cultura Económica, México D.F. 2010.
[ 4 ]. PAZ, Octavio. El Laberinto de la Soledad. Fondo de Cultura Económica, Mexico D.F. 2004.
[ 5 ]. LEMPÉRIERE, Annick. ¿Nación moderna o República Barroca?

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