Índice

LA ESCASEZ DE AGUA

1. Resumen ejecutivo ………………………………………………………………………….……………1

2. Introducción ...………………………………………………………………………………………...……2

• El “mercado” de agua en España

• Caso de California

3. Imperfecciones y soluciones .………………………………………………………..………………4

4. Externalidades y su tratamiento………………………………………………………..………….6

• Efectos sobre el propio caudal

• Efectos sobre la zona de origen

5. Vinculación con el mercado de órganos…………………………………………………………8

6. Conclusiones……………………………………………………………………………….………………11

7. Bibliografía…………………………………………………………………………………………..……..12

LA ESCASEZ DE AGUA

Actualmente España presenta un problema grave de escasez de agua. Disponemos de un sistema rígido e ineficiente, dónde es el Estado quien lo provee y el cual carece de incentivos para la optimización de su utilización y consumo. Por este motivo, proponemos que la solución es establecer derechos de propiedad, donde el recurso pasaría a ser distribuido según la ley oferta-demanda. Obviamente, esta no es la solución perfecta, y surgen problemas que si se manejan debidamente y se toman las decisiones correctas, pueden ser solventados.

Pero no solo el agua se encuentra en esta situación. Otros bienes, como los órganos, también se caracterizan por una situación alarmante de escasez y por un mercado inexistente. Ambos temas son polémicos y de máxima actualidad, ya que trata sobre bienes esenciales para la vida humana. Por este motivo es urgente encontrar una solución que piligüe su actual situación deficitaria.

INTRODUCCIÓN

El motivo de este trabajo es proponer una posible solución al problema del agua en España, que en nuestra opinión no funciona todo lo bien que debería.

Actualmente el sistema se basa en derechos de aprovechamiento regidos por la Ley del Agua y modificados por el Plan Hidrológico Nacional. Existe una prelación de derechos que establece un orden de uso: urbanismo, agricultura, energía e industria. Cuando uno de estos usuarios adquiere un derecho de aprovechamiento está “obligado” a usar toda el agua que ha sido concedida para la actividad que ha sido asignada. Muchas veces estos derechos fueron concedidos hace muchos años, especialmente en la agricultura, y el uso de estos es claramente ineficiente. Además no existe ningún tipo de flexibilidad en este sistema público. Los derechos de agua se pueden definir como rígidos, ya que se concede para un uso y un caudal determinado y no se pueden traspasar. Al pertenecer el agua al Estado no existe ningún incentivo para generar ahorro en el uso del agua ni crear infraestructuras.

En este trabajo tratamos de ofrecer una posible solución a este problema a través de la creación de un mercado del agua, poniendo ejemplos de otras regiones, sopesando las ventajas e inconvenientes, y por último, estableciendo relaciones con otros bienes que presentan una situación similar.

Hoy en día son varios los ejemplos conocidos de comunidades que contaban con una distribución más eficiente sobre los derechos del agua. Estas modalidades están presentes desde siglos atrás como el Tribunal de Aguas de Valencia, o más recientemente la legislación chilena sobre el aprovechamiento del agua. Entre unos y otros, el denominador común es que se trata de lugares donde el agua es un recurso escaso, y esto es lo que empuja al ser humano a la búsqueda de soluciones para la supervivencia. Cada vez más territorios van a tener que adoptar medidas similares o mejores que permitan un uso eficiente debido al aumento constante de la población y de los usos tanto primarios como secundarios del agua.

A continuación exponemos como funciona el sistema de asignación de agua en California comparándola con el sistema de concesiones en España y de ahí trataremos de clarificar qué se debería tener en cuenta en una hipotética reorganización de los derechos del agua.

En el estado norteamericano podemos distinguir dos tipos de derechos: el Riparian Right que otorga derecho de uso de agua si la finca colinda con un recurso acuífero y el Appropriative Right. Este último es concedido al primero que se establezca como usuario siempre que la actividad sea beneficiosa. En él se crea una simulación de propiedad, de tal manera que el propietario está facultado para emplear el agua sobrante de sus actividades. Así el individuo se ve recompensado por la mejora en la eficiencia de su regadío, ya que podrá vender el agua sobrante. Gracias a esta cláusula incluso las empresas que abastecen de agua centros urbanos han pagado a los agricultores las reformas necesarias para ahorrar agua a cambio de poder utilizar el agua sobrante. Contrasta con la respuesta dada por agricultores de este país a la pregunta de si hoy en día estarían dispuestos a mejorar el regadío de sus parcelas, agua por la cual pagan muy poco. Obviamente la respuesta fue negativa, “no tiene sentido mejorar algo de lo que no te vas a aprovechar y además te ocasiona un coste importante”.

Una vez visto como funciona la asignación de derechos en España, contrastándolo con modelos existentes en otras regiones del mundo, es necesario remarcar que dar un paso más allá y crear un mercado como tal también generaría una serie de imperfecciones y externalidades. A continuación exponemos las más representativas y cómo pueden ser solventadas para asegurar el acceso a todos los usuarios.

IMPERFECCIONES Y SOLUCIONES

- La primera de estas distorsiones sería una situación monopolística donde la mayoría de los derechos estén en manos de unos pocos. Así, los precios dejan de ser una señal que refleje la escasez del recurso, amenazando la eficiencia del mercado como instrumento asignativo.

- Otra distorsión sería la especulación, en la que los intermediarios privados retengan los derechos de uso del agua más tiempo del necesario. Finalmente también hemos considerado importante el problema del acaparamiento de los derechos por parte de los usuarios. Esta distorsión se da porque los usuarios, (como medio de defensa ante los posibles riesgos existentes en la disponibilidad del recurso) acumulan agua llevando a una disminución del número de operaciones que se realizan en el mercado y, por tanto, también de los beneficios potenciales del mismo.

Para paliar los efectos que puedan suponer estas distorsiones de mercado, se pueden emplear una serie de instrumentos políticos:

-El primero, la norma de pertenencia, consiste en ligar los derechos de uso del agua a las tierras que se riegan con ella. Si un usuario quiere transferir de forma permanente sus derechos de uso también deberá transferir las tierras adheridas a ellos. Esto se ha aplicado en Estados Unidos, para evitar la especulación con los derechos.

Sin embargo, en la práctica, causa una serie de problemas relacionados con la reducción del número de transacciones en el mercado, debido al incremento de costes que supone transferir no sólo el derecho sino también la tierra asociada. También se producen otros efectos sociales negativos como la regresión de las economías regionales, ya que los núcleos urbanos adquieren tierras con el único fin de obtener un mayor número de derechos de uso del agua, sin considerar la explotación de los terrenos asociados.

-Otra medida a adoptar sería la doctrina del uso beneficioso, basada en que el uso final del recurso deberá ser generalmente reconocido y socialmente aceptable. Así, la cantidad de agua utilizada no será más de la realmente necesaria, evitando así la posibilidad de que se produzcan comportamientos monopolísticos o especuladores. La aplicación de esta doctrina contribuirá al uso eficiente de los recursos hídricos.

-Una tercera alternativa a aplicar, es la tarifación, a través de la cual se gravaría la tenencia de derechos de uso del agua. Con ello el tipo de gravamen a pagar dependerá de la cuantía y tipo del derecho, y no del volumen de agua realmente utilizado. Esta política, fomenta la reasignación del agua a los usos de mayor valor y promueve su conservación. Asimismo, supondrá una fuente de ingresos para la Administración que podrían destinarse a mejorar las labores de control y gestión del agua.

No obstante, la aplicación de esta alternativa muestra dos grandes inconvenientes. El primero sería la determinación de la tasa óptima a pagar: si es demasiado elevada, llevaría a desincentivar las inversiones y, si es demasiado baja, no tendría ningún efecto sobre la gestión de los recursos hídricos. El segundo inconveniente procede del rechazo que generan las tasas entre los usuarios del agua, siendo una medida política bastante impopular.

EXTERNALIDADES Y SU TRATAMIENTO En las operaciones de compra-venta de agua pueden aparecer externalidades, tanto positivas como negativas, que no son tenidas en cuenta por los agentes privados. Tal y como nos demuestra la Teoría Económica, y en particular, Ronald H. Coase, internalizar estos efectos externos es condición imprescindible para alcanzar la eficiencia económica. La existencia de externalidades puede solucionarse de forma privada o mediante el sector público. En el primer caso, cuando un particular se ve afectado por estas transacciones, puede acudir a los tribunales de justicia. Sin embargo, este sistema supondría el incremento de los costes de transacción del mercado y por otro lado, una falta de equidad, ya que aquellos afectados que no tengan recursos para iniciar el correspondiente trámite judicial no serán protegidos de las externalidades.

En el segundo caso, sería permitir la intervención del sector público, tal como se contempla en la ley española.
Las ventajas de este sistema es que se valoran tanto las externalidades negativas como las positivas y además permiten un control preventivo, puesto que la autorización previa de las transferencias puede evitar cualquier perjuicio a terceros o al medio. Por otro lado, esto supone incurrir en altos costes para obtener una información satisfactoria sobre la identificación todas las partes afectadas, así como el problema derivado de la lentitud con la que se desarrollan los procedimientos administrativos. 1. Efectos sobre el propio caudal Laura Riesgo Álvarez y José A. Gómez-Limon Rodríguez sostienen los siguiente: “Las transferencias de derechos de uso del agua en el mercado pueden provocar distorsiones en la labor que desempeña el propio caudal como medio de asimilación y disolución de desechos, hábitat para la flora y fauna acuáticas, como entorno para disfrutar del tiempo de ocio (pesca, paisaje...)”[1]. Estos efectos negativos podrían evitarse a través de la intervención pública, con tal de mantener un determinado volumen de agua y una determinada calidad.
La política pública a seguir para proteger el caudal de los ríos puede optar por la vía de la regulación o bien basarse en el mercado. La primera opción es la que aparece recogida de forma expresa en la legislación española y contempla el establecimiento de unos estándares de calidad del agua y el mantenimiento de un mínimo caudal ecológico, (dotaciones de agua no concedida a ningún usuario, destinadas íntegramente a funciones medioambientales), incluyendo también una labor de seguimiento y control.

En el segundo caso, la propia Administración podría adquirir en el mercado, actuando como un usuario cualquiera, derechos de uso de aguas arriba para posteriormente venderlos aguas abajo, y así conseguir aumentar el caudal medio de los ríos. Sin embargo, aparecerían los inconvenientes anteriormente mencionados sobre la intervención pública y tampoco se aseguraría la mínima calidad de las aguas.

2. Efectos sobre la zona de origen Las transferencias de agua pueden, también, acarrear consecuencias negativas sobre la zona de origen (vendedora de derechos), en especial aquellas transacciones que se producen entre usuarios de distintas cuencas.
En lo que se refiere a las consecuencias económicas que generan los trasvases intracomunitarios, cabe destacar como aspecto positivo la eficiencia asignativa que se lograría con los mismos, al destinarse el agua a los usos de mayor valor. Por otro lado, pueden producirse pérdidas de renta en actividades económicas, derivadas de la disminución de su disponibilidad de agua. Asimismo, estas pérdidas pueden llevar asociadas, situaciones de desempleo estructural prolongado en la zona. Además, pueden producirse una serie de efectos sociales negativos, como la migración selectiva de los más capaces. Esto puede llegar a amenazar seriamente el estilo de vida rural de aquellas zonas que tradicionalmente han dependido de la agricultura de riego. Para paliar estos efectos, la legislación española contempla dos posibles actuaciones. Por una parte, el Plan Hidrológico Nacional (PHN) recoge la posibilidad de que los receptores de dicho trasvase paguen una determinada cantidad de dinero destinada a paliar los efectos negativos que se generen en la zona de origen. Por otra parte, la Ley de Aguas también contempla que la Administración puede prohibir o restringir las transferencias de agua si la supervivencia del medio rural se viese amenazada, por causa de la excesiva venta de derechos de uso a otras cuencas o al entorno urbano.

VINCULACIÓN CON EL MERCADO DE ÓRGANOS

Creemos interesante comparar la problemática del mercado del agua con otro problema de actualidad que cada vez cobra mayor importancia, la escasez de órganos. A simple vista es difícil encontrar similitudes entre ambos bienes, sin embargo, si atendemos a sus características es fácil ver que desde el punto de vista económico son productos similares.

La razón estriba en que tanto el agua como los órganos son fundamentales para la supervivencia del ser humano. Llama la atención que a pesar de su abundancia la mejor palabra para definir estos bienes es escasez. Aunque cada vez más personas son conscientes de ello, todavía un gran porcentaje de población no comprende el verdadero problema al que miles de seres humanos se enfrentan.

Vemos como la demanda de ambos bienes es cada día es mayor, ya sea por el aumento de la población o por usos alternativos (en el caso del agua). Sin embargo sus ofertas no aumentan en la misma proporción, pero esto no se ve reflejado en un aumento del precio de ambos bienes. El precio es un elemento fundamental para la transmisión de información y obviamente se está describiendo una situación irreal en ambos casos.

Pero centrémonos en la problemática de los órganos. Hoy en día, España es el país del mundo con mayores donaciones pero su legislación prohíbe explícitamente la compra-venta de órganos.

Como en muchos países, al igual que con el agua, la sociedad española es reticente al estabelecimiento de un mercado liberalizado, donde el comercio de los órganos sería regulado por la ley oferta-demanda. Pero si el establecimiento de este mercado proporcionaría un aumento de la oferta salvando miles vidas, ¿por qué es tan impopular esta medida? ¿Qué importa más que una vida humana?

Varios son los argumentos en contra del mercado de órganos. Los primeros serían éticos y religiosos. Muchas religiones señalan que el ser humano no es plenamente propietario de su cuerpo, ya que este procede de Dios, por lo que no estaríamos legitimados para vender partes del mismo.

Aún así, si se siguiera esta tesis religiosa, el ser humano tampoco estaría legitimado a donar sus órganos o a vender su semen u óvulos como actualmente sí tiene la posibilidad de hacer.

Esta tesis parece poco importante para los no creyentes, ya que la figura de Dios no sería relevante para ellos. Pero la realidad es que la sociedad actual y todos los individuos que la constituimos compartimos unos valores, que en la mayoría de los casos están enormemente influenciados por la religión. Si a un no creyente se le pregunta si vendería sus órganos, presumiblemente contestaría un no rotuno, debido a su instinto moral influido por la sociedad y la religión.

El segundo argumento apunta que vender órganos mancha el acto puramente caritativo de la donación voluntaria y solidaria. La donación de órganos vendría a ser una decisión tan trascendente e significativa que no puede pedirse contraprestación por ella.

No obstante, por qué ha de estar bien visto la donación y repudiada la venta cuando el fin último es salvar la vida de una persona, cuando estamos dando una parte de tu cuerpo de vital importancia.

Un argumento a favor de la creación de un mercado es el hecho de que el ser humano responde ante estímulos financieros buscando una mejora de su utilidad, adjetivo llamado homoeconomicus. Este ejemplo ya lo hemos visto en el caso de los agricultores de California que poseen un Appropriative Right, este les impulsa a mejorar la eficiencia porque después pueden vender el agua restante.

Por último, muchos críticos aseguran que tan solo los individuos con un bajo poder adquisitivo venderían sus órganos, respondiendo a una necesidad económica, y solo los ricos tendrían la suficiente capacidad para adquirirlos, cuándo el derecho a un órgano es universal, ya que de eso puede depender su vida.

Es evidente que esta situación se podría dar, por eso sería primordial la existencia del mercado de seguros y de la intervención directa del estado para financiar todos aquellos casos individuales que no se pudieran costear la operación. Una vez llegamos, como en el caso del agua, a que es necesaria una intervención estatal al menos al principio para asegurar el funcionamiento justo.

Algunas personas comentan que la venta de órganos desataría un alud de criminalidad encaminada a hacerse con los órganos de los menores del Tercer Mundo. Estas acciones evidentemente se deberían perseguir si existieran pero además, hay que tener presente que, paradójicamente, si semejante mercado pudiera existir los incentivos serían mucho mayores en la actualidad. Actualmente se calcula que el precio medio de un órgano en el mercado negro ronda los 125.000 dólares. Una despenalización de la venta posibilitaría una reducción sustancial del precio y una reducción de los incentivos.

CONCLUSIÓN

Existe un problema con la asignación de agua en España caracterizado por ser un sistema rígido y que no da incentivos al mejor aprovechamiento de este recurso. Hemos visto como en otras zonas áridas como California tienen regulaciones que invitan a mejorar las infraestructuras y ahorrar agua, sin llegar a ser un mercado en el que se tenga total propiedad sobre el agua.

Nosotros vamos más allá afirmando que sería beneficioso crear un mercado en el que se transfieran derechos de propiedad. Por supuesto que existen inconvenientes y por ello han sido analizadas las imperfecciones y externalidades más importantes. Pero se ha constatado que se pueden sufragar gracias a una regulación estatal para asegurar un acceso digno e igualitario a los usuarios y respetar el medio ambiente. Como hemos visto en el ejemplo paralelo de los órganos, cuando se tienen incentivos económicos el ser humano responde con mayor interés y no se debe caer en prejuicios morales porque el fin último, a parte de crear un desarrollo sostenible (en el caso del agua), es salvar vidas. Pero parece ser que es necesario establecer un incentivo financiero para despertar ese instinto humanitario.

Bibliografía

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Disponible en: http://www.fao.org/DOCREP/006/Y5062S/y5062s00.htm

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Disponible en: http://www.ejournal.unam.mx/pde/pde129/PDE12906.pdf

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• MEINZEN-DICK, Ruth; PRADHAN, Rajendra y DI GREGORIO, Monica (2004): Acción colectiva y derechos de propiedad para el desarrollo sostenible.

Disponible en: http://www.ifpri.org/spanish/2020/focus/focus11/focus11_03sp.pdf

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• RIESGO ÁLVAREZ, Laura y GÓMEZ-LIMON RODRÍGUEZ , José A.

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• GARCÍA FLECHA, María (2000) ‘Los derechos de propiedad y la eficiencia en la asignación de recursos hídricos’, Congreso de Economía de Navarra, págs. 519-532.

• TABARROK, Alexander (2004): ‘How to Get Real About Organs’, Econ Journal Watch, Vol. 1, nº 1, págs. 11-18.
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[1] RIESGO ÁLVAREZ, Laura y GÓMEZ-LIMON RODRÍGUEZ , José A. Disponible en: http://www.infoagro.com/riegos/mercados_agua.htm

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