En este diálogo, Timeo va a intentar dar una explicación del universo –macrocosmos- y a establecer un paralelismo con el hombre –microcosmos-, abordando principalmente los problemas de la cosmología, de la estructura de la materia y de la naturaleza humana. Así, la explicación que va a intentar desarrollar va a estar basada en las matemáticas (que constituyen el modo de presencia de lo intangible en lo sensible, de acuerdo con el desarrollo de esta disciplina en su época), pero sucede que se halla tan desprovisto de recursos como los poetas, que se dirigían a las Musas en busca de respuestas. Por lo tanto, y de esta manera, lo que dice Timeo no puede ser declarado ni verdadero ni falso, ya que se basa en cosas que están más allá de sus conocimientos o capacidad, y no puede más que considerarse por el propio orador como un "discurso probable", limitado, además, por el propio lenguaje. El diálogo comienza con un resumen de la constitución ideal descrita en La República, para narrar a continuación Critias la supuesta guerra victoriosa que mantuvo la antigua Atenas contra la Atlántida. Se trata de mostrar cómo la antigua Atenas se amoldaba mejor a la "propuesta" de Platón que la Atenas actual (propuesta que atiende más a los fines del ser humano por naturaleza). El proyecto de Platón se inserta, pues, en una tradición como la representada de la Grecia Antigua, que remonta a los poetas. Procede entonces Timeo a desarrollar una detallada explicación del modelo cosmológico de Platón, abarcando desde la propia concepción de la realidad (formas inteligibles y formas sensibles), la determinación de las causas (primeras y segundas), y la figura del demiurgo, hasta la autarquía del mundo, su alma y su cuerpo.
En lo que al universo entero se refiere, entonces- sea que se lo llame mundo o bien cualquier otro nombre que más le convenga recibir- hay que examinar primeramente, acerca de él, aquello que está en base de todo y que es preciso investigar en primer lugar: si existió siempre o si se ha originado de algún principio.
Timeo 28b
Platón nos convence de que el universo ha sido generado, pues es sensible y todo lo sensible ha sido generado. Este carácter del universo viene dado por una causa, y esta causa es un hacedor o un padre, que es la figura del demiurgo. Este demiurgo funciona como el principio de razón suficiente del que siglos después hablará Leibniz; puesto que todo debe tener razón de su existencia, el universo en tanto ha sido generado debe poseer una causa de su generación. Es de esta manera que Platón introduce la figura de un supremo artesano o demiurgo como modo de dar cuenta de la existencia y de los modos de existencia del cosmos.
Pero, ¿cuál es exactamente la función del demiurgo? ¿Crea, produce u ordena? En primer lugar, no hay ningún diferenciación en Platón entre producir y ordenar, ambas nociones conviven en una misma unidad de sentido. El demiurgo presentado en el Timeo en su relación con el universo parece unir tanto la noción de hacer o producir como la de ordenar, con lo que se puede asociar a un artesano o a un general que ordena sus tropas. Platón ya menciona en Fedón y República esta figura divina del demiurgo, escribiendo en este último diálogo la pregunta de su personaje Sócratres: “¿no has observado que el demiurgo de nuestros sentidos modeló con mucho mayor cuidado la facultad de ver y ser visto que en las demás facultades? (República 507c); el demiurgo del cielo y de cuanto él encierra lo ha dispuesto todo con la máxima belleza que puede ponerse en tales obras (República 507c). La función propia del demiurgo sería de alguna manera la de productor o hacedor, al mismo tiempo que la de conductor, ordenador y guía del cosmos.
En cuanto a la figura del demiurgo como creador, en el Timeo la creación no es absoluta, nada es creado de la nada sino a partir de un principio o materia preexistente. Pero al hablar de este tipo de creación, el sentido de la palabra pierde toda su fuerza, es decir, se reduce a una mera ordenación de lo material. Así que en este sentido, las palabras crear y ordenar se ven como prácticamente idénticas. Parménides a este respecto, adoptó una postura más radical y expresa en el Fragmento 8: “Queda una sola propuesta de camino: que es. En el mismo hay muchas pruebas: lo que es inengendrado e incorruptible, total, único, inconmovible y perfecto. Ni fue ni será, sino que es ahora, completamente homogéneo, uno, continuo. ¿Qué génesis le buscarás? ¿Cómo y de dónde habría aumentado? No te permito que digas ni que pienses que del no ser, pues no es pensable ni decible que haya no ser. ¿Qué necesidad habría impulsado a crecer antes o después, comenzando de la nada? De este modo es necesario ser absolutamente, o no. La fuerza de la convicción no permitirá que, a partir del ser, nazca otra cosa a su lado, pues ni nacer ni morir le permite la Dike, aflojando las cadenas sino lo que tienen […] ¿Cómo podría perecer lo que es? De qué forma podría haber nacido? Si nació, no está presente, ni tampoco si alguna vez será. La génesis se extingue y la destrucción es desconocida.”
Según Platón el demiurgo tiene sentido en tanto razón suficiente de la existencia del mundo, también podemos afirmar que el modo de existencia de este mundo consiste en ser ordenado, pero, ¿cuál es la causa por la que el constructor ha construido el devenir y este todo? (Timeo 29d). La respuesta que el Timeo ofrece es que el demiurgo es bueno y quiso que todo fuese generado en el mayor grado de semejanza, siendo el cosmos el más bello posible; esto nos lleva de nuevo a Leibniz al afirmar que este mundo es el mejor de los posibles. Y para que fuese bello necesitaba intelecto, situado en un alma, situado en un cuerpo, así el mundo se generó por la planificación de este dios. Así se puede concluir que la razón por la que el demiurgo está presente en el Timeo es porque es la razón de existencia y de los modos de existencia del universo.
El demiurgo transforma el movimiento caótico en orden, por lo tanto crea orden. El génesis del mundo no está en sus manos, la materia es eterna, pero tiene la capacidad de crear a partir de ella, ordenarla y producir con la capacidad de crear lo más bello, lo más semejante a si mismo. Por lo tanto podemos hablar de un demiurgo que cumple las tres funciones, sin excepción, y es el inicio y razón de existencia y cosmogonía, explicada en el Timeo.