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Mientras Euskadi y Europa limitan su consumo y el debate gira sobre si los ‘e-cigarros’ son nocivos o si sirven para dejar de fumar, otras versiones mantienen que son un fraude
Un reportaje de Concha Lago
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Un hombre ‘vapea’ con su cigarrillo electrónico. Foto: DEIA
SENSOR DE PRESIÓN Detecta cuando se inhala. Algunos modelos disponen de un botón que activa el vaporizador. ATOMIZADOR Genera el vapor que vaporiza el líquido.
MICROPROCESADOR Control del calor para vaporizar y la luz. LUZ LED Se enciende cuando el fumador inhala. BATERÍA Se puede recargar desde un enchufe de pared, automóvil o un puerto USB.
TERCER GRADO
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¿EL ‘E-CIGARRO’ ES TÓXICO? Los ‘e-cigarrillos’ también contaminan. No emiten vapor de agua inocuo y las personas expuestas a los aerosoles inhalan y absorben la nicotina u otros ingredientes con un nivel comparable a fumadores pasivos.
estos cigarrillos superará al de los convencionales. En España, estudios realizados por el sector calculan en unos 900.000 el número de vapeadores, lo que representa el 10% de los fumadores tradicionales.
ESQUEMADEUNCIGARRILLOELECTRÓNICO
Los cigarrillos electrónicos están de moda. Las tiendas que los venden proliferan por las calles vascas. En teoría sus efectos son menos nocivos que los del tabaco ya que no conllevan inhalar el producto de una combustión, pero ¿es cierto todo lo que nos dicen sobre ellos?
E
S una polémica envuelta en humo, una guerra de vapores que obliga a todas las administraciones a meter mano y regular un mercado desmadrado. El vacío legal ha convertido a los cigarrillos electrónicos en un negocio en auge que ha poblado de establecimientos de venta todas las ciudades y municipios. Sin embargo, esta semana, las administraciones han dado un golpe de gracia. El martes Euskadi anunciaba que lo restringirá en espacios públicos y el miércoles, el Parlamento Europeo frenaba su consumo al decidir que se regulará como el tabaco si no demuestra su efecto medicinal. Los consumidores no lo tienen tan claro. “El precio es razonable como para darle una oportunidad”, cuen-
ta Amaia de 43 años, fumadora de cajetilla diaria y recién llegada al proceloso mundo del e-cigarro: “El cigarrillo electrónico no será bueno, pero el de toda la vida es peor”, argumenta, y “además está claro que reduce el mono psicológico”. Iñaki confirma su teoría. “Lo he intentado todo para dejar de fumar: los parches, los chicles de nicotina... pero volvía a caer porque echaba de menos el gesto de fumar, su sabor. Y ahora he vuelto a encontrar ese placer”, corrobora. Pero el debate ha saltado a la calle. ¿Son realmente inocuos?, ¿sabemos lo que contienen?, ¿consiguen dejar de fumar? Como la pulsera energética Power balance aquella capaz de reducir el dolor, el estrés, mejorar la resistencia y aumentar el equilibrio,
para algunos podrían ser solo un nuevo timo científico crecido al amparo de las firmas tabaqueras. Se oyen voces que los comparan con la homeopatía y hay quien se atreve a ir más lejos equiparándolos con otro fraude con sello pseudomédico como la baba de caracol. Los pitillos electrónicos, inventados en China, llevan una resistencia que calienta un líquido para generar un vapor que se absorbe como si fuera humo. Suelen llevar nicotina, agua, aromas y otras sustancias que varían según el fabricante. Su consumo ha aumentado de forma exponencial. El año pasado solo en Estados Unidos se vendieron ecigarros por valor de mil millones de dólares. Y muchos analistas auguran que en diez años, el consumo de
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¿AYUDA A DEJAR DE FUMAR? La mayoría de sus consumidores son fumadores que quieren dejar el tabaco, pero la OMS afirma que eso no asegura su éxito.
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OIGA ¿ESTO DA CÁNCER? Este es el punto más polémico. “Hay muchas marcas y cada una tiene diferentes sustancias”, según el doctor Carlos Jiménez. Estas son el agua destilada y la glicerina vegetal, así como el propilenglicol y las nitrosaminas, que son sustancias cancerígenas.
COMO EL TABACO Son muchos los expertos que reclaman imponer al producto restricciones equiparables al tabaco. Los neumólogos son sus primeros detractores. La Sociedad de Neumología y Cirugía Torácica (Separ) considera “poco rigurosas” las medidas adoptadas sobre el cigarrillo electrónico “ante el desconocimiento real de los efectos” de estos dispositivos sobre la salud y las considera un paso atrás en la normalización de la ley del tabaco. Esta sociedad científica lamenta que las medidas legislativas no equiparen el cigarrillo electrónico al tabaco convencional, ya que se permite su consumo en bares y restaurantes, aunque se prohibe en centros educativos y sanitarios y de la administración y en el transporte público. Según explica el doctor Segismundo Solano, coordinador del área de tabaquismo de la Separ, aún no se conocen cómo actúan en el organismo y, en concreto, en la vías aéreas los ingredientes de este cigarrillo, por lo que “la legislación debería ser más restrictiva y prudente”. Los neumólogos creen que hay que considerar las sustancias que contiene el líquido del cigarrillo electrónico y también las que se producen a consecuencia de su calentamiento y aparecen en el vapor.