14 de septiembre de 2013

INVICTUS

Un equipo, un país basado en la película Invictus (2013) por Adriana Santibáñez

Soy el amo de mi destino, soy el capitán de mi alma.
W.H Henley
Invictus muestra una perspectiva diferente de un país que sale de un crisis social importante para convertirse en un ejemplo mundial de desarrollo.
Nelson Mandela, presidente electo en el año 1994 supo identificar la situación de su país a través de la democracia (y a pesar de los conflictos multirraciales). Supo, además encontrar el potencial del juego
Rugby como un elemento que podía unir, en lugar de separar.
Permitiéndose identificar el talento y potenciar las capacidades del líder e inspirar a los jugadores. Así como permitir que a través de sus actos, los ciudadanos aceptaran sus diferencias y formaran un país primermundista en el continente africano. En mi opinión, la parte esencial radica en aceptar a todos aquellos que estén dispuestos a trabajar por la reconciliación

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racial. Ponderando la prosperidad por encima de las diferencias.
Invitando a participar libremente, pero también, libremente a no estorbar, si las diferencias no nos harán más cercanos.
Esta reflexión invita a trasladarnos a nuestro país, donde actualmente vivimos una completa escisión de los ideales.
Por una parte, los movimientos sociales cada vez más inquisitivos, y por el otro, una respuesta que no es capaz de satisfacer las necesidades de una sociedad dividida. La responsabilidad y madurez que nos hace falta, pareciera que
Mandla la asumió por su país. Esta experiencia acumulada en los años en prisión, dieron a Madiba la sabiduría necesaria para encontrar el camino que llevaría a
Sudáfrica a mejores años de los que había visto anteriormente. Es así como se convierte en una

fuente de inspiración y motivación de Pienaar.
A través del liderazgo de
Mandela, sirvió de coach y mentor del capitán del equipo de Rugby.
Encontró que Pineaar era el líder ideal que el equipo necesitaba, porque su motivación y compromiso, detonó la inspiración que los demás jugadores necesitaban para alcanzar su más grande aspiración: levantar la copa. Los dos protagonistas, encontraron en sí mismos agentes del cambio para su país.
Actualmente, en nuestro
México no estamos tan lejanos de la situación en la que estaba
Sudáfrica cuando Madiba lo tomó. Hoy nos encontramos muchos problemas sociales, aunque no necesariamente raciales, pero no encontramos un motivo en común para alcanzar la grandeza.