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History of Mexico

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Pages 189
Muy bien, HISTORIA SOCIO-POLÍTICA DE MÉXICO

El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha

Miguel de Cervantes S.

Miguel de Cervantes Saavedra

Nació en Alcalá de Henares en 1547 y murió el 3 de mayo de 1616. Es el fundador de la novela moderna, integrando elementos renacentistas y barrocos.

Razones para estudiar el Quijote:

• Entender el origen de nuestro idioma;

• Es la obra maestra de la literatura castellana;

• Señala las características de la sociedad española de la época; y

• Muestra la confrontación de tiempos alrededor de la voluntad de poder.

CaPítulo XLII

De los consejos que dio Don Quijote a Sancho Panza antes que fuese a gobernar la ínsula, con otras cosas bien consideradas

EL duque le dice a Sancho que se aliste para tomar el gobierno de la isla. Sancho cambiaría el gobierno de la isla por un trozo del cielo, pues se ha dado cuenta de cuan pequeño es el hombre en la inmensidad del universo. El duque contesta a Sancho que no le corresponde a él darle el cielo, pues este es un beneficio del que sólo Dios dispone. Sancho acepta ser gobernador, pues esto puede ayudarle a ganar el cielo, además de que se le antoja saber que se siente ser gobernador. El duque asegura que Don Quijote llegará a ser imperator. Al día siguiente Sancho partirá al gobierno de la isla, pues se está alistando su ajuar para la ceremonia, el cual será medio de letrado y medio de soldado, pues así lo amerita su cargo. Sancho confiesa que no sabe leer, pero espera que Dios le ayude, en tanto que al frente de las tropas dará lo mejor de si.

Don Quijote interviene en la conversación y le aparta del Duque para darle un consejo, poniendo en perspectiva a Sancho sobre que el puesto que le ha sido otorgado no es una cuestión de mérito, sino de azar. _ consejos le da:

• “Has de temer a Dios; porque en el temerle está la sabiduría” y siendo sabio no se puede errar en nada;

• “Conócete a ti mismo”. Sancho sabe de su condición social, pero confía en sus facultades, debe tener prudencia para evitar conflictos;

• “De la humildad de tu linaje no te desprecies”;

• Has hechos virtuosos, pues “la virtud vale por si sola lo que la sangre no”;

• Educa a tu mujer para que no falle al acompañarte en el gobierno;

• Se justo y compasivo;

• No mezcles tus sentimientos con la justicia; y

• No agredas al castigado.

Capítulo XLIII

De los consejos segundos que dio Don Quijote a Sancho Panza

Estos consejos tienden a dar consejos personales a Sancho

• Limpieza;

• Ayuda a los pobres;

• No comas ajos ni cebollas, come poco, bebe poco;

• Habla despacio y con reposo, evita refranes;

• Adopta una postura acorde con tu cargo;

• Modera el sueño;

• Evita disputas de linajes; y

• Aprende a leer y escribir.

Preguntas de la clase

Por que leer el Quijote

El Quijote es la primera novela vernácula moderna, que permite la unificación.

Que importancia tiene la lengua

Sirve para la unificación, pero también tiene fines bélicos. El Estado es el elemento unificador de las distintas culturas, antes el elemento unificador fue el latín, como lenguaje culto, hasta que los Estados dejan de hablar en latín pueden generar un proyecto de Estado moderno. Los misioneros toman un papel importantísimo para la difusión del lenguaje.

La corriente humanista de Rótterdam propone la unificación de lenguas, siendo la primera el español, gracias a la labor de Antonio de Lebrija y la imprenta en 1492 se crea una nueva gramática.

El castellano se desarrolló en el Centro norte de España.

El Siglo de Oro Español

Pierre Vilar

Capítulo I

El medio natural y los orígenes del hombre

El medio natural

El océano, el Mediterráneo y los Pirineos han delimitado la integración de España, pero también le han aislado del resto de la sociedad Europea. Se comunica difícilmente con el extranjero y no se adapta, sino con retraso, a la evolución material y espiritual del mundo.

La península es una encrucijada, un punto de encuentro entre África y Europa, entre el Océano y el Mediterráneo. Una encrucijada extrañamente accidentada, es verdad. Casi una barrera. Un punto de encuentro, sin embargo, es un lugar donde los hombres y las civilizaciones se han infiltrado, se han enfrentado y han dejado sus huellas desde los tiempos más remotos.

El origen de los hombres y de las civilizaciones

Desde el punto de vista antropológico, no puede hablarse de “raza española”. La aparición del hombre en España fue precoz. Sin duda, no comprendemos bien el contenido de los primeros hombres indicados en los textos. Ni siquiera la palabra “iberos” está completamente clara. Se ha renunciado a calificar a los iberos con los vascos. Añadamos a esto, que en los comienzos de la era histórica, Levante fue visitado sin cesar por los navegantes venidos del Mediterráneo y Roma, después de las guerras púnicas, no abandonó un instante la idea de sojuzgar toda la península. Numancia fue durante veinte años la pesadilla de los romanos. Sin embargo, las regiones litorales, más rápidamente romanizadas, impusieron poco a poco su influencia por todo el país. Y este fue uno de los más hermosos momentos de la península. Esta “edad de oro” se sitúa en los dos primeros siglos de nuestra era.

La cultura romana tuvo gran influencia en la península. Se advierte no obstante, que si bien el sistema romano ofreció síntomas de decadencia desde el siglo III, sólo se hunde completamente ante el Islam en 711. Factores que protegieron la cultura romana fue el cristianismo y la Iglesia.

Capítulo II

Los grandes rasgos de la historia clásica: la edad media

La España musulmana

Avance y retroceso del Islam

Invadida en 711 por el bereber Tarik, la Península fue dominada en siete años. Los cristianos volvieron a ocupar una parte de la España del norte desde fines del siglo X. El Islam español ha ejercido, por consiguiente, una influencia que dura de tres a ochos siglos, según las regiones.

Balance de la influencia islámica

La invasión resultó naturalmente destructora, pero Andalucía se benefició del dominio islámico, pues completaron, mejoraron y embellecieron la obra de los romanos. La España mora fue en realidad un crisol en el que se fundieron las aportaciones de las más diversas culturas. ¿Cómo sucedió esto?, la razón fue que los dos mundos no estaban en absoluto separados. Entre las pequeñas unidades cristianas y las pequeñas unidades moras, había guerras, pero también intercambios.

Cada sociedad tuvo su pirámide. Entre los musulmanes, primero estaban los jefes árabes, los soldados, luego los bereberes, luego los renegados cristianos, luego los indígenas que siguieron siendo cristianos, llamados “mozárabes” (guardaban sus costumbres, su fe y sus jueves). Entre los cristianos el orden era: clero y nobles, cristianos viejos, mozárabes recuperados, “cristianos nuevos” convertidos y, por último, los mudéjares (árabes que guardaban su tradición).

En resumen, la Edad Media conoció un Islam español lleno de vida y de originalidad, cuya riqueza, pensamiento y complejidad prepararon, no menos que la Reconquista cristiana, las grandes realizaciones de la España futura.

La herencia de la España de la Reconquista

La propia lentitud de la Reconquista señala toda su importancia. La Reconquista fue una empresa de colonización permanente, a la vez que una guerra santa. España fue de 711 a 1492 una sociedad de combate permanente. “La clase que combate” se adjudicó, el primer puesto. La gran nobleza llegó a ser más poderosa que en otras partes y la pequeña nobleza más numerosa (constituía los ejércitos). Son ellos quienes caracterizan a España con sus sueños y su nostalgia de aventuras.

Observaciones del mismo género pueden hacerse sobre el clero, habituado por siglos de Reconquista a formar la armazón ideológica, y también dividido, como la nobleza, por un lado en aristocracia rica y poderosa, por el otro en masa numerosa y pobre. Hay que precisar que la función dominante del clero y de la nobleza no significó en modo alguno, durante la Edad Media, el aplastamiento social o la anulación política de las otras clases de la sociedad.

La Reconquista imprimió curiosas particularidades a España. Retrasó la formación del feudalismo; se multiplicaron los fueros; un “colectivismo agrario”; continuación de las tradiciones municipales de las ciudades, Burgos y villas; formación de las famosas “Cortes” que fue una institución típica de la España medieval, nace en León, antes del s. XII y, en todo caso, funciona normalmente en los demás reinos.

Capítulo III

Los grandes rasgos de la historia clásica: los tiempos modernos

La construcción política

Apogeo y debilidades de la unidad

El matrimonio y el acuerdo recíproco de los Reyes Católicos aseguraron el hecho fundamental: la unión Aragón-Castilla. Sin embargo, aun cuando Carlos V gobernaba España fue necesario mantener virreyes en las antiguas capitales. Jamás los antiguos reinos aceptarán con buenos ojos a los funcionarios y soldados venidos desde Castilla.

Activo y pasivo de la unificación religiosa

En realidad, los Reyes Católicos había prestado atención sobre todo a otro peligro: la mezcla de religiones, costumbres y razas. Esa mezcla, que en el s. XIII había creado la elástica complejidad de España, cede su puesto a una pasión de unidad, a un exclusivismo religioso que caracterizarán desde entonces al grupo español. El reinado de los Reyes Católicos no es, pues, un punto de origen, sino un momento de crisis y de decisión. En 1478 se crea el tribunal de la Inquisición y en 1502 se expulsa a todos los no conversos de los dominios de Castilla. En 1525-1526 se quiere suprimir, en toda España, hasta el recuerdo de las costumbres y de la lengua de los infieles. Todo en vano.

El reinado de los Reyes Católicos prepara un siglo triunfador. Si España asimila a Carlos V es porque se han creado una fuerte atmósfera antes de él. Si conquista un mundo, lo evangeliza y dirige la Contrarreforma, material y espiritualmente, es gracias al unanimismo moral creado a fines del s. XV, es por ella que puede vivir esas grandes horas. Pero el mecanismo psicológico puesto en marcha por la pasión de unidad produce también otros resultados. El mundo cambia, alrededor de España, y ésta no se adapta.

El Estado moderno

Políticamente, los Reyes Católicos doblegaron la turbulencia de los grandes nobles. La fundación de la grandeza y de los títulos de España inmovilizó la jerarquía nobiliaria.

La hegemonía exterior

Los orígenes de la expansión española son conocidos. No es ilógico que Carlos V, ante la extensión de sus territorios, haya vuelto, en torno a la idea de imperio. Para darse cuenta de que Carlos V agota en su propia vida una fuerza más limitada de lo que él creía, basta comparar el joven vencedor de Pavía con el vencedor preocupado y cansado de Mühlberg. Porque esa fatiga es también la del pueblo español. El problema mayor de España fue que la expansión se dio demasiado rápido y fue inmensa, dejándole a la Corona la administración de muchos territorios, con muy poco dinero.

El esfuerzo colonial y económico

Sin embargo, el aspecto de la expansión española que ha seguido siendo esencial para los tiempos modernos es otro: el fenómeno colonial. Dos años después de la hazaña de Colón, el papa repartió la Tierra entre Portugal y España. El ritmo de colonización se acelera en la época de Carlos V. Los años de 1519-1522 son de una actividad sorprendente.

¿Acaso la colonización fue una simple aventura, deshonrada aquí por la avaricia y engrandecida allá por la fe? No, porque también participa de todo el espíritu creador (científico, jurídico-político, económico y material) del s. XVI. Se impone hacer constar que el hecho colonial español fue agente decisivo en la transformación económica de que nace el mundo moderno. Este hecho creó el primer mercado mundial.

Como siempre, conviene establecer distinciones en el tiempo y en el espacio. Hemos visto, en el s. XV, un aspecto demográfico, una impulsión agrícola, una especialización en la producción de lanas, una renovación del comercio interior y una participación en el comercio internacional, que han preparado la expansión exterior de Castilla. Este impulso no debe nada a la llegada de metales preciosos, ni a la colonización en general; por el contrario, está situado en sus orígenes: La época de los Reyes Católicos es una época creadora.

Apogeo espiritual. El Siglo de Oro

El Siglo de Oro de la civilización española fue todo un proceso de florecimiento y no un estallido brusco. El siglo XV lo preparó, mediante los procesos de la lengua, el desarrollo de los géneros literarios originales y los refinamientos del arte plateresco. El “Siglo de Oro” no sirve de expresión solamente a reducidas selecciones, sino a la sensibilidad general de la nación. El apogeo en el “Siglo de Oro” se da en todas las posibles manifestaciones, desde arte y literatura, pasando por la economía, hasta la medicina.

La decadencia del gran imperio

La etiqueta, la corrupción y la intriga afectan la eficacia del poder central. Y la propia unidad nacional resulta comprometida. La caída demográfica es evidente, siendo este fenómeno el principal motor de la caída del imperio español.

Otro factor importante fue que los beneficios no fueron invertidos. Los emigrantes favorecidos por la fortuna soñaban con una vida que no habían logrado en España, gastando mucho en castillos, tesoros y despilfarros.

México Precolombino

Julia Sierra

Los múltiples descubrimientos del pasado de américa

La pregunta primera es ¿quién soy? La cuestión se plantea en el presente, pero comprende el pasado y el futuro. La pregunta tiene respuestas múltiples. La pregunta en México siempre ha estado indisolublemente ligada a la “cuestión indígena”. Cada época y cada cultura tienen sus formas peculiares de ver el mundo. El ser del indio se manifiesta en nuestra conciencia, aunque esto siempre ha sido estudiado desde la visión del no-indio.

Villoro distingue cuatro momentos fundamentales en la definición de nuestra identidad:

• Lo indígena caracterizado por la providencia, es la cosmovisión religiosa que España aporta al Nuevo Mundo;

• Lo indígena manifestado por la Razón Universal, tiene tres etapas:

o El humanismo ilustrado del siglo XVIII, se difundió la idea de que el indio no es inferior, sino diferente;

o Metamorfosis romántica del pasado indígena que justifica la independencia, sostenían que en el México precolombino el evangelio ya había sido proclamado, por tanto, los novohispanos no debían nada a la corona y querían ser iguales a los españoles; y

o Historiografía cientista del siglo XIX, los pueblos prehispánicos son vistos como pueblos semicivilizados, esto con miras en utilizar el pasado nacional como un arma patriótica. El ser del indio es un ser muerto, es sólo una cosa entre otras, pero permite utilizarlo como arma patriótica, como símbolo de nacionalidad.

• Etapa de acercamiento y búsqueda de incorporación del indio a la sociedad mexicana, se busca la homogeneización de la raza, para ello, el indio debe dejar de serlo; y

• Momento actual, se busca construir una sociedad que reconozca la pluralidad cultural como dimensión fundamental de la organización del Estado.

El México Antiguo

Se inició con la llegada paulatina de bandas de recolectores-cazadores y concluyó con la ocupación europea. Nunca existió como unidad histórico social.

Las grandes divisiones: espacio y tiempo

El continente americano tiene una enorme extensión, lo cual provoca que existan grandes cambios climáticos entre el sur y el norte, además de que esta dotado de una fascinante biodiversidad.

En México existieron tres grandes áreas culturales:

• Aridamérica, noroeste de México y Baja California;

• Oasisamérica, noroeste; y

• Mesoamérica, mitad meridional de México, hasta Costa Rica.

Las primeras sociedades recolectoras-cazadoras. La etapa lítica (33’000-5’000 aC)

La palabra prehistoria es equívoca. Designa un período de la historia humana, que precede a la escritura o historia basada en textos y a una ciencia, cuyo objeto es el conocimiento de estas épocas. Sin embargo, esta ciencia no tiene ni problemas ni métodos propios; sus problemas son los de la historia y sus métodos los de la arqueología.
La historia se divide en el periodo lítico, protoneolítico y mesoamérica (preclásico, clásico y posclásico).

Se ha llamado etapa lítica al periodo que duró 28 mil años, mismo que se subdivide como sigue:

• Arqueolítico, 33’000-12’000 a.C.; y

• Cenolítico, 12’000-5’000 a.C.

En el arqueolítico no poseían equipo técnico avanzado. Sus instrumentos eran grandes y burdos. Todo este horizonte queda comprendido en la parte final del pleistoceno, cuando el clima era más húmedo y frío que el actual.

Hacia 12000 a.C. tuvieron lugar innovaciones importantes en la tecnología de la piedra, que marcan el inicio del horizonte cenolítico. En el cenolítico las técnicas para la confección de equipos con fines específicos aumentaron. El cenolítico se ha dividido en dos fases: inferior y superior. Los artefactos típicos del cenolítico son las puntas de proyectiles. El arco y la flecha son inventos posteriores.

En la etapa lítica los hombres se agrupaban en bandas que raras veces rebasan los 100 individuos. Integraban sistemas de alianzas. En esta época las sociedades eran básicamente igualitarias, estableciendo diferencias sólo en razón del sexo y la edad. Los traslados del grupo no se daban al azar, sino en circuitos preestablecidos.

La Transición a la agricultura. Protoneolítico o arcaico (5’000-2’500 aC)

Algunos grupos de recolectores-cazadores fueron modificando lentamente sus actividades de subsistencia, su organización social y sus concepciones del universo.

Para entender la complejidad de este proceso que duró 2500 años es necesario distinguir entre el simple cultivo y la agricultura. El cultivo implica la intervención deliberada del hombre en el ciclo vegetativo de las plantas. Una sociedad se define como agrícola cuando adquiere un patrón de subsistencia en el que predomina la producción y consumo de alimentos cultivados. Es decir, la agricultura, además de una técnica, significa una nueva forma de vivir. En el proceso que lleva al sedentarismo existen cambios genéticos en la flora y fauna, como producto de las conductas selectivas del hombre.

En todo se observa un crecimiento paulatino de la población, señalado por el aumento en importancia de los asentamientos humanos.

En la época del protoneolítico es cuando empiezan a desarrollarse las diferencias entre las tres áreas culturales que se encuentran en nuestro territorio.

Áreas culturales

Aridamérica

En esta zona la aridez no permitió la transición hacia la agricultura. Las sociedades pertenecientes a esta zona socio-geográfica no mantuvieron un contacto permanente e intenso, como sucedió en Mesoamérica, lo cual hace difícil caracterizar a la zona.

La caracterización de Aridamérica es problemática. El territorio es un mosaico geográfico. Su vegetación oscila entre pastos bajos, xerófitos, cactáceos y coníferos.

Kirchhoff dividió esta área en las siguientes regiones:
a) Centro y Sur de California. Escenario de una excepcional riqueza de recursos naturales.
b) La Gran Cuenca, caracterizada por la escasez de recursos, con climas extremosos y secos.
c) Noroeste de Arizona. Ambiente similar a la Gran Cuenca.
d) Apachería, localizada en Sonora, Chihuahua y Sur de EU. Tenía un carácter beligerante.
e) Costa de Sonora, donde se asentaron los seris.
f) Sur de Texas. Es un territorio cubierto por ricos pantanos y estuarios, donde habitaron los Karankawas.
g) El norte de México o Gran Chichimeca. Es la región más compleja. Debido a su vecindad con Mesoamérica establecieron múltiples relaciones de intercambio.

Oasisamérica

Esta área fue la última en formarse. En el momento de su máxima expansión, esta área ocupó el suroeste de EU y el noroeste de México. El territorio es semiárido, el clima extremoso y las torrenciales lluvias duran pocos meses al año. Sus centros sociales mantuvieron un constante intercambio comercial con los pertenecientes a Mesoamérica.

Las principales regiones culturales que constituyen esta área son:

a) Región Anasazi. Se encuentra en EU. Está constituida por las sociedades más complejas y mejor estudiadas del área. Es una región boscosa. Su historia se ha dividido en dos periodos: Cesteros y Pueblo. El primero se caracteriza por la transición a la agricultura, el segundo por la producción de cerámica y agricultura de riego.

b) Región Hohokam. Es la menos estudiada. Construyeron canales de riego y grandes canchas de juego. Cuando los españoles llegaron ya habían desaparecido.

c) Región Mogollón. Es la zona más extensa. Acostumbraban a enterrar a sus muertos. Contaban con redes de distribución de agua potable, estufas de leña y graneros. Los edificios ceremoniales se encuentran alrededor de dicha construcción y contaban con dos juegos de pelota.

d) Las otras dos regiones: Fremont y Pataya

Mesoamérica

Mesoamérica fue bautizada con ese nombre por Kirchhoff, el cual se refiere a la posición intermedia que ocupa la zona en el continente. Es el conjunto de grupos que habitaron el centro y sur de la República, que por medio de la agricultura y sus intercambios comerciales configuraron una antigua civilización preindustrial.

Kirchhoff definió como los elementos más significativos y de mayor dispersión entre los pueblos mesoamericanos, los siguientes: una economía basada en el complejo maíz-frijol calabaza, uso del bastón plantador o coa, cultivo en chinampas, aprovechamiento del maguey y cacao, construcción de basamentos para fines ceremoniales, mercado y mercaderes, práctica del juego de pelota, escritura jeroglífica, notaciones numéricas, libros pintado, hechos con fibras vegetales o pieles llamados códices, calendario agrícolas.

Mesoamérica es un mosaico cultural, tanto por la diversidad de sociedades que crearon, como por las vías que siguieron su evolución. Puede ser descrita como una región tropical.

La unidad mesoamericana no implica necesariamente la existencia de rasgos culturales comunes, ni derive de evoluciones paralelas sino que descansa en una historia compartida.

Hilos fundamentales sobre los que se tejió la realidad mesoamericana:

• Una tradición básica, producto de una historia común de larga duración;

• Una historia local-regional; y

• Una historia civilizatoria común.

1) Historia común de larga duración

Los principales hitos históricos son:

• Preclásico: Se subdivide en: Temprano, Medio y Tardio. Modelo de subsistencia agrícola-sedentario, crecimiento demográfico constante, trabajo especializado, conflictos bélicos.

• Clásico: Se divide en: Temprano, Tardío y Epiclásico. Diferenciación campo-ciudad (en el campo se producen la mayoría de los bienes de subsistencia en las ciudades se concentra las actividades artesanales, administrativas y los servicios), desarrollo de la agricultura intensiva y aparición de la metalurgia. La religión se incorpora a las esferas del gobierno. El urbanismo se encuentra muy desarrollado. Es una época de esplendor; se perfeccionan los calendarios, la escritura, la numeración y la astronomía. Las artes florecen. A finales de esta etapa las grandes capitales declinan y se colapsan.

• Posclásico: También se divide en temprano y tarío. Sus características principales tienes un fundamento básicamente político: aparición de sistemas de control regional (supraétnicos), desarrollo de la metalurgia, surgimiento del militarismo.

2) Historia local-regional

La Conquista Española

Bernardo García Martínez

Nuevos modos de pensar, una economía mas controlada y un gobierno mucho más influyente y autoritario dieron lugar a lo que algunos historiadores han llamado “la segunda conquista”.

La conquista no fue sólo guerra y destrucción sino también una maniobra política que procuró la supervivencia de muchos elementos fundamentales de la realidad prehispánica.

El burdo estilo de los tiempos primitivos

La mayor parte de los descubrimientos y las conquistas de los últimos años del siglo XV y primeros del XVI fueron algo mucho más prosaico que lo que esos términos encierran. Fueron simples avances en un proceso de invasión que carecía por entonces de rumbo definido, o frecuentes y violentas luchas con pequeños y débiles grupos humanos que quedaban sometidos a formas muy crudas de explotación.

Las autoridades españolas, preocupadas por las pobres perspectivas de una empresa cuyo único futuro predecible parecía resumirse en depredación y muerte, intervinieron normas de doblamiento y principios de legalidad, y cimentar una política cristiana de defensa de los indios.

La “primera conquista” se dio con el avance español a lo largo de los litorales del Golfo de México mediante varias expediciones que se organizaron en Cuba. La primera de esas entradas fue la dirigida por Francisco Hernández de Córdoba, que bordeó la península de Yucatán en 1517. No tuvo éxito porque fue rechazada por los mayas. Una segunda expedición, encabezada por Juan de Grijalva, fue sumamente cauta. Fue durante este viaje que españoles y mexicanos tuvieron por primera vez noticia directa de mutua existencia. A fines de 1518 se lanzó una tercera expedición organizada en Jamaica, al mando de Alonso Álvarez Pineda. El gobernador de Cuba, Francisco Garay, se lanzó en 1523 en persona a completar su sueño de conquistar esa región. Su pretendida conquista no produjo ninguna victoria.

El periodo antillano de la dominación se caracteriza por que la mayoría de los descubrimientos apenas rebasaban la categoría de burdas invasiones encabezadas por aventureros y buscadores de botines. A diferencia de estas expediciones, Hernán Cortés también aventurero y deseoso de ganancias, poseía características que lo distinguían de otros. Era más arrojado e inteligente y dominaba LA POLÍTICA.

Conquista y política: el rostro español

En abril de 1519, 600 soldados al mando de Cortés salieron de Cuba. Al llegar a América continental tuvieron cuidado en cimentar una base de operaciones, tejiendo relaciones con algunos pueblos. La expedición en su conjunto equivalía a un ejército privado formado por voluntarios.

Hernán Cortés, a diferencia de los otros capitanes de las antiguas expediciones, no era del tipo sumiso. Conocía el modo de componer su situación irregular, al no acatar las instrucciones del gobernador de Cuba. Para lograr legitimidad, recurrió a la argucia de darle a su campamento la categoría de población, nombrándole Villa Rica de la Vera Cruz, para enseguida instaurarle con sus capitanes un cabildo. Hay que recordar que estas expediciones estaban al servicio del rey y orientadas hacia la evangelización.

Conquista y política: el rostro mesoamericano

La aventura por venir difería mucho de todas las vividas actividades anteriores de los demás conquistadores. Era evidente, que Cortés no se enfrentaba a poblaciones débiles, como en las Antillas, sino de sociedades más complejas.

El lugar donde el ejército de Cortés estableció la primera base era territorio de Zempoala, el cual era un señorío, tributario de México-Tenochhtitlán. Como tal, pertenecía a un imperio en plena extensión. Sin embargo, Zempoala disfrutaba de su autonomía y era gobernado por un tlahtoani. En algún momento ese tlahtoani decidió aliarse a los recién llegados.

Los señoríos mesoamericanos eran la expresión de un tipo de organización política peculiar a esta parte del continente, con una peculiaridad étnica y cultural. Todo señorío era reconocido como tal por sus pares siempre y cuando reuniera los atributos de legitimidad que la sociedad demandaba. Había señoríos simples, y los había plurales. En todos los señoríos se daba gran importancia a los fundamentos históricos o rituales del territorio y del linaje gobernante porque de ellos dependía el reconocimiento y la legitimidad del ejercicio del poder.

¿Por qué usamos el término señorío? La palabra es española, pero nos sirve para conceptuar lo que los españoles apreciaron en esos momentos. El concepto nativo de señorío se denominaba, en nahuatl, ALTEPETL, y tenía su expresión de soberanía en lo que se conocía, de manera más abstracta, como TLAHTOCAYOTL.

Alianzas, guerras y el avance español

La alianza entre Zempoala y la hueste de Cortés marcó el parámetro a seguir. Se iba perfilando una diferente construcción política cimentada en las nuevas alianzas que conjuntaban bajo la directiva española tanto a los señoríos independientes como a los que habían sido tributarios de los mexicas.

La conquista fue un logro político, y una de sus consecuencias más importantes fue la subsistencia de los señoríos con toda su estructura de gobierno y su amplia autonomía.

Las alianzas no funcionaron en todas partes porque no todos los señoríos aceptaron los términos. Así, al mismo tiempo que se establecían las alianzas también desde 1519 y hasta 1524 se efectuaron operaciones militares. Pero por qué unos señoríos aceptaron las alianzas y otros no, lo que debemos entender que en cada señorío debieron sopesarse posiciones encontradas antes de actuar y que ello provocó disensiones profundas (en algunos señoríos una parte se alió y otras no). Una de las alianzas más duraderas se dio entre los españoles y los tlaxcaltecas. Pero cuál era la razón fundamental para hacer las alianzas, la respuesta era muy sencilla, el dominio de México-Tenochtitlan era cuestionado en muchos de los señoríos.

Era imposible saber si la población común participó directamente en las decisiones que determinaron las alianzas o las no alianzas. Es casi seguro que no. Las sociedades mesoamericanas tenían estructuras de autoridad muy verticales.

México-Tenochtitlan: la gran conquista

Debemos distinguir entre la conquista del Imperio y la Conquista del señorío de México en particular, así como la de Texcoco y Tlacopan (aliados o socios en el manejo del imperio, se les llamaba la Triple Alianza), siendo la primera un proceso gradual basado en las alianzas y guerras individuales, mientras que la conquista de Tenochtitlan fue como la de cualquier otro señorío particular.

Cabe señalar que Cortés en primera instancia, fue identificado con el dios Quetzalcoatl. Fuertemente presionado, o acaso obedeciendo a una decisión no explicable, Moctezuma recibió a los españoles y les permitió instalarse en su propia ciudad en nov. De 1519. Más tarde, Moctezuma se dejó capturar y fue desplazado del poder. Entre tanto, una breve ausencia de Cortés motivo una guerra abierta y el primer episodio de la “noche triste”.

De julio de 1520 a agosto de 1521 la guerra de la conquista de México consistió básicamente en el sitio de la ciudad hasta que, materialmente destruida, se rindió por hambre y enfermedades. Pero aunque agosto se convirtió en símbolo de la victoria final, el proceso de la conquista no terminó allí, como tampoco había empezado en México.

Las conquistas de los años tardíos

Cortés intento varias conquistas fuera del territorio novohispano, que resultaron en rotundos fracasos que obligaron a la corona a ejercer un mayo control sobre sus enviados a América.

Hay dos ciclos de conquista distintos al de Cortés:

• Conquista de los señoríos yucatecos, llevada a cabo por la familia Montejo., fue llevada a cabo con mucha lentitud y tremendas dificultades..

• Expansión hacia occidente, bajo el mando de Nuño de Guzmán, llevada a cabo con métodos violentos y destructivos. Se dio sobre un área extensa a la que se dio el nombre de Nueva Galicia. Los señoríos sometidos fueron Jalisco, Tepic y Sinaloa (se dieron de manera rápida y brutal). En este contexto Michoacán había sido el Estado más compacto de Mesoamérica, el sometimiento de este reino tuvo que ser, después de la haber dejado el gobierno indígena, total debido a la codicia de Nuño de Guzmán. Michoacán al igual que el imperio de la Triple Alianza se había constituido sobre la base de señoríos particulares, pero a diferencia de éste, que los mantenía básicamente como tributarios autónomos, los tenía más integrados y amarrados con firmeza a la soberanía del rey o cazontzi.

Ensayo General: El Virreinato Novohispano en Tiempos de los Austria
Manuel Ramos Medina

La colonia ha sido caracterizada como el periodo de nuestra historia en la que se dio por terminado nuestro pasado glorioso y se dio paso a la Edad Media de México. Se da entre los s. XVI a XVII.
¿Qué se conoce como la Colonia? En la mayoría de los casos se afirmará que fue el fin de nuestro pasado glorioso, el prehispánico. Pero en realidad, el mundo prehispánico no conformaba una unidad (México no existía), era un mosaico de pueblos con características similares.
Son el pasado prehispánico y el español los que configuran el ser del mexicano, no solo desde el punto de vista social o político, sino en el del mestizaje de la raza que hoy día se conforma de genes negros, españoles e indígenas.
I
La conquista de México no fue exclusivamente la lucha y el triunfo de los españoles frente a los indios. Fue un fenómeno más complejo. La conquista de la Nueva España es la continuación de la reconquista española. Ambos bandos que participaron en la Conquista (españoles e indígenas) no eran grupos bien identificables y entre los dos ejércitos se configuraba una mezcla étnica importante.
La conquista no terminó con la caída de Tenochtitlan, hasta mediados del siglo XVI eran comunes las revueltas, encabezadas casi siempre por españoles inconformes con Cortés. Esto determino la necesidad de realizar campañas de pacificación.
II
Evangelización
¿Cómo asegurar la unidad de la nueva población recién conquistada bajo una ideología común? Para asegurar la unidad de los nuevos territorios conquistados, se utilizó a la religión, justo como sucedió en la reconquista. Fue importante que la religión fuera la justificación para legitimar el dominio político, económico y militar que se tenía sobre los indígenas.

Para España la conquista armada, la explotación económica y la dominación política sobre los indígenas, únicamente se podían justificar si se les consideraba como medios para alcanzar la conversión de éstos al cristianismo.
Para la introducción de la religión fue importantísimo el papel que jugaron las órdenes mendicantes, siendo los franciscanos, dominicos y agustinos los elegidos para tal empresa. Cabe mencionar que fueron rápidamente adoptados por los indígenas como sus protectores, debido a su sencillo modo de vida.
Los franciscanos, los primeros en llegar a las nuevas tierras, arribaron en 1524. Entre 1524 y 1560 llegaron a México cerca de 400 religiosos. La evangelización se pudo llevar a cabo gracias al apoyo de las autoridades políticas de la Nueva España, y por otro lado, la ayuda de la Iglesia.
Después de la primera evangelización llegaron otras órdenes religiosas. Los jesuitas en 1572.

La distinción entre el CLERO SECULAR O DIOCESANO y el CLERO REGULAR es sencilla, el primero se divide en DIOCESIS, ARQUIDIOCESIS Y PARROQUIAS, y el segundo en ÓRDENES RELIGIOSAS, como los franciscanos, jesuitas, etc.

Las instituciones políticas en la Nueva España
Para abordar el desarrollo del renglón político novohispano partimos de de dos momentos bien diferenciados. El primero, los intentos de la construcción del aparato gubernamental, y segundo, la consolidación del poder real a partir de la segunda mitad del s. XVI.
En un principio la ordenación política de Nueva España se creo conforme las necesidades los apremiaban, no es sino hasta la segunda mitad del siglo XVI que se consolidó el poder real.
La cabeza del imperio era el Rey, quien delegaba en el Real y Supremo Consejo de Indias, la labor de centralizar el poder, incluso en lo tocante a la iglesia.
El gobierno, bajo las órdenes de Cortés, mantuvo a los caciques prehispánicos, así como las redes comerciales para el mantenimiento del pago del tributo. La partida de Cortés a Honduras, provocó gran desorden en Nueva España, casi al punto de la guerra civil.
Por lo anterior España decidió enviar tres audiencias; la primera de ellas aumento los tributos, permitió la esclavización de indios y despojo a Cortés y sus hombres de todos sus bienes. Es por ello que se decidió por la figura del Virrey, quien centralizaría el ejercicio del poder, como sucedía en la España feudal, siendo el primero don Antonio de Mendoza.
El virreinato se fundo sobre dos estructuras: • Una organización jurídica fundamentada en el derecho romano; y • Una burocracia civil y eclesiástica leal a la corona.
El virrey tuvo como contrapeso a los visitadores y a la propia iglesia.
Además del virrey la figura política dominante fue la audiencia, tribunal superior intermedio entre los jueces locales y los Consejos.
La Iglesia
La corona tenía como función inherente a su investidura la de defender la fe en su reino. Esto le es dado desde el inicio de la reconquista, en donde España se había dividido a lo largo de 7 siglos en un norte cristiano y un sur musulmán. Tras la reconquista quedó marcado en el alma de los españoles que ser cristiano era sinónimo de ser español.
La iglesia tenía un doble proyecto: • Una iglesia misionera, vinculada con la evangelización; y • Una iglesia organizada en diócesis.
El primer proyecto se desarrolló con mayor rapidez debido a la presencia de las órdenes religiosas. No es sino hasta el siglo XVI que cobró importancia el proyecto de la iglesia organizada. El declive de las órdenes religiosas comenzó a mediados del siglo XVI cuando se prohibió que la doctrina fuera heredada, debiendo ser entregada a los obispos, provocando que el clero organizado tomara importancia por fuerza.
La economía novohispana
La historia novohispana está marcada por dos grandes periodos[1]: • De la conquista hasta mediados del siglo XVIII, cuyo fin es enmarcado por las reformas borbónicas; y • Desde mediados del siglo XVIII hasta 1821.
La conquista de América se llevó a cabo como una empresa mixta en la que participaron la corono en conjunto con los particulares. Los conquistadores invirtieron todo cuanto pudieron con la idea de que pronto se verían recompensados al encontrar grandes tesoros y por los favores del Rey.
Los conquistadores más sobresalientes obtuvieron la concesión de tierras, aguas, montes y pastos como “mercedes reales”. La corona ideo un sistema de incentivos, conciente del peligro que entrañaba otorgar tierras (por el pasado feudal de la península), por lo que se pensó en otorgarles una cantidad determinada de indios de servicio.
La institución de la encomienda se basaba en una antigua institución española con resultados terribles en las Antillas, pero también en las estructuras tributarias prehispánicas.
La responsabilidad principal del encomendero era otorgar instrucción en la fe católica para los indígenas. Sin embargo la falta de regulación sobre esta institución provocó que se cometieran terribles atropellos en contra de la población nativa de América. La corona intentó remediar la situación por medio de las Leyes nuevas de Indias[2]. A pesar de la decisión de la corona de dar continuidad a la Encomienda, esta terminó por desaparecer casi por completo a finales del siglo XVI.
Por otro lado los indios que se resistieran a la conquista fueron sometidos como esclavos, a pesar de sus ventajas, la esclavitud de los indios quedó pronto prohibida. Por lo anterior se incremento la importación de esclavos negros para que trabajaran en las labores más duras.
La metalurgia atrajo a grandes cantidades de inmigrantes españoles que por medio de concesiones explotaron las minas sobre todo de plata. A cambio de esta concesión, los concesionarios debían entregar la décima parte de la producción de monedas.
El comercio estaba estrictamente controlado por medio de los monopolios
La composición social de la Nueva España
A la llegada de los españoles la población mesoamericana era de alrededor de 25 millones de personas, para 1620, producto de las epidemias, la población llego al millón doscientos mil habitantes. Esto benefició a los españoles y a la hispanización del nuevo mundo, pues si bien seguían siendo minoría, ya ejercían una influencia mayor sobre la composición demográfica del virreinato.
Los españoles se concentraron en las ciudades y ocuparon los más altos cargos en el gobierno, aunque en la iglesia los criollos fueron ganando de a poco importancia.
Las castas eran una entremezcla de grupos tales como los españoles, mestizos, criollos, indígenas y negros.
Los logros culturales
La cultura prehispánica perneó en la nueva cultura española, con la llegada de las órdenes evangelizadoras, llego la necesidad de conocer las creencias y lenguas de los naturales, provocando en cierta medida el rescate de la cultura mesoamericana que estaba muriendo.
La Real y Pontificia Universidad fue fundada en 1551, respondiendo a las necesidades culturales de la población criolla, convirtiéndose en el centro cultural más importante de América.
Por otra parte los colegios de estudios superiores tuvieron gran importancia, siendo los jesuitas los grandes educadores de la colonia.

SUMA DE LA POLÉMICA ENTRE GINÉS DE SEPULVEDA Y
FRAY BARTOLOMÉ DE LAS CASAS ACERCA DE LAS
GUERRAS DE CONQUISTA

La conquista no era sólo una incorporación geográfica, sino una incorporación de los indígenas al cristianismo.
El problema que se le dio a España era la justificación de las nuevas tierras, es decir, tenía como objetivo convertir un mundo de infieles a la fe verdadera (título de expansión jurisdiccional español). Hay que hacer la distinción entre paganos y herejes. Los paganos son aquellos que no conocen la fe verdadera, y los herejes son aquellos que conociendo la fe verdadera la rechazan (abjuraron de la misma). El problema de la cristianización y occidentalización de los indígenas estuvo siempre ligado a la justificación imperial española.

Dos ideas fundamentales (entre la que gira la polémica entre Sepúlveda y Casas)
1.- Casas defendía que la base de todo dominio era la condición religiosa de los hombres.
2.- Sepúlveda. La base de todo dominio se fundamenta en la superioridad de una civilización sobre la otra.

* La polémica entre religión y condición nacional de los hombres enfrenta a los seguidores del papa Alejandro VI (Bulas Inter. Coetera).

La síntesis de la polémica que aquí se presenta, resume uno de los momentos más cruciales. En ella se discuten tres elementos muy significativos:
El primero la determinación de la naturaleza del indio. Se presenta dos tesis opuestas. Una considera a los indios bárbaros, fundamentándose en tesis aristotélicas; otra basada en Santo Tomás, postula como principio los derechos inherentes a toda persona humana y aunque señala las diferencias en el desarrollo de los pueblos, afirma que no están incapacitados para gobernarse y tener cultura.
El segundo, es la incorporación de los indígenas a la nueva cultura, y como lo esencial de la misma, a la religión católica. Existieron dos propósitos contradictorios: hispanizar y cristianizar al indio, entendiéndose ambas cosas como una sola y al mismo tiempo dejarlo en libertad para ser sí mismo.
El tercero, el problema jurídico (derechos de propiedad y autoridad)

Dr. Ginés de Sepúlveda (provocó el enfrentamiento cuando escribió “Las Causas Justas de la Guerra”, la cual publicó sin autorización)
El doctor Sepúlveda fundamenta su exposición en cuatro razones: la primera, por la gravedad de los delitos de aquella gente, señaladamente por la idolatría y otros pecados que comenten contra la naturaleza. La segunda, por la rudeza de sus ingenios, que son de naturaleza servil y bárbara, y por ende obligada a servir a los de ingenio más elegante, como son los españoles. La tercera, por el fin de la fe, porque aquella sujeción es más cómoda y expedienta para su predicación y persuasión. La cuarta, por la injuria que unos entre si hacen otros, matando hombres para sacrificarlos y algunos para comerlos.
Sepúlveda decía que cualquier título legítimo de los indios sobre estas tierras había terminado con el advenimiento de Cristo. El papa como un vicario universal tenía potestad sobre cristianos e infieles. Ningún reino, decía, está fuera de la competencia de Roma.
Si los indios no abrazaban la cristiandad y no se sometían al dominio de los cristianos podía haber guerra.
Sus ideas naciones de la “Teoría de la Servidumbre Natural” de Aristóteles, sostenida por Orígenes. La cual diferenciaba entre los hombres mediante el uso de su razón.
Para Sepúlveda los indios eran unos bárbaros y toda guerra era prudente sobre el bárbaro. La evangelización justificaba el trueque de la cristianización por el dominio de las materias de los nuevos territorios.
La ideología de Sepúlveda era de índole CULTA (parte de la ideología culta de la conquista). Su obra fue representación máxima de esta postura.

Fray Bartolomé de las Casas (ideas de Santo Tomás)
De las Casas admitió que los infieles (paganos) podían tener dominio y posesiones lícitas. Dominio quiere decir derecho inherente a toda criatura racional sin importar la religión.
Para de las Casas los indios no eran ni servidumbre, ni bárbaros, ni esclavos, ni racionales.

DIFERENTES POSTURAS
1.- Donatismo. Donato de Casa Negra, fue un sacerdote de la diócesis de Cartago a partir del año 312. Perturbó la paz de la iglesia africana en el s. IV. “La validez de los sacramentos depende de las disposiciones morales del ministro que las confiere. Los pecadores no puedes ser miembros de la iglesia”.
2.- Arrianismo. Herejía cristológica que afirmaba que el hijo de Dios salio de la nada y que sería de una sustancia distinta a la del padre”.
3.- Beda (672-735) Teólogo anglosajón. Historiador y cronista. Mejor conocido por su historia eclesiástica del pueblo ingles. Es una fuente vital para la historia de la conversión a la cristiandad de las tribus americanas.

ECLESIOLÓGICAS: herejías contra la iglesia
CRISTOLÓGICAS: herejías contra Cristo

EL SIGLO DE LA INTEGRACIÓN
Andrés Lira y Luis Muro

El paisaje y la expansión del país

El asentamiento sobre las tierras y pueblos nuevos primeramente conquistados formaban el escenario principal de la Colonia, esto es, un conquistador que se hubiera ausentado de la Nueva España poco después del triunfo sobre México-Tenochtitlan y de las exploraciones y conquistas que siguieron, para regresar entre 1550 y 1560, se encontraría con un ambiente muy distinto al que dejo. Tal situación se tradujo a modo de ejemplo en las siguientes situaciones:

Los valles y lugares antes despoblados se convirtieron en monasterios rodeados de indios sometidos por los misioneros
Existencia de nuevos tipos de hombres en los pueblos y en los caminos
Empezaba la explotación de ricos minerales en el norte del país pero aún era difícil acceder a ellos

Destacaban ciudades como México, Puebla, Oaxaca, Guadalajara, al lado de otras que seguían en constante crecimiento, como Durango, fundada en 1563, los puertos de Veracruz y Acapulco se utilizaban como base de un comercio ultramarino regular.

Durante esta época habrá que destacar la existencia de caminos y construcción de obras hidráulicas, en especial, obras de desagüe que permitieran evitar las inundaciones y la consiguiente inundación de ciudades.

Atendiendo a las vías de comunicación destacarán los caminos a través de los cuales se realizan viajes del Sur al centro de la Nueva España (siglo XVII), que da la impresión de estar en presencia de lugares concurridos y ocupados de muchos años atrás. Otras rutas que concentran la atención son las que se presentan de poniente a oriente, pasando por la ciudad de México, hasta llegar a Veracruz. En esta tesitura destaca el Puerto de Acapulco y Veracruz que se constituyen en lugares propicios para la vida en tránsito. Tal situación se manifiesta en la posibilidad de caracterizar dichos puntos como plazas pobres, enriquecidas periódicamente con la llegada de naves provenientes de la China propiciaban que los mercaderes peruanos acudieran a comerciar. Luego de realizar su trabajo mercaderes, funcionarios y religiosos se retiraban a la ciudad de México a vender las mercancías obtenidas mientras que otro tanto se conducían a Veracruz para embarcarlas en flotas que iban a Europa.

La novedad del siglo XVIII fue la conquista del norte, emprendida como gran aventura durante el siglo XVII. Los caminos eran lentos e inciertos, no obstante, el avance de soldados y mineros acompañados de misioneros, y con ellos los ganaderos y colonos; todos estos fueron creando centros complejos, social y económicamente, dependientes del avance de las minas.

Pero no sólo los lugares cercanos a los centros mineros resultaron alterados por la influencia de éstos; también se extendió su influencia a otras zonas, en especial, el Bajío ubicado entre México, Zacatecas y Guadalajara se transformaron en graneros de primera importancia.

En definitiva se podrá identificar zonas de penetración exclusivamente misionera, esto es, el occidente que fue celosamente cuidado por los jesuitas hasta su expulsión hasta 1767 mientras que al oriente los soldados y franciscanos poco hicieron en el cambio de paisaje, pero es un hecho que a finales del siglo XVII el espacio de la Nueva España, de los reinos y provincias se definió.

La población

El siglo XVII aparece como un siglo especialmente oscuro para los estudiosos, debido no sólo a la escasez de datos, sino también a un hecho importantísimo: la dispersión y reacomodos de la población en escenarios que solo conocemos superficialmente.

Pese a las dificultades, hay hechos que se imponen, lo cual permite dar una idea de la población novo-hispana del siglo XVII, estos son:

1.- Indígenas. La gran epidemia que afecto sólo a la población indígena que tuvo su origen en 1576, trajo consigo una drástica disminución de la población indígena. A este fenómeno cabe agregar una nueva redistribución de la población indígena como consecuencia de la nueva ocupación del suelo. Además de la epidemia misma, la invasión de tierras de las comunidades indígenas, con ganados y cultivos de los españoles, obligó al desplazamiento de los pueblos densamente habitados y a la busca de lugares lejanos propicios para la vida. Otro factor a considerar es la existencia de las congregaciones, concentraciones de indígenas que vivían dispersos, o cambios obligados de algunos pueblos ya establecidos, alegando mejores posibilidades para su administración y doctrina cristiana, sin embargo, la resistencia indígena como el abuso de los españoles llevo al abandono de la política.
2.- Españoles. Los españoles fueron legalmente los únicos europeos admitidos en las colonias hispanoamericanas, debido al celo de la metrópoli frente a otras naciones de Europa con las que España se hallaba en guerra política y religiosa. La población blanca de la Nueva España aumentó gracias a una mejor resistencia a las enfermedades; un régimen de trabajo menos duro y; la mejor alimentación y distribución sobre el territorio.
3.- Negros. El comercio de esclavos no disminuyó sino que aumento debido a la merma en la población indígena, lo cual trajo consigo una disminución en la mano de obra para la minería y las labores de los campos. Tuvieron una gran presencia en los reales mineros mientras que los negros libres no se sujetaban a amos conocidos, y se ocultaban para evitar que se les obligara a pagar tributo, en tanto, que otros grupos escapaban a las selvas y montañas y formaban palenques. No obstante, habrá que señalar que la desaparición del elemento negroide se debió a la mezcla constante.
4.- Mestizo. Los mestizos, hijos de españoles e indígenas, se consideraban como elemento subversivo para la conservación de la paz y el orden de la Nueva España. También se incluirá en este grupo a los grupos de personas producto del mestizaje.

Agricultura europea en México

La legislación se orientó a fomentar la inmigración de labradores peninsulares y dotarlos de las tierras más apropiadas para la agricultura. La posición de la Corona en cuanto a la explotación agrícola de la Nueva España se mantuvo en una actitud de protectora expectativa. Dejó en manos de la iniciativa particular la introducción de semillas y plantas europeas, limitando su acción a dictar normas sobre la ocupación de la tierra y el fomento de determinados cultivos como el trigo y la caña de azúcar.

Los cultivos más importantes se circunscribieron a:

1.- Trigo
2.- Caña de azúcar
3.- Cría del gusano de seda
4.- Lino y cáñamo

Como rasgo común a todas estas formas de producción es posible observar las limitaciones impuestas por la Corona cuando estas actividades afectaban los intereses de los peninsulares, lo cual se traducían en la limitación de la mano de obra indígena, así como, la falta de incentivos a políticas de fortalecimiento en la producción de dichos cultivos.

Supervivencia y transformación de la agricultura indígena

La agricultura indígena reducida en extensión por el acaparamiento de las mejores tierras y aguas en manos de los españoles y con menos mano de obra disponible, mantuvo su importancia económica con cuatro especies de origen neto americano: el maíz, el maguey, frijol y el chile.

El maíz. La producción de maíz no pudo ser descuidada porque nunca perdió su condición de producto básico e insustituible en la alimentación indígena. Además, la sociedad colonial aporto nuevos consumidores con el aumento de población representado por mestizos, negros y mulatos.

El maguey. La planta más perenne más típica de México, destaco por su abundancia, excepcional resistencia a las variaciones de las condiciones meteorológicas, adaptación a cualquier tipo de suelos, en especial los de las zonas áridas donde la humedad es casi nula. Más que cultivo, el maguey exgía poco cuidado y por lo mismo requería escasa mano de obra. De las culturas americanas, la de México fue la que supo sacar más provecho del maguey obteniendo: pulque, cuerdas, tejidos para envolver fardos etc.

El frijol y chile. Productos propios de la alimentación popular, fue susceptible del desarrollo de numerosas variedades debido a que donde se asentaba un núcleo de población se cultivaban dichos productos.

La ganadería

La introducción inicial de diversas especies de ganados, en cantidades reducidas por las dificultades del transporte, se transformó en una fabulosa población animal. Los beneficios que trajo la ganadería se tradujeron en coadyuvar al sedentarismo indígena y brindó a la población minera condiciones de vida tolerables. Los mayores problemas suscitados por la ganadería derivaron de su progresivo aumento. Tal situación llevó a la conformación de rebaños salvajes que destruían las labranzas indígenas que encontraban a su paso, esto llevo a la formación de la mesta que en España fue la asociación de dueños de ganado, en la Nueva España por constituir igual tipo de gremio pero formado por propietarios de estancias que a la vez lo eran de ganados. Su principal labor se dirigió a resolver los problemas causados por la acción destructora del ganado suelto en los campos de cultivo y el entrevero de animales distintos.

Cabe destacar que durante el siglo XVI se produce un reajuste de la actividad ganadera debido a la reducción de pastos, uniformidad de las razas de ganados existentes, población consumidora en cierto modo limitada, legislación restrictiva que fijo límites a la estancia y al número de animales.

La minería

El atractivo de los metales preciosos fue un factor importante en la conquista de la Nueva España. En un inicio la tareas se concentraron en la extracción del oro cuyo escasez dio paso a la explotación de la plata en Zacatecas y Pachuca.

La explotación fue posible gracias a los recursos técnicos aportados por los españoles, así como, la posibilidad de utilizar la mano de obra indígena en las excavaciones y la introducción del sistema de patio que permitía extraer el mineral de plata sacados a cuestas por los indios desde lo profundos socavones de las minas, utilizando sal, pirita de hierro o cobre y azogue, redujo el tiempo y costo de la producción de plata, en esta labor cumplieron un papel fundamental la tracción animal.

En cuanto a los problemas a los cuales se enfrentó el minero novo hispano, estos son:
1.- La falta de mano de obra indígena por la disminución de la población
2.- Falta de desarrollo en la técnica extractiva de la plata, redundó en la falta de azogues.

Transformaciones sociales

El siglo XVII será caracterizado como un siglo de asentamiento, lo cual supone la transformación de lo que quedó, y la creación de formas de vida, tanto en lo estrictamente material como en otros aspectos. La Nueva España deja de ser un lugar colonizado y de avanzada para los españoles para convertirse en un país. En la base económica se crea la hacienda, como centro productor y como centro de vida autosuficiente; decaen las primeras relaciones como consecuencia de los cambios de población y de la ocupación del suelo. En definitiva se configuran nuevos complejos económicos.

Las encomiendas

Los conquistadores y sus descendientes lograron Mercedes de encomienda, es decir, indios que debían servirles y tributarles como encomendados, mientras el encomendero, beneficiario del servicio y tributo indígena, estaba obligado a ver que se les diera doctrina cristiana y buen tratamiento. En este sentido, la encomienda cumplía con dos fines la evangelización que se encargaba al encomendero y la riqueza y producción de la tierra, por lo tributos y servicios personales a cargo del encomendado.

Al respecto habrá que señalar que la Corona a pesar de otorgar mercedes de encomienda en un inicio posteriormente se mostró reacia al peligro inminente de la creación de una casta de señores en la Nueva España, en contrapartida, las autoridades locales entendían que sin mano de obra el reino no podría subsistir y que no se contaría con ella sin forzar a los indios y presionaron al rey. Así surgió el repartimiento; en él el servicio estaba retribuido con un salario que se suponía justo, y el porcentaje de los indios de repartimiento que prestaba el servicio retribuido no debía alterar violentamente la vida y la economía de los pueblos. Por tanto, el sistema de reparto estaba a cargo de los oficiales reales y los caciques, esta situación trajo consigo innumerables abusos. En vista de la situación los hacendados aprovecharon la situación para crear incentivos para dejar la encomienda a cambio de mejores salarios y mejores tratos.

Cabe resaltar que la institución de la encomienda sufrió limitaciones que se tradujeron en restringir su existencia hasta la primera generación, así como, atenuar los efectos perniciosos de los viajes realizados por los encomendados. Sin embargo, estas limitaciones paulatinamente decantaron en abolición legal durante el siglo XVIII..

El régimen de trabajo indígena

El sistema de repartimiento respondía a las exigencias de agricultores, ganaderos y mineros, razón por la cual se establecía la figura del juez repartidor, autoridad española encargada de atender las demandas de los empresarios de diversas regiones, y debía presentarse a los lugares donde se solicitaban indios para comprobar la necesidad del servicio, y fijar el número de indios que debían acudir. Por tanto el juez repartidor debía acudir a los pueblos de indios para cerciorarse del número de habitantes, las necesidades propias de los pueblos, y la posibilidad que prestaran el servicio al cual estaban obligados solamente los varones entre 18 y 60 años. El juez repartidor señalaba a las autoridades del pueblo el número de indios que debía enviar a los lugares donde tenía la obligación de prestar el servicio; si no lo hacían se les multaba. Este sistema preparó un terreno fértil para la extorsión y corrupción de las autoridades encargadas de determinar el constitución del repartimiento, por este motivo se busco la abolición de dicha institución la cual se logro hasta 1631.

En contrapartida, como regímenes más favorables para el trabajo indígena se mostraba la hacienda que permitía la posibilidad de tener un sustento seguro y un salario regular. Entorno a la hacienda se constituyeron las cuadrillas o casas de peonaje cuyos integrantes permanentes se les denominó acasillados para quienes existían incentivos fuertes para mantenerse en la hacienda, ya que el hacendado procedía al adelantamiento de salarios. Otra forma régimen de trabajo estuvo dada por la figura del gañan que aprovechándose de la falta de mano de obra en los centros mineros y ganaderos ofrecía su trabajo al mejor postor.

Las haciendas

Las formas en que los españoles fueron ocupando la tierra después de la conquista no se ajusto ni a las condiciones ni control efectivo; se trataba de apropiaciones de hecho, algunas veces en zonas que cultivaban y aprovechaban los indígenas o, simplemente, se trataba de despojos.

En un inicio la ocupación del norte del país no tuvo limitaciones y estas ocupaciones de hecho se permitieron con el objeto del aprovechamiento y asentamiento en los reales mineros enclavados en zonas inhóspitas, sin embargo, desde 1600, los ocupantes de la tierra se vieron obligados a componer su situación frente a las autoridades; y al hacerlo se fueron convirtiendo en legítimos señores de la tierra como consecuencia de la política de la Corona tendiente a regularizar la tenencia de hecho en tenencia legal, lo cual permitiría una entrada segura de recursos con la finalidad de salvar lo apuros de las guerras europeas.

La fijación de la tenencia de la tierra y del poder de sus dueños, surgió la clase de los “señores de la tierra”, cuyas familias se fortalecían al unir a los herederos, asegurando mayorazgos de importancia. El mayorazgo significa la transmisión de la propiedad al primogénito con la finalidad de evitar la fragmentación de la propiedad de grandes extensiones de tierra.
Los obrajes

La industria textil en al Nueva España fue una constante preocupación para las autoridades, pues implicaba competencia para cada uno de los principales productos de Castilla. En repetidas ocasiones se pensó seriamente en la abolición de los obrajes que producían paños de lana para dar entrada a las telas castellanas, no obstante, los empresarios españoles se dieron maña para abastecer su propio mercado, sino que empezaron a exportar a Perú y Guatemala. El obraje resultaba un empresa costeable, pues la principal inversión era la mano de obra, y para adquirirla se valieron de la ocasión sobre los pueblos. Se contrataba a personas condenadas por diversos delitos a la prestación de trabajos forzosos; a los trabajadores contratados buscaban retenerlos mediante el anticipo de sueldos. Esta institución trajo consigo innumerables abusos porque el buen tratamiento y libertad de los trabajadores se veía afectada, en definitiva, no se produjo reducción del obraje.

Sociedad y gobierno

La Corona española y el Consejo de Indias trataron de comprender, en leyes y ordenanzas de gobierno a todos lo miembros de la sociedad novo hispana. Como consecuencia de lo anterior se produjo la Recopilación de las leyes de los territorios de las Indias en 1681.

Lo que hoy se considera organización social y política se llamada en el siglo XVII orden de república. Dentro de él hubo dos repúblicas, la de los indios y la de españoles.

La República de Indios

El fin era transformar, sin destruir, el orden existente; pues la “maña y razón” que tenían los indios para vivir en concierto aseguraba la dominación pacífica. Se buscaba que lo pueblos indígenas mantuvieran su organización al interior de los pueblos, esto no fue posible debido al comportamiento de los oficiales de la república quienes cometieron atropellos que llevaron al rey a intervenir, en tanto, los pueblos sufrían una merma en sus huestes debido a disminución demográfica.

En cuanto a su organización económica se formaron las cajas de comunidad donde se guardaba el dinero en común, estas cajas se encontraban debidamente aseguradas, se trataba de mantener el dinero a salvo de la comunidad, evitando que las autoridades de la república lo malgastaran en borracheras o que lo utilizaran en provecho de las autoridades distritales o los religiosos y eclesiásticos.

En cuanto a su organización religiosa la conquista espiritual llevada a cabo por las órdenes religiosas fue un éxito, ya que los pueblos mostraron una predisposición a aceptar la religión católica, así como ejercitarse en sus virtudes.

La organización política, social y religiosa se trato de llevarse hasta los indios bárbaros. Las congregas y reducciones en que se intentó asentarlos en el norte de la Nueva España tenían como modelo a los pueblos del centro. El modelo sólo se cumplió en parte mientras se logro que algunas comunidades vivieran de acuerdo a las comunidades enseñadas en la fe católica otras se resistieron y se aislaron.

La república de los españoles

La república de españoles está más implícita que expresa, pues su existencia y modo de convivir se asumen como hecho dado y corresponden no a específicas leyes de Indias, sino a la legislación general de Castilla, sólo se encuentra reglamentación especial cuando se observa relaciones con el elemento indígena.

En cuanto a su organización destacaron las ciudades y viilas, con sus cabildos que fueron perdiendo la independencia que en un inicio mostraron para dar paso a transformarse en un refugio de criollos que buscaban alguna notoriedad luego de no ser tomados en cuenta para los cargos públicos de relevancia. A esto habrá que sumas que los criollos dirigieron sus esfuerzos a engrosar las huestes clericales y grados académico. En esta tesitura es posible observar el nacimiento de una nobleza menor que se dedicaba a la compra de cargos a la Corona española falta de recursos pero se aseguraba la posibilidad de obtener algún tipo de cargo honorífico.

Castas y gentes menudas

Se presenta el fenómeno de la castas menudas que se refiere a aquellos individuos que se encuentra al margen de las repúblicas de indios y españoles, sin embargo, los cronistas de la época llaman la atención sobre su peligrosidad como elemento subversivo en la unidad del territorio en la Nueva España.

Otros grupos alejados de las repúblicas eran los indios bárbaros pero se les consideraba como gente que podía y debía ser atraída.

Ejercicio del poder

Se presentan una tendencia a la centralización y control político desde la capital de la Nueva España, y desde la Península por la Corte y el Consejo de Indias hubo también la imposición de grupos de intereses que produjeron la descentralización. Por más que la legitimación de tales grupos se anclara al poder central, la dispersión del poder fue un hecho.

La organización del poder se encuentra representada de la siguiente manera:

1.- Consejo de Indias
2.- Virrey
3.- Alcaldes, mayores y corregidores

Ante los posibles abusos que pudieran cometerse en territorio americano se estableció la figura de los visitadores quienes observaban el cumplimiento de la normatividad y la ausencia de vicios. Sin embargo, existía una segunda instancia de juzgamiento que estaba dada por el juicio de residencia que permitía ajusticiar a la autoridad por la labores desempeñadas propias de su cargo.

El poder de la Corona sobre los territorios americanos se consolidó gracias al regio patronato , por el que los reyes de España ejercían en las Indias plena potestad canónica en materia disciplinaria, en nombre del Papa y con su aprobación explícita.

La labor de la Corona durante este período se centro en la resolución de conflictos suscitados en los territorios de las Indias, ya que en esto se afirmaban la relación paternal de la Península sobre los nuevos territorios.

Notas de clase (posibles preguntas)

* Ruta de regreso a las filipinas: TORNAVIAJE
* Productos de origen americano: maíz, maguey, fríjol y chile.
* Maguey:
- Destaca por su abundancia y excepcional resistencia
- Principal empleo: Pulque (resultante de la fermentación del aguamiel)
- Del aguamiel se obtiene vinagre, miel y azúcar
- Las hojas secas daban una fibra áspera llamada IXTLE
- La pulpa de la hoja machacada era materia prima para obtener un tipo de papel grueso sobre el que se podía escribir
- Duras espinas que servían como agujas y clavos
- Servía como combustible y material para techar jacales

* Ganado: existía el ganada caballar, porcino, lanar y caprino
* Institución de la Mesta
“Asociación de dueños de ganada, en la Nueva España se distinguió por constituir igual tipo de gremio, pero formado por propietarios de estancia que a la vez

DEL BARROCO A LA ILUSTRACIÓN
Jorge Alberto Manrique

El mundo barroco

El fenómeno central del siglo barroco, como fenómeno de cultura, en el que se enmarcan las distintas actitudes del hombre de la Nueva España, es el que se ha llamdo fenómeno del criollismo. El criollo es el hijo de europeo nacido en América, esta connotación del criollo como accidente del nacimiento es superada para dar paso a un fenómeno conocido como hecho de conciencia, que se traduce en una cultura, actitud y toma de conciencia. En contraposición a estos deseos se encuentra la figura del gachupín del cual el criollo no siente identificación, razón por la cual las preguntas del criollo van dirigidas a cuestionarse ¿quién soy? ¿de donde soy? Esta situación manifiesta una falta de identidad del elemento lo cual lleva a este a exaltar el pasado prehispánico, transfigurándolo en un equivalente de las tradiciones europeas, esto es, acudió a la exaltación de la labranza de la tierra, sus ingenios, la religión con la finalidad de aferrarse a modos de ser, costumbres, usos, actitudes que le sean propios.

La cultura criolla

El mito es una necesidad compulsiva porque otorgará la raigambre de la que se sentirá ayuno el criollo. La alta cultura criolla asumía como propio el mundo histórico o mitológico anterior a la conquista, y lo incorporaba a la tradición europea: aceptaba el molde occidental, pero lo enriquecía con algo tomado de la propia tierra, y en ese enriquecimiento encontraba su diferencia y orgullo.

La religión

La religión formaba el marco teórico fundamental que justificaba la moral hasta la política y que aglutinaba y daba sentido a todo discurrir de la vida ya individual, ya colectiva. Los esfuerzos se dirigieron exaltar las historias de ciertos personajes con el afán de lograr la canonización pero en este esfuerzo la Corona se empeño en frustrarlo, sin embargo, la Virgen de Guadalupe fue el elemento capaz de permear esta dificultad en dos sentidos: a) en primer lugar permitió la unidad religiosa que permitiera a los criollos sentir el culto como propio; b) en segundo lugar se logro exaltar el elemento de la mexicaneidad, esto es, a pesar de no ser católicos podía decirse que uno era guadalupano.

La moral y las costumbres

En el ámbito de la moral,la castidad era de tal modo estimada, y de tal modo temida su pérdida, que casi no hay bibliografía de religioso que no nos lo describa como absolutamente limpio de haber tocado una mujer.

También se da el fenómeno del patronazgo mediante el cual la familias adineradas llevan a cabo una serie de tareas encaminadas a construir colegios e iglesias con la finalidad de cumplir con un acto primordialmente piadoso, pero también alcanzaban preeminencia para ellos y su tierra.

Las formas de mortificación corporal también se hacían exageradas, esto es, los actos de práctica moral y ascética eran desproporcionados y atentaban contra la propia integridad física. Los sermones eran la forma pública más socorrida para reafirmar las virtudes religiosas, en este sentido la predicación llevada a cabo por los sacerdotes era cuidada en forma especial con la finalidad de la transmisión adecuada de los dogmas de la fe. En definitiva, la importancia del sermón era didáctica en primer lugar pero también se convertían en piezas literarias de especial importancia.

La vida urbana

Cabe resaltar el cambio del campo a la ciudad. La vida citadina alcanzará su máximo desarrollo donde será posible identificar a una burguesía refinada alejada de todo atisbo de vida rural. La cultura criolla será urbana principalmente, y por eso más refinada, tratada como un objeto precioso. La ciudad por otra parte se organiza. El cabildo define sus funciones y su relación con el virrey e Iglesia.

La nueva filosofía

De acuerdo a O’Gorman en la época barroca se había iniciado el sueño de la Nueva España, sin embargo, la ilustración trajo consigo una serie de críticas que buscaron el despertar de este sueño de la Nueva España, en el caso del arte se propone en contraposición al barroco el neoclasicismo. Por tanto es evidente identificar a finales del siglo XVIII un deseo de cambio y modernidad.

RESPUESTA DE LA POETISA A LA MUY
ILUSTRE SOR FILOTEA DE LA CRUZ
-Sor Juana Inés de la Cruz-

Juana de Asvaje y Ramírez de Santillana nació en 1648 y murió en 1695. Sus padres fueron el capitán Pedro Manuel de Asvaje y la Sra. Isabel Ramírez de Santillana. Ingresó a temprana edad al Convento de San José de las Carmelitas descalzas y después al Convento de San Jerónimo. Fue una religiosa modelo. Fue dama de la virreina marquesa de Mancera. Es considerada una de las grandes revelaciones del genio hispanoamericano en poesía, prosa narrativa y literatura dramática.

Existen 3 misterios en la vida de Sor Juana Inés de la Cruz:
1.- Por qué fue hija natural
2.- Por qué decidió ser monja
3.- Por qué vendió todos sus objetos para ayudar a los pobres y abandono las letras

1.- Su madre era una mujer de amplio criterio. Tuvo varios hijos sin casarse. En el s. XVII no había problema con las madres solteras; dato curioso es que su madre era dueña de una hacienda.
2.- Sor Juana le tenía miedo al matrimonio. No quería alejarse de las letras, por lo cual consideró que era la mejor opción era entrar al convento (en el s. XVII se necesitaba tomar estado a temprana edad, casarse o hacerse monja). Ingresó en primera instancia con las Carmelitas descalzas y después al convento de San Jerónimo.

En 1690 Sor Juana escribió “Crisis de un sermón”. Era una crítica a un sermón de un famoso jesuita portugués Antonio Vieyra. Manuel Fernández de Santa Cruz (arzobispo de Puebla) publicó la crítica de Sor Juana con el título de “Carta Atenagórica” (Atenágorica: digna de la sabiduría de Atenas), sin autorización de la autora. En la publicación, el arzobispo agregó una carta, firmada con un homónimo (Sor Filotea de la Cruz), en la cual exhortaba a Sor Juana a dedicarse con mayor ahínco a los asuntos sagrados.

La respuesta de Sor Juana (“Respuesta de la poetisa a la muy ilustre Sor Filotea de la Cruz) a la carta del arzobispo constituye un documento importantísimo para conocer algo de la vida de la autora. La obra fue publicada el 1 de marzo de 1691.
- El texto no es monótono (expone en forma de diálogo, memorias, culterano, etc.)
- La “Respuesta…” es un documento único en la historia de la cultura hispánica, debido a que en ese tiempo no suelen abundar los textos confidenciales sobre la vida intelectual, es decir, reflexiones sobre la forma en que se escribe un texto.
- La “Respuesta…” complementa a la obra “Primero sueño”. Es un aislado monumento al espíritu por la ansía de conocer. La obra es una réplica contundente al obispo de Puebla y una defensa de las letras profanas (Sor Juana, claramente, no podía decir que estas letras eran superiores por miedo a la Inquisición).
- Sor Juana no sólo contesta al obispo, sino a la mayoría de sus enemigos y censores.

El S.J. Antonio Núñez de Miranda ataca a Sor Juana en defensa del arzobispo de Puebla. Se podría decir que Sor Juana defiende al sexo femenino (que no “callen las mujeres en la Iglesia).
* En la respuesta existe un interlocutor invisible. Sor Juana dialoga con ella misma.
- La angustia de Sor Juana es saber si es monja o literata. No lo sabe, pero sabe que estas dos realidades coexisten en ella.
- En esta respuesta, Sor Juana realizó un examen de conciencia, y salió triunfante.

3.- Después de que se efectuó el cerco a Sor Juana por sus enemigos, la poetisa fue obligada a abandonar las letras. Sus enemigos fueron Núñez de Miranda, Fernández de Santa Cruz y Aguiar y Seixas.
- Por la presión de sus enemigos, Sor Juana en 1694 dejó las letras y vendió sus objetos más preciados. Después cae en una gran depresión y muere a causa de una epidemia (“enferma de caritativa”) en 1695.

Rasgos distintivos de la “Respuesta…”

• Experiencia: virtud necesaria para el entendimiento de las Sagradas Escrituras cuya posibilidad de compresión se encontraba vedada para los jóvenes espíritus; no obstante, Sor Juana si alcanza su entendimiento. • Educación: herramienta que permite la comprensión de las cuestiones trascendentes, mostrando Sor Juana desde temprana edad un gran interés por las Letras. • Conocimiento integral: no bastaba con conocer la Teología sino que era menester enseñarse en las ciencias más básicas para alcanzar un mejor entendimiento de esta (puntos destacados por la maestra) • Disciplina: alcanzar un conocimiento acabado de las ciencias requiere de tiempo junto con alejarse de los vicios, así como imponer una rutina que se traduzca en el alejamiento de distractores. • Envidia: situación que se manifiesta por la animadversión que produce en los gentiles la presencia de un individuo que detentan el entendimiento sobre diversas materias (puntos destacados por la maestra) • Entendimiento y conocimiento en las cosas más simples: esta situación se hace patente cuando a Sor Juana se le prohíbe estudiar dando paso al análisis de las cuestiones más banales. • Restricción al género femenino: las mujeres estaban impedidas de publicar y declamar en los púlpitos, sin embargo, era factible que pudiera dedicarse a la lectura y estudio de diversos textos que permitían un engrandecimiento del espíritu (puntos destacados por la maestra) • Falta de mujeres sabias: tal situación impide que las mujeres sean enseñadas por sus pares llevando necesariamente a la irrupción de hombres en la enseñanza de mujeres, lo cual trae consecuencias perniciosas. • Peligro sobre ciertos espíritus ilustrados: en este sentido deberá remarcarse al entendimiento como herramienta poderosa y eficaz, sin embargo, esta cualidad en ciertos espíritus conlleva la degeneración en desmedro del fortalecimiento. Ejemplo: Martín Lutero. • Enaltecimiento del verso: se señala que este recurso es utilizado con frecuencia en las Sagradas Escrituras, por tanto, si este instrumento no prohíbe su uso porque ha de hacerlo otro.
LA CIVILIZACIÓN OCCIDENTAL,
SINÓNIMO DE CULTURA EUROPEA
-Jacques Perenne-

1.- En occidente, el gran capitalismo conduce al liberalismo económico

Capitalismo compotita y liberalismo económico

La guerra de los Siete Años señala un hito esencial en la evolución de Europa. Se realiza una transformación de las condiciones económicas, intelectuales y políticas.
Después de la Paz de París (1763) el capitalismo toma un extraordinario impulso. El capitalismo adopta un aspecto cosmopolita y se impone el liberalismo económico.

Gran Desarrollo de la Agricultura

Al tiempo que el capitalismo occidental aumenta su actividad en Europa a través de los puertos y los ríos, la agricultura experimenta un auge hasta entonces desconocido; en toda Europa la agricultura inicia una nueva era técnica y las rentas de la tierra aumentan en considerables porciones.

Construcción de vías de comunicación

El movimiento de mercancías y capitales fomenta proporcionalmente a su intensidad la apertura de canales, la construcción de carreteras y la organización de medios regulares de transporte.

Racionalismo pragmático

El racionalismo y el liberalismo, que a través de la técnica y el capitalismo transforman profundamente la economía y le dan un carácter internacional, triunfan también las concepciones intelectuales, artísticas y políticas. Si el s. XVII estableció el método científico racionalista y el cartesiano, en el s. XVIII el racionalismo se extiende.

Burguesía mercantil y proletariado

Con la evolución económica se transforman profundamente las clases sociales. La burguesía del dinero alcanza un poderío mayor al de la nobleza, y se forma el proletariado.

Expansión de la labor estatal y política de reforma

Influido por las corrientes de ilustración y las ideas racionalistas que penetran en el Derecho, el Estado unifica la administración, crea servicios nuevos, abre establecimientos de enseñanza y se siente arrastrado hacia una política de grandes empresas.
A consecuencia de las grandes guerras se forma el militarismo. Todo esto cuesta mucho dinero y en todos los países el Estado trata de aumentar sus recursos. Los privilegios de la nobleza y el clero son combatidos. La concentración del poder se hace así paralela a la de los capitales. Y como en todas partes el Estado trata de emanciparse de la tutela de la iglesia.
Asi surge el “despotismo ilustrado”. Porque para realizar la concentración del Estado que propugnan, los soberanos acuden al racionalismo.

La evolución en el este y el oeste del Elba

Esta profunda evolución que se hace sentir paralelamente en todos los campos de la actividad humana, se extiende, disminuyendo progresivamente de intensidad, hasta el Elba, mientras que al otro lado la industria solo aparece de manera esporádica y bajop el impulso directo del Estado.
En Occidente, la transformación económica y social opera bajo la acción de movimiento de masas; en Prusia es exclusivamente obra del príncipe. Mal al Este, Polonia permanece inmutable en su estructura patrimonial. Y en los confines de Europa y Asia, Rusia aparece como un poderoso imperio autocrático que esta basado en la servidumbre y en la omnipotencia.

La primacía económica de Inglaterra

La supremacía marítima

La Paz de París, ardientemente deseada tanto en Inglaterra como en Francia, fue seguida en los países de la Europa Occidental por un prodigioso avance económico. Inglaterra domina todo el comercio de las dos Américas lo mismo que el de la India.

La industrialización

La supremacía marítima que le dio el primer lugar a Inglaterra en el comercio mundial tuvo por consecuencia proporcionar a la industria inglesa un gran desarrollo. Hasta mediados del s. XVIII, la actividad económica de Inglaterra había descansado sobre el comercio, del que la industria sólo era un apoyo, y sobre la agricultura.

4.- El cosmopolitismo en la Ciencia y el Derecho

Universalidad y vulgarización de la ciencia

La cultura atlántica tiende hacia el liberalismo y el cosmopolitismo

De los s. XVI al XVIII, el Atlántico agrupa en una civilización común fundada en el cristianismo, en el humanismo y el racionalismo, a todos los países marítimos del occidente de Europa y sus colonias americanas que se han formado bajo influencia directa.
La evolución capitalista que se manifiesta en la vida económica de los s. XVI al XVIII, se caracteriza por dos tendencias: una hacia el LIBERALISMO y otra hacia el COSMOPOLITISMO.

Vulgarización de la ciencia

El s. XVII abre camino a la ciencia y cha las bases de una nueva universalidad. Pero la ciencia siguió siendo patrimonio de una exigua minoría, hasta que en el s. XVIII se vulgariza hasta el punto de influir directamente en la evolución intelectual, moral y religiosa de toda la Europa Occidental y sobre la evolución económica del mundo.

Carácter internacional del progreso científico

Merced al esfuerzo colectivo de los sabios de todos los países, las ciencias progresaron rápidamente. Las ciencias naturales progresan paralelamente a las físicas y a las químicas.
El gran impulso que experimentaron en los s. III y II a. de c. las Ciencias físicas y matemáticas, facilitó el estudio sistemático y científico de la tierra. Después de la profunda decadencia que marca la Edad Media, el Renacimiento en el s. XV reanudó dichas actividades.
Desde de comienzos del s. XVIII, la ciencia recobró su puesto en el estudio sistemático del mundo.
Se realizaron expediciones para encontrar nuevos territorios, estas expediciones fijaban las fronteras de continentes y océanos y, al mismo tiempo, se acometía la vasta y sabia tara de trazar el mapa del mundo.
Lo más admirable de toda esta inmensa obra científica realizada en medios de medio siglo, es la estrecha colaboración que une a hombres de tan diversos países, a quienes separaban profundas diferencias religiosas, políticas, económicas y sociales. El método científico, basado en principios puramente racionales, establece entre ellos una unión que va a servir de base a la cultura occidental.

El cosmopolitismo se fundamenta en las ideas del Derecho Internacional

Noción de equilibrio europeo
Primeros tratados relativos al derecho de los neutrales

El derecho de gentes admite la noción de arbitraje

Ante el creciente peligro que las grandes guerras hacían correr al mundo, en el s. XV Podierbrad y en el s. XVII Sully y Cruceo defendieron la idea de una federación de naciones que, mediante el sistema de arbitraje para los conflictos que pudiesen estallar entre sus miembros, alejaría la guerra.
Naturalmente en los países débiles fue donde el derecho de gentes encontró los más ardientes defensores

5.- Influencia del racionalismo francés e ingles en Europa

Gran prestigio de la cultura francesa

Al terminar el s. XVII, el prestigio de Francia alcanzó tan extraordinaria amplitud en todos los países de Europa que habría de dejar profunda huella en todo el s. XVIII. Esta influencia entonces ejercida por Francia no fue resultado de la hegemonía política de Luis XIV, sino sobre todo de su cultura, es decir, de el brillo de su literatura, de su ciencia y de las artes lo que hizo en Francia, en la segunda mitad del s. XVII, el centro de la vida intelectual de Europa.
Además las costumbres de Francia influyeron en toda Europa. En el s. XVII, la ciencia emancipó el pensamiento. En el s. XVIII la escala de valores se modificó. El individualismo que triunfa con el racionalismo permite juzgar a un hombre por sus cualidades personales, tanto como por su posición social. La preocupación por la cultura y el ansia de saber reemplazan al respecto de las jerarquías de nacimiento.

El liberalismo ingles tiende al cosmopolitismo y al pragmatismo

Como todos los países de Europa, a partir del s. XVIII Inglaterra sintió la gran influencia francés. El liberalismo ingles respondía a la tendencia racionalista del espíritu francés. Desde comienzos del s. XVIII, la Inglaterra dueña de los mares se inclina al cosmopolitismo. El sentimiento nacional retrocede ante el amor a la humanidad. Las clases ilustradas se alejan del patriotismo y de la religión anglicana para volverse hacia doctrinas filosóficas universales y hacia una MORAL EUDEMONISTA.

El deísmo

Una corriente importante. Creencia en un poder superior, se cree en Dios pero no en la religión. Surgió en el s. XVIII. Mientras las ideas filosóficas y las costumbres elegantes importadas de Francia se extienden entre las clases altas, el pueblo, abandonado a sí mismo y privado del apoyo de la religión, se hunde en una inmoralidad y una bestialidad sin freno.

El realismo de Pope y Hume

La misma evolución se produjo en la Filosofía. El racionalismo aísla al individuo. El hombre no es ya el ser universal y abstracto, varía de individuo a individuo.
Hume dice que las ideas son producto de nuestras sensaciones, es decir, dice que la sabiduría del hombre está limitada al campo de sus sensaciones. Admite pues que la misma experiencia puede llegar a darnos una verdad “probable”.
De este modo, la filosofía conduce a Hume al estudio del hombre en su realidad concreta, es decir, la Historia. En otro terreno, se desarrolla literatura satírica que combate las costumbres y las instituciones de la época.
El pragmatismo, necesariamente escéptico cuando se trasplanta al terreno de la mora, había de llevar a Adam Smith a formular una ética basado sólo en el interés individual y concebir la organización social como realizada sólo por el equilibrio de diversos intereses.

La Francmasonería

Ante la crisis religiosa, se produjo un movimiento, una sociedad de pensamiento que nació en Inglaterra y se desarrolló en Francia. La masonería tiene como eje el creer en el supuesto arquitecto del universo.

Evolución de Francia hacia el liberalismo

La evolución del pensamiento es paralela en Francia e Inglaterra, y se caracteriza por el tránsito de lo abstracto a lo concreto. Pero las mismas circunstancias en que vive la sociedad francesa le imprimieron un carácter diferente que el ingles.
La crisis que se inició al advenimiento del gran capitalismo por la evolución liberal de las inteligencias y por los progresos de la ciencia, planteaba problemas inmediatos. El pensamiento francés se encontró por un camino que lo alejaba de la actitud clásica y lo conducía a una moral pragmática.
En Francia, donde el s. XII absolutista, intolerable en economía, tendía al estatismo, la ruptura con el pasado fue en el s. XVIII más completa que en Inglaterra

El racionalismo

Montesquieu y Voltaire, aunque contrarios a las religiones existentes, fueron fieles a la creencia en Dios. Pero la divinidad que concebían estaba muy lejos del Dios cristiano: Montesquieu lo niega como poder absoluto, pues para él la misma divinidad está sometida a las leyes del Universo, y Voltaire adopta una actitud panteísta.

La enciclopedia

Esas concepciones panteístas y materialistas habían de presidir la obra más grande de la segunda mitad del s. XVIII: la ENCICLOPEDIA.
Del propósito de vulgarizar la ciencia nación la Enciclopedia. Diderot hizo de la Enciclopedia un diccionario universal de los conocimientos humanos, en el que todas las mayores inteligencias de su época afirmaban su confianza en el progreso humano y en los derechos de la razón contra la fe, y defendieron la tolerancia, las reformas políticas y el liberalismo económico.

Reacción contra el Racionalismo

El racionalismo se apoderó tan completamente de lo más selecto de la intelectualidad francesa, no ejerció en Inglaterra gran presión sobre las inteligencias. Por esto el favor de que goza la ciencia en el s. XVIIII se traduce en Francia por el racionalismo de los filósofos y de los enciclopedistas, mientras que en Inglaterra más bien dirige los espíritus hacia el realismo y la observación directa de la naturaleza y del hombre.

Rousseau combate el escepticismo

Los “filósofos” al combatir las religiones y sus morales, que consideraban como formalistas y vanas, habían arrancado a los hombres el resorte que constituye la fe. Rousseau va más lejos e incorpora la política a la moral, crea una moral política y le da un evangelio: el contrato social.
La nueva fe de Rousseau encontró en su acentuado optimismo una enorme fuerza de penetración, pues oponiéndose a los escépticos y materialistas, resignados a vivir en un mundo mirado como un conjunto de reacciones mecánicas, Rousseau confiere a la materia la categoría de divina. Si el racionalismo de Voltaire y de los enciclopedistas asestó un duro golpe al antiguo régimen, el misticismo de Rousseau, dándole una fe política de traza casi religiosa, abre la era de la democracia “optimista y virtuosa”.

EL SIGLO DE LAS REVOLUCIONES1756-1855 -Reynaldo Sordo Cedeño-

El proceso histórico es fluido, continuo, pero lo pensamos dividido en épocas. Esto no quiere decir que la periodización en la historia sea arbitraria. No es arbitraria, es relativa.
El siglo que transcurre entre 1756 y 1855 se ha definido como el “SIGLO DE LAS REVOLUCIONES”. Pero sobre todo “el siglo de la revolución política”, en el que una población heterogénea, escasa y aislado, diseminada en un territorio enorme, adquiere conciencia de autonomía que se traduce en independencia.
Dicho en otras palabras ¿cómo se forma una nación hoy conocida como México? Entre 1756 y 1855 las economías crecían e Inglaterra se convertía en el primer país industrializado. La burguesía y la clase media cobraban impulso; la revolución americana y francesa conmocionaban a los estados absolutistas; surgió la “Ilustración”. El hombre occidental ampliaba sus horizontes.
Los procesos demográficos, económicos, sociales, ideológicos y políticos fueron imponiéndose a lo largo de esta centuria. Se crearon 2 polos: el conservadurismo y el socialismo.

La Nueva España nuca fueron mundos aislados. Los procesos del mundo occidental acaecidos en 1756 y 1855 en Europa y USA afectaron también a nuestro territorio. La nueva ideología europea también llegó. El liberalismo fue el pensamiento dominante de este siglo, el pensamiento conservador estuvo presente también. El socialismo llego a México a finales del s. XIX ya fuera de la época en que estamos tratando.

El fenómeno más impactante de este siglo fue la formación de Estados Unidos como nación independiente, el éxito de su sistema político y la expansión de su territorio hasta convertirse en una superpotencia. (gran explosión demográfica en USA – “tierra de promisión”). Pero junto a los resultados económicos, el éxito principal fue el política.
La democracia americano tuvo éxito porque se fundó en dos sólidos pilares: mantenerse al margen de los conflictos europeos y tener continuidad en el poder (dinastía de Virginia). Eso tuvo como consecuencia la política expansiva del país. La oleada de expansión alcanzó hasta nuestro país (victoria sobre México en 1848) y se detuvo por problemas norteamericanos internos (contradicción entre Norte y Sur).

Carlos II de Austria murió el 1 de nov. De 1700 sin dejar descendencia. Un mes antes había rehecho su testamento a favor del duque de Harior, nieto de Luis XIV el cual tomó el nombre de Felipe V.
La rivalidad entre Inglaterra y Francia dio lugar a una serie de guerras durante el s. XVIII y el s. XIX. España pudo mantenerse al margen hasta 1761 cuando Carlos III suscribió con Francia un PACTO DE FAMILIA de defensa mutua. España participó entonces en la Guerra de los Siete Años y unió su destino a la derrota de los franceses.

Dinastía de los Borbones
|Felipe V |1700-1746 |
|Fernando VI |1746-1759 |
|Carlos III |1759-1788 |
|Carlos IV |1788-1808 |
|Fernando VII |1814-1833 |

La guerra de los Siete Años tuvo grandes consecuencias para el imperio español: los Borbones vieron la necesidad de introducir reformas de fondo al sistema colonial. Al conjunto de reformas políticas, adm., económicas y militares se les llamaron las “reformas borbónicas”.

Los novohispanos sufirieron fuertes presiones económicas para el mantenimiento de las guerras de España y todas las clases sociales vieron afectados sus intereses en cuatro niveles diferentes: a) aumento de las contribuciones fiscales; b) constantes exigencias de donativos y préstamos a la Corona; c) una enorme contribución financiera de la Iglesia, y d) la consolidación de los Vales Reales que trasfería la riqueza de la Iglesia al Estado.

El sentimiento autonomista nació espontáneamente en el novohispano de fines del s. XVIII. Por diversos factores. En 1808 Napoleón invadió España. Los españoles resistieron la invasión napoleónica entre 1808 y 1814. Posterior a la invasión se organizaron Cortes, las cuales tuvieron 2 efectos importantísimos en el mundo hispánico: la participación de los americanos en ellas y la difusión de las ideas y prácticas de un gobierno representativo.
La invasión tuvo un efecto inmediato en la Nueva España; se definieron 2 posiciones: la Audiencia a favor de no cambiar nada y el Ayuntamiento en pro de convocar a un congreso, que representaba al pueblo.
Después del golpe de Estado contra Iturrigaray y el encarcelamiento de los participantes de la conspiración de Valladolid. Hidalgo en 1810 desencadena una revolución popular de grandes proporciones, seguida después por Morelos y finalizada por Vicente Guerrero en 1821.
Mientras tanto, en 1814 España es liberada de los franceses y Fernando VII regresa a casa. Lo primero que hizo fue suspender el gobierno Const. de la Const. de Cádiz. El sexenio neoabsolutista de Fernando VII (1814-1820) precipitó el colapso del imperio español.
El 1 de enero de 1820, el teniente corono Rafael Diego exigió el restauramiento de la Const. de Cádiz. La Const. fue restaurada en España y en América. La restauración de la Const. fue el pretexto para iniciar un proceso que llevaría a la consumación de la independencia.

El historiador Fernand Braudel dice que en la historia encontramos tres niveles de la duración: el de los acontecimientos, el de la coyuntura y el de la larga duración. La formación del espacio es un proceso de larga duración. La región es la unidad natural del espacio. La construcción política viene después y se impone sobre las regiones. Las reformas borbónicas afectaron el espacio en dos sentidos: a) los Borbones impulsaron la colonización de California y recolonizaron Nuevo México y Texas y, b) racionalizaron el espacio en unidades político-administrativas regionales llamadas INTENDENCIAS, que debilitaron aún más el poco dominio de la ciudad de México sobre las regiones.
La guerra de independencia también contribuyó a este aumente del regionalismo: zonas insurgentes, zonas neutras, destrucción de las vías de comunicación, etc.
Al momento de la independencia lo que existía era un espacio fragmentado en regiones y dentro de las regiones fuertes localismos. ¿Qué milagro hizo posible la construcción de la nación mexicana bajo estas circunstancias? La historia ha demostrado que la Constitución Federalista de 1824 fue la única solución viable para que la nación no se desintegrara.

Podemos hablar de la existencia de nueve grandes regiones en el s. XIX: 1) México central: Región eje del país y centro político. Alta densidad de población. Centro comercial y financiero. Presencia de la Iglesia. 2) Occidente: Región rica en agricultura. Su población era variada. Haciendas tradicionales. Fuerte presencia de la iglesia 3) Oriente: Región muy imp. por su riqueza agrícola y por ser la puerta hacia Europa. Capital extranjero. Afectada por la guerra de independencia y la invasión de EU. 4) Sur: Región muy aislada del resto del país. Zona muy poco urbanizada. Haciendas tradicionales. Rebeliones indígenas. Amplia participación en la independencia. 5) Península de Yucatán: Región muy alejada del centro y ligada a intereses con Cuba. Conflicto con el centro y separación real o virtual entre 1840 y 1848. Hacienda henequenera. 6) Noroeste: Región muy alejada del centro que vive prácticamente en plena autonomía. Desarrollo de haciendas ganaderas. Rivalidad entre Culiacán y Mazatlán. La guerra noa afectó el territorio. 7) Norte: Región de expansión desde la época colonial. Su territorio se forma por el impulso a la minería. Sin población indígena, baja densidad de población. Latifundios. 8) Noroeste: Es el norte cercano con la pérdida de Texas se convierte en zona fronteriza. Sufre muchos cambios en el s. XIX. Contrabando e intereses regionales. 9) Norte remoto: Es la región que no se logró integrar al territorio nacional. Condiciones propicias para la separación de México.

Otro fenómeno muy importante en la definición del espacio se da durante el periodo estudiado: la definición de las fronteras del país. En el norte la derrota militar de México ante EU propició la firma del Tratado de paz en Guadalupe-Hidalgo el 2 de febrero de 1848, se ratificó en el Tratado de Querétaro; más tarde la Mesilla fue vendida a los norteamericanos en 1853 para evitar conflictos (“Tratado de la Mesilla” de 1854). La definición de la frontera sur fue compleja. Yucatán fue primero una gobernación de tres provincias, el 15 de sept. De 1821 declaro su independencia de España y se unió a México. Chiapas había pertenecido a la Audiencia y Capitanía de Guatemala declaró la independencia y unión al imperio mexicano el 3 de sept. De 1821.

A esta diversidad regional habría que añadir la heterogeneidad étnica de la sociedad novohispana. El crecimiento demográfico fue sumamente lento entre 1793 a 1838. Los patrones demográficos de la época contradecirían la idea del “boom” económico de las reformas borbónicas.

Charles Tilly señala como características del Estado-nación las siguientes: 1) control de un territorio bien definido; 2) relativa centralización del poder; 3) diferenciación clara de otras organizaciones; 4) tendencia a adquirir el monopolio y la concentración de los medios de coerción dentro de su territorio.
En la primera mitad del s. XIX lo que encontramos es un Estado en vías de constituirse. El Estado-nación se define por su constitución y por su forma de gobierno. Constituirse es el término clave del periodo.
En el proceso de la constitución del Estado, el ejército tuvo un papel muy relevante. El origen del ejército en México lo encontramos en las reformas borbónicas. A partir de 1764, la Corona española organizó el ejército permanente y milicias reclutadas entre los habitantes de la Nueva España.
Los continuos levantamientos militares del s. XIX sería consecuencia lógica de la politización del ejército y su fragmentación. Surgió el caudillismo militar. EL derrumbe de este ejército nacional, heredero del trigarante y del realista, vino con la guerra contra los EU.

Las relaciones entre el Estado y la Iglesia es otro de los procesos significativos entre 1756 y 1855. El s. XVIII es el siglo de la Ilustración. La idea ilustrda de un Estado moderno entraba en conflicto con el poder de la iglesia católica. El rey Carlos III comenzó a restar influencia con la expulsión de los jesuitas en 1767. Durante la guerra de independencia la alta jerarquía de la Iglesia estaba con los españoles y los párrocos con la indigencia. Las Const. del s. XIX seguían considerando a la religión católica como única. Sin embargo, en 1833, los liberales hicieron la primera reforma en materia eclesiástica: supresión de la coacción civil para el pago del diezmo, supresión de las Universidades y ejercicio del Patronato por el Estado en la provisión de curatos. El tema de la Iglesia dividió a la élite política. La estructura eclesiástica no coincidía con la división política en estados o departamentos.

La revolución ideológica es otro fenómeno. Es cierto, una de las revoluciones de mayores proporciones entre 1756 y 1855 fue la de las ideas. El pensamiento de la ilustración transformó radicalmente la manera de ver a Dios, la naturaleza, la sociedad, la org. Política, la historia y el sentido de la vida.
También en este siglo surgiría el nacionalismo: esa fuerza vaga, indefinida, que hace a las personas sentirse parte de una comunidad llamada nación. El discurso patriótico fue este siglo más fuerte de lo que suponemos y de alguna manera, contribuyó en formar una identidad incipiente, indispensable para construir el Estado-nación mexicano.

En 1799 y 1804 Humboldt recorrió América. Este autor definió a la Nueva España como “el país de la desigualdad”. No había gradaciones en la escala social. Odio entre las clases. Medio siglo después, la situación entre las clases sociales no había variado. El siglo de las luces, en la Nueva España fue el siglo de las crisis alimentarías, epidemias y hambrunas; la primera mitad del s. XIX fue el de las rebeliones indígenas de largo alcance.

LA ÉPOCA DE LAS REFORMAS BORBÓNICAS
Y EL CRECIMIENTO ECONÓMICO. 1750-1808
-Enrique Florescano-

El s. XVIII no comienza en la Nueva España con el fin cronológico del XVII, por más que en 1700 España y su vasto imperio colonia conozcan el cambio dinástico que sustituye a los Habsburgos con los Borbones. Quienes estudian los procesos económicos quizá aventuraría en fijar el cambio de siglo haci 1730 o 1740.

Las reformas que a partir de mediados del s. XVIII comenzaron a implantar los Borbones provocaron una nueva concepción del Estado. Los principios básicos de esta nueva política se identificaban con los del llamado “despotismo ilustrado”: regalismo o predominio de los intereses del monarca y del Estado sobre los individuos y corporaciones. La aplicación de este programa demandaba una nueva organización administrativa.

Los principios rectores del orden político español en los s. XVI y XVII se inspiraron en la doctrina de Santo Tomás:
1.- La sociedad y el orden político que la envuelve están regidos por preceptos o leyes naturales externas e independientes de la voluntad humana. Existía un sistema jerárquico.
2.- Las desigualdades inherentes a esta sociedad jerarquizada suponen que cada persona acepta la situación que le corresponde a ella y el cumplimiento de las obligaciones correlativas a esa situación. Esta situación legalizó la desigualdad social y la diferenciación funcional que se creó en Nueva España inmediatamente después de la conquista.
Estos principios de la filosofía política española gobernaron la conducta y los conflictos políticos de la sociedad colonial desde la colonización. Más tarde, en el s. XVII, dominados o desaparecidos los grupos más peligrosos (conquistadores y encomenderos), y estabilizado el proceso colonizador, los Habsburgos implantaron definitivamente el absolutismo y la centralización administrativa. Se creo en la Nueva España una situación de patrimonialismo (concepto de Weber), es decir esta racionalización política interna del sistema (en el sentido de que aplicando estos medios se aseguraba la consecución de los fines del centralismo paternalista) creó barreras muy grandes al desarrollo racional de la economía, Weber ha señalado que el patrimonialismo, es naturalmente opuesto al desarrollo racional de la economía por la arbitrariedad con que impone y distribuye la carga tributaria, por la arbitrariedad que adopta en la creación y protección de monopolios, y por el carácter mismo de su administración.. Los Habsburgos promovieron una diferenciación social; lo importante es que esta diferenciación que creaba corporaciones y grupos privilegiados no debilitó el carácter absolutista y paternalista del sistema, a contrario de las reformas borbónicas.

LA REVOLUCIÓN DE INDEPENDENCIA
-Luis Villoro-

La segunda mitad del s. XVIII fue la época de oro de la sociedad colonial. El fundamento económico de la colonia era el sector que exportaba a la metrópoli. El sistema económico exportador descansaba en la explotación minera y en el sector financiero y comercial. A principios del s. XIX el valor de la producción minera alcanza de 23 a 28 millones.
Al enorme crecimiento de la minería correspondió también la bonanza de las casas comerciales, que manejaban el comercio exterior. Las mayores fortunas de la colonia se encontraban en estos dos grupos.
Muchas fortunas de mineros y comerciantes se encontraban vinculadas. Los comerciantes exportadores también estaban asociados a ella (minería) por ser su mejor fuente de crédito. Los llamados “aviadores” o “mercaderes de plata”, que compraban el metal a los mineros para explotarlo y concedían los créditos que ellas necesitaban.
La mayoría de los grandes comerciantes eran de origen europeo y entre los propietarios de las minas se encontraban tanto familias criollas como peninsulares. En estos sectores, los españoles y criollos estaban muy ligados tanto por lazos familiares como por intereses.
Al lado de esos sectores, la oligarquía colonial comprendía también a grupos ligados al mercado interno. Ante todo, en la agricultura. El proceso de concentración de tierra en manos de hacendados criollos aumentaba. En los años de crisis, los hacendados dependían de modo cabal de sus fuentes de créditos. El capital financiero de que dependía estaba en manos de una institución: la Iglesia.
La inmensa riqueza de la Iglesia provenía de 3 fuentes: 1) recibían rentas de sus propiedades; 2) el diezmo, y 3) su principal base económica radicaba en capitales impuestos a censo redimible sobre propiedades de particulares. El crédito de la iglesia era vital para los terratenientes.
El auge económico propició el crecimiento también de la industria textil (algodón en Tlaxcala y Puebla) (lana en Querétaro, Celaya, San Miguel y Saltillo). Pese a prohibiciones y monopolios, aumentaron también la industria vinícola y tabacalera. En este sector tampoco se podía establecer una división clara entre criollos y peninsulares. Para mantener la situación de dependencia, la Corona había establecido miles de trabas legales que impedían la consolidación de este sector productivo. Otras trabas fueron el sistema de tarifas aduanales y alcabalas (impuesto que se paga por la introducción de ciertos productos a la ciudad de México). Pero las trabas eran más formales que reales.
Al contrario del sector explotador, terratenientes, clero e industriales basaban su preeminencia económica en la ampliación del mercado interno. Y a ello justamente se oponía la política instaurada por los Borbones. Las reformas adm. Introducidas a partir de 1786, con el establecimiento del aparato de las intendencias, tenderían a reforzar el aparato colonial.
Con estas reformas borbónicas la explotación colonial había llegado al máximo. Uno de los grupos que más sufrió fue la Iglesia y con ella las haciendas e industrias. En 1798 se estableció un impuesto especial sobre inversiones de la Iglesia. El 26 de dic. de 1804 un decrete real ordenaba la enajenación de todos los capitales de capellanías y obras pías y exigía se hicieran efectivas las hipotecas, vendiendo las fincas de crédito vencido con lo cual se afectó el crédito a largo plazo. Por aplicación de la ley, se entregaron a la Real Tesorería de la Nueva Espaá de 10 a 12 millones de pesos, es decir la cuarta parte del capital de la Iglesia. La economía resintió terriblemente el despojo hasta que en 1809 cesaron los efectos de la cédula.

A fines del s. XVIII y principios del XIX la sociedad se transformaba con rapidez. Dentro de la élite tendían a diversificarse. De un lado los mineros, exportadores y la burocracia, del otro, la Iglesia, los hacendados, los comerciantes, etc. El antagonismo entre “criollos” y “gachupines” nunca corrió entre las familias privilegiadas.
La clase media estaba constituida por abofados, pequeños administradores que no contaban con un gran capital. Esta clase media no podía ascender a los puestos superiores. La falta de un puesto adecuado en el mundo real los obligaba a evadirse hacia el reine de las artes y el saber. La clase media era la depositaria de las semillas de cualquier cambio.
La clase baja estaba constituida por indios y castas y solo compartían la miseria. Todos los indios exentos del pago del diezmo, debían pagar un tributo especial per capita a la corona, eran un grupo marginado, envilecido en la indigenacia. Otro grupo de la clase baja eran los mineros, los cuales trabajaban en condiciones sumamente duras. La situación de los trabajadores de las manufacturas era quizá peor que la de los mineros. No es de extrañar que en algunas ocasiones la plebe de las ciudades se amotinara.

En el año de 1808 una serie de sucesos manifestaba la debilidad del imperio. Napoleón invadió España y Carlos y Fernando fueron hechos prisioneros. Ante el vacío de la monarquía, los ciudadanos libres en todas las regiones de la península, formaban juntas para guardar la soberanía del monarca. En América existe un gran problema. Se mantiene la misma estructura del poder pero surge la siguiente pregunta: ¿en quién recae la soberanía? Se generaron dos respuestas: 1) Sostenida por la Audiencia, decía que la sociedad debería de quedar sin ningún cambio, mientras el heredero legítimo de la Corona ocupe de nuevo el trono; 2) Se manifiesta por medio del ayuntamiento de la ciudad de México (Primo de Verdad y Francisco de Azcárate), introducían la idea que cambia el sentido del dominio: la soberanía ha sido otorgada al rey por la nación de modo irrevocable. Las abdicaciones de Carlos y Fernando son nulas. Cuando el rey se encuentra imposibilitado para gobernar la nación vuelve a asumir el ejercicio de la soberanía. Ellos apelan a la teoría del pacto social de Vitoria, Suárez y Grocio.
El ayuntamiento no sostiene ninguna tesis revolucionaria ni pretende alterar el sistema. La nación no puede desconocer el pacto con la Corona, pero puede darse la forma de gobierno adecuada en tales circunstancias. Pero ¿en que “nación” recae la soberanía? No se trata de la voluntad general, la soberanía recae en la sociedad ya constituida, en los órganos ya establecidos. Asi dentro de la nación, dice Primo de Verdad, los ayuntamientos constituyen los organismos más originarios y representativos. La pugna se traduce en el enfrentamiento de dos instituciones: la Real Audiencia y el Ayuntamiento. La Real Audiencia niega la teoría del pacto social, en cambio, el Ayuntamiento defiende la necesidad de que el virrey convoque a un “congreso” destinado a gobernar el país en ausencia del monarca. Se pueden vislumbrar dos tendencias: 1) Por boca del oidor Villarutia, la junta sería “representativa de todas las clases” (solo miembros de las élites); 2) Primo de Verdad tiene otra idea de “congreso”. Puesto que la verdadera representación popular se encuentra en los ayuntamientos, la junta que se planea deberá estar constituida fundamentalmente de “diputados de todos los cabildos, seculares y eclesiásticos”. Así el congreso se concibe como una ampliación en el plano nacional de la representación popular.

En 15 de sept. De 1808 un grupo de conspiradores, dirigido por Gabriel Yermo, da un golpe de estado. Prenden y destituyen al virrey Iturrigaray y convocan a la Real Audiencia que nombra al nuevo virrey Pedro Garibay. De este modo la Real Audiencia gobernará con mano fuerte durante este periodo. El golpe de estado y la posterior destitución del arzobispo Lizana, al cortar de raíz todo intento de reforma, tiene un efecto contrario: obligan a radicalizar la actitud de los criollos.
Para 1810 la fuerza política del ayuntamiento es nula. Si los criollos quieren triunfar, no les bastará su propia fuerza. Se verán obligados a despertar a otras clases sociales hasta entonces al margen, es decir, se tendrán que aliar con las clases trabajadoras.

Con el levantamiento de Dolores el movimiento a favor de la independencia se transforma. Las grandes masas trabajadoras entran en escena. Este movimiento estaba dirigido por Hidalgo y por Allende. Por su composición social, se trata de una rebelión campesina, a la que se le unen trabajadores y la plebe de las ciudades, al mando de unos criollos de clases media.
Las medidas políticas que toman los insurgentes, al igual que sus propósitos, deben verse a la luz de la composición social del movimiento. Hidalgo para satisfacerlo toda todas las provincias en nombre de la “voz común de la nación”. Allende no puede seguir fácilmente el sesgo popular que la revolución ha tomado.
Las multitudes que fascinadas siguen a Hidalgo no pueden tener un programa revolucionario concreto. La revolución se ve como una gran cruzada. La concepción popular presenta semejanzas con la mentalidad que Mannheim denominó “milenarismo” o “quiliasmo”, propia de grandes movimientos revolucionarios que agitan a las clases bajas de la sociedad cuando no se encuentran organizadas políticamente.
Ante la rebelión popular la clase media es la que ahora se encuentra entre dos fuegos. Muchos elegirán al pueblo, otros se pasarán al bando contrario. El más fuerte impugnador de la rebelión fue el alto clero.
Los acontecimientos empiezan a ser desfavorables a la revolución a partir de nov. de 1810. Calleja es el general que enfrenta al movimiento insurgente. El 30 de julio de 1811, Hidalgo y Allende son aprendidos en Monclova y fusilados. Pero la revolución no termina, en Zitacuaro se establece una “Suprema Junta Gubernativa de América” al mando de Ignacio Rayón, pero sobre todo son las victorias de Morelos, en el sur, las que logran darle un nuevo impulso a la revolución. Con Morelos la composición del movimiento no cambia.
Conforme avanza el movimiento muchos elementos de la clase media toman una postura franca a su favor. A la sombra de Rayón y Morelos, empiezan a actuar, divulgando las ideas de la revolución letrados cada vez más numerosos. Los más importantes fueron Joaquín Fernández de Lizardi y fray Servando Teresa de Mier.
Cabe destacar que es en José María Morelos en donde mejor puede observarse la confluencia de las ideas propias de la clase media con las que provienen de su contacto con el pueblo. En sus “Sentimientos de la Nación”, Morelos, esboza un nuevo sistema, teñido de un humanismo igualitario y cristiano. La revolución debe tender a un oren de igualdad y justicia social fundado en la abolición de privilegios, en la protección de los trabajadores y en la propiedad del labrador sobre la tierra.
Para 1814 la revolución había llegado a su máxima pujanza; pero en el fondo era mucho más débil de lo que parecía. Los grupos alzados actuaban cada uno por su cuenta. La idea de un organismo representativo que centrara y coordinara los esfuerzos no podía surgir de ellos. Esa es la idea que los letrados estarán encargados de aportarles.

Mientras la revolución de la Nueva España estallaba, en la isla de León, cerca de Cádiz, se reunían las cortes españolas con la ausencia del rey. En 1811 las cortes se trasladaron a Cádiz. Lo interesente es que en estas cortes participaban 53 delegados americanos. En un pliego de peticiones los delegados resumieron las peticiones de las colonias, en síntesis: igual representación a cortes para España y América; libertad de explotación; eliminación de los estancos, etc. El 18 de marzo de 1812 se firmó la Constitución de Cádiz.
Mientras tanto, por iniciativa de Morelos, el 15 de sept. De 1813 se reunió el congreso en Chilpancingo el cual rechazaba la monarquía y establecía la república. El 22 de otc. De 1814 se proclamó la Constitución de Apatzingán. Esta Const. se inspiraba en las constituciones francesas de 1793 y 1795. Establecía el sistema representativo nacional, la separación de los tres poderes, los derechos del ciudadano y la libertad de expresión (definía la ley como “la expresión de la voluntad general en orden de la felicidad común”). Mientras el congreso sesionaba, la suerte de la guerra empezaba a cambiar para Morelos hasta el el 5 de Nov. de 1815 es atrapado y fusilado en San Cristóbal Ecatepec. Falto de una dirección el movimiento se divide y atomiza, cada caudillo se hace dueño de un territorio.
Mientras en la Nueva España la revolución retrocede, en España el liberalismo sufre un gran golpe. A partir de 1814, en ambos lados del atlántico triunfa el liberalismo. El 22 de marzo de 1814 Fernando VII regresa a España y declara abolida la Const. de Cádiz y disueltas las cortes. Igual en la colonia, Felix María Calleja, nuevo virrey, suprime la Const. que nunca se aplicó.
A principios de 1817, de la gran fuerza desatada por Hidalgo, sólo quedan bandan fugitivas al mando de Osorno y Guadalupe Victoria en el estado de Veracruz y las guerrillas encabezadas por Vicente Guerrero.

La oligarquía había logrado contener la revolución. Los años de guerra había destruido la economía del país. La minería era la que más había sufrido. Además el comercio exterior, afectado por la invasión francesa a España, también se había reducido en forma drástica. Pero la oligarquía criolla no podía ver con entusiasmo el retorno a la política de prohibiciones económicas y de exacciones constantes de la Corona. Así en 1820, por distintas razones, tanto los propietarios criollos como la Iglesia y el ejército estaban cada vez más dispuestos a cambiar la situación. La ocasión se presentaría en 1820 al iniciarse en España la rebelión liberal la cual provocó que Fernando VII jurara la Const. de Cádiz. En México hubo repercusiones, la Real Audiencia y el virrey tuvieron que jurar la Const. de Cádiz.

En noviembre de 1820 Agustín de Iturbide es nombrado jefe del ejército que debía atacar a Guerrero. Iturbide tiene otro plan. Mediante un hábil campaña logra la adhesión de los principales jefes militares insurgentes. Lograda esta, redacta un “Plan de Iguala” aclamado por los soldados. Proclama la independencia, al catolicismo como única religión, restablecía los fueros de la Iglesia, y pedía que los europeos, criollos e indios se unieran en una sola nación. El Plan de Iguala logró unificar a toda la oligarquía criolla. Los últimos caudillos insurgentes ven la oportunidad de lograr la independencia y se unen al movimiento. El 3 de agosto desembarca en Veracruz Juan de O’Donoju, nombrado nuevo virrey, el cual decide entenderse con Iturbide. Se acepta la independencia pero quedan a salvo los derechos de la casa reinante española.

Cabe destacar que los términos de Iturbide son muy diferentes a los que la revolución en su etapa inicial había planteado. La proclamación de la independencia política no terminaba con el proceso revolucionario. Los antiguos insurgentes van unirse para continuarlo. La “Junta Gubernativa” constituida en 1821 acepta algunos insurgentes y miembros del ayuntamiento. Para apoyar a Iturbide y la regencia se reunieron los miembros del ejército, el alto clero, y los hacendados y nobles criollos, en oposición al bajo clero y casi todos los abogados. En la junta, cuando se trato de convocar al Congreso Nacional, se presentaron tres proyectos: 1) El de Iturbide proponía una cámara única con representación proporcional a la importancia de clases y elección directa, lo que eliminaría el papel elector de los ayuntamientos; 2) el de la regencia coincidía con la separación de clases y la elección directa pero proponía 2 cámaras, una integrada por el clero, ejército y diputados, y otra por los ciudadanos, y 3) el proyecto de la mayoría de la junta que pedía una sola cámara sin separación de clases ni representación proporcional y elección indirecta.
El 24 de febrero de 1822 se convocó al congreso integrado en la mayoría por clase media. Su primer acto fue adjudicarse la soberanía. Existía pues una doble pretensión a la representación de la soberanía. Por un lado el ejecutivo, y por el otro el legislativo. El día 18 de amyo de 1822 un tumulto pidió la Corona para Agustín I. Por fin, el 21 de julio de 1822 Iturbide fue coronado por el congreso como emperador de México.
Con la elevación de Iturbide al trono, la oposición entre éste y los liberales no podía menos que exacerbarse. En Michoacán se organiza un complot para establecer la república, esta es suprimida y Iturbide disuelve el congreso.
En Veracruz, el 1 de enero de 1823, Antonio López de Santa Anna se subleva, lanzando un proyecto republicano. Muchos distinguidos insurgentes se unen a él. El 19 de marzo de 1823 acaba el efímero imperio. La caída de Iturbide marca un triunfo importante para los liberales. Restablecido el congreso, éste anuncia la instauración de la república.

LOS PRIMEROS TROPIEZOS (1821-1855)
Josefina Vázquez

Para comprender la difícil tarea que tomaron en sus manos los mexicanos que enfrentaron el desafío de establecer el nuevo estado, es necesario recordar los problemas que habían heredado. La productividad, cohesión y opulencia que había convertido a la Nueva España en el reino más próspero del imperio, habían empezado a esfumarse antes de terminar el s. XVIII. El proceso de modernización propiciado por las reformas borbónicas rompió las formas originales desarrolladas dentro del virreinato. Las reformas borbónicas habían descentralizado la administración con respecto a la ciudad de México e intentado centralizarla desde España mediante la reorganización del espacio con el establecimiento de las intendencias en 1786. Era natural que las reformas, los monopolios y el constante aumento de impuestos, préstamos voluntarios y forzosos que afectaron a todas las clases sociales, generaran un descontento general. De esa manera, en vísperas de la crisis de 1808 que dejó sin rey legítimo al imperio, el reino de la Nueva España estaba, endeudado, descapitalizado y con una elite fragmentada y una población pauperizada. En 1810 surgió el movimiento de independencias. Esta lucha fue larga y sangrienta. El reino español se encontraba en crisis, para decidir cómo se gobernaría al imperio en ausencia de Fernando VII, la Regencia no encontró otro medio que convocar una reunión a cortes. Lo interesante de la medida es que también se convocaron diputados americanos. El grupo dominante en las cortes que se autodenominó liberal, era progresista y promulgó la Constitución de 1812. La monarquía constitucional y la igualdad de los habitantes del Imperio convirtieron a los súbditos en ciudadanos con representación en tres niveles: local, provincial e imperial. La Constitución de Cádiz no concedía toda la autonomía deseada por los criollos en la Nueva España, por lo que la restauración del absolutismo a la vuelta de Fernando VII al trono en 1814, significó un golpe que contribuyo al desprestigio de la Corono. En Nueva España, después del neo-absolutismo de Fernando VII, la insurgencia se había extendido por casi todo el territorio y fragmentado la administración. Cabe destacar que la insurgencia y el liberalismo español liberaron energías reprimidas por siglos, despertaron aspiraciones y la conciencia de los grupos populares de su capacidad para influir en los acontecimientos. Agustín de Iturbide fue el hombre que aprovecharía la oportunidad, para liberar a México del yugo Español, por una coyuntura en 1820. La coyuntura ofreció al coronel Iturbide la oportunidad de volver al servicio para someter a Vicente Guerrero, lo que significaba la oportunidad de hacer uso de su poder de convocatoria en el ejército y en la sociedad. Iturbide se pronunció el 24 de febrero de 1821 habiendo invitado a Guerrero a unírsele. Guerrero aceptó el PLAN DE IGUALA. Juan O’Donoju, el último jefe político de la Nueva España (se les llama así a los virreyes cuando la Constitución de 1812 estaba en vigencia), no vio otra alternativa que firmar los TRATADOS DE CÓRDOBA para asegurar la unión del reino con la metrópoli. La Junta Provisional Gubernativa, nombrada por Iturbide, eligió a los miembros de la regencia que, de inmediato, convocó las elecciones para el Congreso Constituyente. La falta de experiencia política, tanto de Iturbide como del Congreso, obstaculizó sus relaciones y se disputaron la titularidad de la soberanía. Debido a las constantes riñas entre Iturbide y el Congreso, el emperador se vio forzado a disolver al Congreso, sustituyéndolo por una Junta Nacional Instituyente. La labor de la Junta Nacional Instituyente fue apreciable al redactar leyes indispensables y el proyecto de constitución, el problema fue que la alianza entre los insurgentes de 1821 se había roto. Todo se combinó para derrocar al emperador: el borbonismo inconforme, el temor de las provincias al centralismo, el aspirantismo insatisfecho de los oficiales realistas, la marginación de los insurgentes de ascensos y puestos y las decisiones de las logias masónicas. El 2 de diciembre de 1822, Antonio López de Santa Anna, exigía la restitución del congreso y sugería establecer la república. El 1 de febrero de 1823 se firmó el Plan de Casa Mata, el cual advertía que no se atendería “contra la persona del emperador”, pero se hacía eco del descontento provincial y exigía la elección de un nuevo congreso. El emperador Iturbide respondió sustituyendo al Congreso, el cual se resistió a ser sustituido y procedió a nombrar un Supremo Poder Ejecutivo investido en un triunvirato (se lo turnaron Celestino Negrete, Guerrero, Nicolás Bravo, Guadalupe Victoria, Miguel Domínguez y Mariano Michelena), además el Congreso desconoció a Iturbide y anuló el Plan de Iguala y los Tratados de Córdoba. La declaración de ilegalidad del Imperio permitió que las diputaciones concluyeran que la soberanía retornaba al pueblo y por ende a sus representantes. Los firmantes del Plan de Casa Mata, concentrados en Puebla, convocaron a las provincias para enviar dos delegados para formar un gobierno provisional. La fragmentación del territorio pareció inevitable. Las provincias se declararon estados libres y “soberanos”. El 1 de julio de 1823, Centroamérica votó su separación de México, Chiapas (pertenecía a la Capitanía de Guatemala) decidió sumarse a México en septiembre de 1824. Desde mediados de 1823 muchas provincias se constituyeron en estados independientes. Aunque Yucatán fue la primera en establecer un gobierno autónomo, Nueva Galicia, asiento de la Audiencia de Guadalajara, fue la más radical. El 21 de junio de 1823 la Diputación local declaraba constituido el Estado Libre y Soberano de Jalisco (“no habría ley ni tratado que obligara a depender a las provincias del centro”). El estado de Zacatecas asumió una actitud más ponderado y al erigirse en estado libre y soberano, declaró que el bien generala era importante y no deseaba dañar la unidad, pero aclaró que sólo con la federación se lograría el “bien de la patria”. El Congreso (nombrado en el imperio de Iturbide) elaboró su proyecto de Constitución Política de la Nación Mexicana y ordenó al Ejecutivo impedir la creación de estados. Mas las dos instancias no tardaron en darse cuenta de que era inevitable la elección de otro congreso constituyente. El ejecutivo ordenó a Bravo y a Negrete partir al frente de un ejército a someter a Jalisco y a Gómez Pedraza. Bravo logró el compromiso de que Jalisco y Zacatecas se comprometieran a contribuir con los gastos del gobierno general, a cambio de establecer un sistema federal. El secretario Lucas Alamán, no ratificó el acuerdo y Jalisco se declaró en rebeldía. Pedraza recurrió a la intervención del cabildo eclesiástico de Puebla para convencer a los generales a someterse, a condición de convocar un nuevo congreso. Al restaurarse la unidad del ejército, las disidencias de Oaxaca y Yucatán pudieron solucionarse pacíficamente y el anunció de este último estado de unirse a México, si el país adoptaba el sistema federal, indicó el camino de la solución. La federación fue aclamada por todos.

La constitución de 1824 y la primera república federal La convocatoria electoral de acuerdo a los principios gaditanos fue bastante democrática y atendió a las exigencias regionales. Los diputados se eligieron en base a la población, aunque con representación nacional. El Congreso se instaló el 7 de noviembre de 1823 y el 31 de enero de 1824 había aprobado el Acta Constituyente de la Federación. La nación asumió la soberanía, pero compartida con estados libres, soberanos e independientes. Las doce intendencias y tres gobiernos en 1821, se había convertido en el Acta Constituyente en 17 estados y dos territorios y, en la Constitución de 1824, en 20 estados, 4 territorios y un Distrito Federal. El compromiso federal salvó la integridad del territorio, pero este sistema fue totalmente dependiente de los estados en materia fiscal, militar, etc. La Constitución de 1824 y las constituciones estatales derivadas de ella, consagraron la supremacía del legislativo y consideraron los otros poderes como sus agentes. El presidente era elegido por las legislaturas locales. Esta constitución no consagró expresamente los derechos ciudadanos. Algunas constituciones estatales garantizaron los de igualdad, seguridad, libertad de imprenta y propiedad.
El federalismo mexicano, a diferencia del norteamericao que justificaba la existencia de un gobierno nacional, se interpretó como una defensa de la soberanía de los estados. El compromiso federal hizo el milagro de mantener unido al territorio de la Nueva España, además de permitir la incorporación de Chiapas.

El experimento federalista La nueva y flamante Constitución de 1824, concebida como una fórmula mágica, se suscribió el 4 de octubre. Efectuadas las elecciones, el 10 de octubre, Victoria y Bravo juraron como presidente y vicepresidente. El periodo de Guadalupe Victoria resultó bastante estable gracias a la supresión del iturbidismo. Victoria intentó neutralizar las diferencias políticas invitando a formar parte de su gabinete a representantes de los diversos grupos. A pesar del filtro de las elecciones indirectas, la amplia participación que concedía la constitución, permitió el reino de la demagogia. De esa forma, la mayoría no tardó en convencerse de la necesidad de limitar el ejercicio ciudadano a los hombres de propiedad, para garantizar la estabilidad. Aunque no existían partidos políticos, los grupos masones actuaron como tales. Dado que los ministros y congresistas eran miembros de las logias, el partidarismo hundió al gobierno y al congreso nacional en el marasmo. La bancarrota del gobierno convirtió a la Iglesia en el principal centro de controversia entre los grupos políticos. Los radicales quería proseguir el camino fijado por los borbones y utilizar los bienes eclesiásticos para sanear la hacienda, pero otros consideraban tal posibilidad como anatema. En 1833, el gobierno nacional intentó una reforma para resolver el dilema entre Iglesia y Estado, pero fracasó. De esa manera, las diferencias de opinión sobre el papel de la Iglesia dieron lugar a hondas divisiones políticas, lo que resultó crítico en un país católico intolerante. Otro punto de controversia fue el del estatus de los españoles en el país. La permanencia de los peninsulares en puestos del ejército, el gobierno y el clero, que causaba la ira de los ex insurgentes, se incrementó con el rechazo de los Tratados de Córdoba por las cortes españolas. En esa época surgió un grupo que se le denominó como el YORKINO es cual era totalmente antihispanismo. La encumbración de los yorkinos significó pérdida de poder para Bravo, vicepresidente y gran maestre de la logia escocesa, quien preocupado por el antagonismo provocado por el antihispanismo, terminó por pronunciarse por el plan del coronel Montaño en diciembre de 1827. El plan pedía la disolución de todas las sociedades secretas, la renuncia del gabinete, la expulsión del ministro Poinsett y el apego estricto a las leyes. Victoria encargó al general Guerreo someter al rebelde. Después de ser derrotado, Bravo y sus aliados fueron exiliados. En ese marco se llevaron a cabo las segundas elecciones para presidente de la república, con los generales Gómez Pedraza y Guerrero como candidatos. Los yorkinos radicales apoyaron a Guerrero. Por desgracia, la república reprobó su primera prueba y no respetó que el voto favoreciera a Gómez Pedraza. El congreso, sin facultades para ello, transgredió la constitución y declaró presidente y vicepresidente a los generales Guerrero y Bustamante, al tiempo que expedía una segunda ley de expulsión de los españoles. En el gobierno de Guerrero se dio el intento de reconquista español. Este gobierno logró vencer el intento de reconquista gracias a las fiebres tropicales y a la oportuna participación de los generales Manuel Mier y Terán y Antonio López de Santa Anna. Esta importante reafirmación de la soberanía, no obstante, no logró salvar al gobierno de Guerrero. Fue el ejército el que volvió a expresar la voluntad nacional con el Plan de Jalapa en diciembre de 1830, con pretexto de un pronunciamiento centralista en Yucatán. Anastasio Bustamante, respondió autodenominandose protector del “pacto federal” y salió a combatir a la rebelión. El congreso, en una nueva transgresión a la Constitución, aprobó a Bustamante en el ejecutivo y declaró a Guerrero incapacitado para gobernar. En la administración de Bustamante, el ministro de Relaciones, Lucas Alamán dominó la administración, se empeño en arreglar la hacienda y restablecer el orden e impulsar la modernización de la economía. A su vez, el ministro de Guerra, José Antonio Facio, emprendió una cruenta persecución de los radicales rebeldes, lo que desprestigió a la administración en los Estados. La rudeza para restaurar el orden rompía con la práctica de amnistía y exilia para los enemigos, que casi sobrevivían a sus fracasos, lo que terminó por hundir la gestión de Bustamante. El descontento fue aprovechado por el ejército. El 2 de enero de 1832 el comandante de Veracruz se pronunció e invitó al instigador oculto, Santa Anna, a encabezar el movimiento. Bustamante terminó por renunciar y, al final, suscribió con Santa Anna y Pedraza los Convenios de Zavaleta. Gómez Pedraza asumió el ejecutivo. Su empeño se centró en la reconciliación, la reorganización administrativa y en efectuar las elecciones que llevaron a Santa Ana y a Gómez Farias a la presidencia y a la vicepresidencia, junto a un Congreso dominado por radicales sin experiencia, dispuestos a llevar una reformar total. Los defensores del orden fueron excluidos, mientras los “hombres del progreso” difundían su ideario (ejercicio estatal del Patronato, diezmo voluntario, abolición de fueros, ocupación de bienes de órdenes religiosas, reorganización del ejército). Con Santa Anna en campaña o en Manga de Clavo, pero con su aprobación, el congreso emprendió las reformas que afectaban a la Iglesia: supresión de la Universidad y eliminación del clero de la educación superior; supresión de la coacción civil para el pago del diezmo y el cumplimiento de los votos monásticos, etc. Fue el decreto del 19 de diciembre. El descontento popular empezaba a expresarse, pero el Congreso, a principios de abril, ordenó a Farias implementar el decreto del 19 de diciembre, por lo cual “estallo el descontento popular”. Santa Anna decidió hacerse cargo del ejecutivo y el 24 de abril se presentó en la capital. Don Antonio procedió a suspender los decretos anticlericales. Santa Anna nombró un gabinete moderado, pero la percepción general era que el sistema federal había fallado. El rumor de una próxima implantación del centralismo, surgido en 1830, se acrecentó. Cabe destacar que Santa Anna, después de la declaración de independencia de Texas el 6 de marzo de 1836 fue aprehendido. En ausencia de Santa Anna se convocó a un Congreso Constituyente.

El experimento liberal centralista El congreso de 1835 que se asumió constituyente trabajo durante 18 meses. Para diciembre de 1836 había redactado las Siete Leyes Constitucionales, juradas en enero de 1837, que establecían un liberalismo centralistas con separación de poderes y representación ciudadana. Las Siete Leyes garantizaron por primera vez los “derechos de los mexicanos”. Establecieron un cuarto poder, el Supremo Poder Conservador y convirtieron los estados en departamentos. Durante los cinco años de vigencia de las Siete Leyes, gobernó el general Anastasio Bustamante (1837-1841) y fue uno de los periodos más inestables del s. XIX. Según parece, Bustamante se inclinaba al federalismo, pero gobernó con la Constitución que había jurado aunque, convencido de la inaplicabilidad del nuevo sistema, intentara promover el cambio. La bancarrota hacendaria que había entregado al gobierno en brazos del agio, imposibilitó el funcionamiento del sistema e hizo imposible combatir la inestabilidad. En situación tan delicada, el gobierno tuvo que hacer frente a la presión de EU y Francia (“Guerra de los pasteles”). La crisis era tal que el Consejo de Gobierno y el Poder Conservador finalmente reconocieron que era necesario reformar las Siete Leyes y solicitaron la opinión de las Juntas Departamentales. Las Juntas Departamentales redactaron sus proyectos, pero el proceso era extemporáneo, pues los comerciantes extranjeros afectados, descontentos con el gobierno, promovieron el movimiento militar que desembocaría en la dictadura de octubre de 1841. Surgió un nuevo Congreso Constituyente durante la dictadura de Santa Anna. El congreso de 1842 buscaba un sistema federal moderado y la protección al individuo de los abusos del poder, es decir, el derecho de amparo, que se introduciría en las reformas constitucionales de 1847. El empeño federalista selló el destino del congreso, pues Santa Anna no aceptaba el cambio de régimen de gobierno y se retiró a su hacienda, haciendo que Bravo ocupara el puesto. En diciembre de 1842, Bravo ordenó la disolución del Congreso y al mes siguiente nombró una Junta Legislativa de 68 miembros que redactaría la Constitución. Bajo la presidencia de Valencia y con la intervención de Santa Anna, se elaboraron las Bases Orgánicas de 1842. Estas corregían algunos de los errores de las Siete Leyes. Juradas las Bases en junio de 1843, el gobierno santanista se preocupó por las elecciones para la presidencia y para el nuevo congreso, así como por resolver la separación de Texas y de Yucatán. Santa Anna ideó proponer una amplia autonomía para que Texas y Yucatán se anexaran. Yucatán aceptó, pero en cuanto consideró que Santa Anna la violaba, volvió a separarse y mantendría su autonomía hasta 1848. Texas no se interesó en la anexión. Santa Anna fue elegido presidente en enero de 1844. Acostumbrado a gobernar como dictador, Santa Anna no tardó en chocar con el Congreso. El malestar fue aprovechado pro el general Mariano Paredes para pronunciarse el 2 de noviembre de 1844, desconociendo a Santa Anna por la violación de las Bases de Tacubaya y las Orgánicas. Santa Anna salió a someter al rebelde. Canalizo y el gabinete cometieron el error de suspender el orden constitucional y disolver el congreso. El 6 de diciembre, al grito de “constitución y congreso”, después de apresar a Canalizo, los “decembristas” entregaron el ejecutivo a José Joaquín Herrera. La situación era delicada. México estaba en penuria en medio de dos amenazas, la de EU y la de España. El otro dilema que se planteaba era el de la restauración del sistema federal. Herrera decidió que era aconsejable reformar las Bases. Mientras tanto el general Paredes preparaba un movimiento en contra del presidente. Herrera y el Congreso, carentes de medios para enfrentar a Paredes, se redujeron a denunciar su traición. El golpe de estado se consolidó, Paredes entró el 2 de enero de 1846 a la ciudad de México y el 4 de enero, Paredes fue elegido presidente interino por los representantes de los Departamentos. Paredes fue incapaz de resolver los problemas nacionales. La guerra con los EU estaba presente y el país no tenía dinero para enfrentarla. Paredes fue derrotado y se pedía la restauración de la Const. de 1824 y el regreso de Santa Anna.

La segunda república federal La restauración de la Constitución de 1824 en plena guerra con EU obstaculizó la defensa. A esto se sumó que, restablecido el federalismo, radicales o puros y moderados se disputaran el poder. Poco después de su llegada a México el 14 de septiembre, Santa Anna partió a San Luis para organizar la defensa a la invasión norteamericana. La bancarrota, la carencia de recursos y la falta de un ejército profesional predecían el desastre. El gobierno de Gómez Farias contaba con la hostilidad general. Mientras Santa Anna peliaba en la batalla de la Angostura, en la ciudad de México los “polkos” se pronunciaron contra el gobierno de Farias. La paz no se logró hasta la llegada de Santa Anna, quien asumió la presidencia para la que había sido elegido. En este tiempo surgió el Acta de Reformas de 1847 en las que se abolía la vicepresidencia, se establecían los derechos del hombre y un límite a la autonomía estatal, al declarar que el congreso nacional podría anular toda ley que violara la constitución y las leyes de la federación. La situación en México se agravó al acercarse las tropas norteamericanas a la cuidad de México. En septiembre de 1847 el enemigo ocupó la ciudad. El ejército mexicano abandono la capital y el 15 de septiembre Santa Anna renunció a la presidencia, ordenando el traslado de la capital a Querétaro y el presidente de la SCJN, Manuel de la Peña y Peña, asumió la presidencia. Las autoridades norteamericanas permitieron que se llevaran a cabo las elecciones para presidente y para el congreso en las regiones ocupadas. Fue electo presidente José Joaquín Herrera. El 24 de mayo de 1848 se firmó un tratado con EU. La prudencia del gobierno permitió el traslado a la capital y utilizar la indemnización por daños sufridos en la guerra que dio EU para normalizar el funcionamiento de la república. El país se encontraba en crisis, el sucesor de Herrera, Mariano Arista (1851) enfrentó innumerables problemas al igual que el anterior presidente. El 6 de enero de 1853, Marino Arista renuncia a la presidencia y Juan Bautista Ceballos, presidente de la SCJN, asumió al ejecutivo, pero agobiado por los mismos problemas terminó por disolver al congreso. Más todos los partidos se coaligaron para establecer una dictadura y cada uno con un interés diferente, decidieron volver a llamar a Santa Anna. El 1 de abril de 1853, Santa Anna asumió el poder. Lucas Alamán restableció el centralismo y reorganizó el gobierno. Pero su muerte el 2 de junio permitió que un Santa Anna más viejo y menos apto quedara solo, con sus excesos y dispendios. La venta de la “Mesilla”, la adopción del título de “Alteza Serenísima” y la elección de su propio sucesor, iban a ser la gota que colmara la paciencia del pueblo. El Plan de Ayutla, lanzado en 1854, consolidó el apoyo liberal y obligó al dictador a huir en agosto de 1855. Esta vez para siempre.

Una economía en bancarrota El nuevo estado se estrenaba sobre bases endebles. La bancarrota después de la independencia era total. Por otra parte, la rebaja de impuestos y la desorganización de los cobros y el problema hacendario iba a ser el escollo contra el cual se estrellarían todos los gobiernos. Durante el periodo de 1821 a 1855 se postularon dos proyectos ideológicos (los más importantes, hubo otros). Un grupo que se iría identificando como liberal (desamortizar los bienes de la Iglesia,), y el otro, el más tradicional, iba a considerar anatema tocar los bienes de la Iglesia y favorecería la centralización y el proteccionismo y los impuestos directos. Lo cierto es que durante todos los años que siguieron a la independencia hubo una escasez de recursos. Gran parte del fracaso del Imperio derivó del problema hacendario. Iturbide recurrió en primer lugar, a las contribuciones voluntarias para hacer frente a los primeros gastos, después se vio obligado a descontar sueldos; en segundo lugar, tuvo que recurrir a los impopulares préstamos forzosos. El advenimiento de la república se recibió como un respiro, al suprimirse los préstamos forzosos, detenerse la emisión de papel moneda y hacer esfuerzos para economizar. El gobierno federal funcionaba con los impuestos ordinarios, el producto del monopolio del tabaco, la contribución de los estados, también el noveno del diezmo que había correspondido a la corona. Más las necesidades del gobierno no podía aliviarse con esos recursos, por lo que el congreso iba a autorizar el 1 de mayo de 1823 un préstamo extranjero de 8 millones. El préstamo contratado por Borja resultó muy desfavorable (préstamo con los ingleses). El grueso del dinero se gastó en compra de armas y municiones, gastos del gobierno y pago de deudas. Hasta 1827 México logró pagar los intereses de los bonos de las deudas inglesas pero de esa fecha en adelante no fue posible hacerlo. El movimiento de 1832 agudizó la bancarrota y para 1837 la deuda de México ascendía a 50 millones. Como México no pudo pagar, la deuda siguió creciendo, complicada por las manipulaciones del representante financiero en Londres, F de Lizardi Co., que emitió bonos no autorizados para cobrarse intereses. Hubo que hacer dos conversiones más, en 1846 y 1850, favorables a los intereses de la nación; esta última obligó al país a entregar 2500000 pesos de la indemnización norteamericana. El país logró pagar durante tres años más, pero con la revolución de Ayutla los retrasos se reanudaron. El monopolio como fuente de ingresos tuvo fluctuaciones. El “contingente” que debían pagar los estados también fracasó. De tal manera que las únicas entradas seguras para el gobierno nacional eran los impuestos aduanales. La caída de Guerrero tuvo relación con la crisis financiera. El orden que logró el gobierno de Bustamante significó un verdadero alivio. Solicitó un empréstito voluntario a propietarios y prelados; restableció el monopolio del tabaco y organizó una recaudación de impuestos más eficiente. El orden de las finanzas logrado por Bustamante (1830-1832) se fue al traste con el desorden de 1832. La debilidad fiscal del gobierno nacional fue uno de los elementos que condujo a la adopción del centralismo. Más las amenazas externas que se sucedieron no sólo requirieron recursos, sino que significaban bloqueo de los puertos, lo que reducía la fuente más importante del presupuesto gubernamental. Para enfrentar la guerra con Francia de 1838, se promulgó la ley de arbitrios que gravaba con uno y medio al millar el valor de las fincas urbanas y tres las rústicas; los profesionistas pagaron también una contribución. En 1839, el congreso aprobó un impuesto del 15% sobre artículos importados. Este impuesto fue una de las causas de la caída de Bustamante. La dictadura de Santa Anna abolió este impuesto. Santa Anna impuso constantes préstamos a la Iglesia y a particulares. Los usureros continuaron siendo el recurso habitual para hacer frente a los gastos gubernamentales. El cambio de gobierno aumento el desorden. La compensación norteamericana permitió al gobierno salir de algunos apremios, pero el problema fundamental quedó sin solución y ante él se estrellaron todos los sistemas gubernamentales: el lastre de la deuda inicial y los daños sufridos por todas las ramas de la economía durante la lucha por la independencia; la necesidad de aumentar el endeudamiento para hacer frente a grandes amenazas extranjeras y a la discordia interna; la falta de buenas comunicaciones y de un sistema bancario y monetario modernos; la interpretación radical del federalismo y de la soberanía estatal, y la carencia de verdaderos servidores públicos.

LAS RELACIONES EXTERIORES DE MÉXICO (1821-1855)
Dr. Raúl Figueroa Esquer

Al consumarse la independencia, un programa de política exterior fue presentado ante la Comisión de Relaciones Exteriores de la Soberana Junta Gobernativa del Imperio de Iturbide. Pode medio del citado programa, señaló a las relaciones exteriores por diferentes apartados. El primero, por la NATURALEZA, las cuales habría que establecer con los países limítrofes. El segundo, RELACIONES EXTERIORES POR DEPENDENCIA, en este apartado estaban aquellas regiones que habían dependido económicamente de la Nueva España (Cuba, Puerto Rico y Filipinas). En tercer lugar, las RELACIONES EXTERIORES POR NECESIDAD, que era las que México requería sostener con el Vaticano. Por último, las RELACIONES EXTERIORES POR POLÍTICA, las cuales tenían que establecerse con España, Francia, EU y los Estados nacientes de América Latina. Una constante que se debe resaltar es el alto grado de dignidad de la conducta de nuestros diplomáticos en el exterior.

Estados Unidos de Norteamérica Las relaciones entre México y los Estados Unidos durante este periodo están marcadas por el expansionismo territorial norteamericano. La posición de México, desde la primera misión diplomática estadunidense, es de una claridad contundente: sólo quedaba ratificar el Tratado Adam-Onís (ceder España la Florida Occidental y Oriental), que señalaba los límites territoriales entre la Nueva España y EU. Este tratado es ratificado por México el 12 de enero de 1828. La variación en 1834 del régimen federal de México y el inicio de los trabajos para transformar este país es una república centralista, fueron los pretextos que esgrimieron los texanos para separarse de México. Así en 1836, Santa Anna marcha a combatir a los texanos. Santa Anna fue hecho prisionero y firma los Tratados de Velasco que estipulaba los límites de Texas. Así desde 1836 a 1845, Texas existiría como república independiente. Se formaron en su seno dos tendencias: una pequeña partidaria de la independencia texana; y otra más numerosas y popular encabezada por Houston, a favor de la anexión a los EU. La anexión de Texas a EU se dio hasta la primavera de 1845 con el procedimiento de Resolución Conjunta en el Congreso Norteamericano. Éste fue el motivo final de la ruptura de relaciones entre México y los EU en marzo de 1845. La administración Paredes, en resumidas cuentas no sirvió, sino para dividir, aún más a los mexicanos y precipitar la declaración de guerra de los EU, acaecida el 13 de mayo de 1846. Santa Anna regresa a México el 16 de agosto de 1846 y fue el que constituyó el alma de resistencia ante el invasor. Otra invasión, con mayores recursos, es proyectada desde Washington. Ella invadiría por el Golfo de México y reforzaría al general Taylor. El jefe de esta expedición, el general W. Scott, bombardeó en marzo de 1847 al puerto de Veracruz. La invasión norteamericana será un paseo militar. Jalapa y Puebla son ocupadas sin resistencia y el enemigo marcha hacia la ciudad de México. Los invasores ocupan la capital el 15 de septiembre de 1847. México parecía estar destinado a desaparecer. En Washington tomas fuerza el movimiento conocido como ALL MEXICO. En estas críticas circunstancias, el 27 de septiembre, el presidente de la SCJN, Manuel de la Peña y Peña se hace cargo del ejecutivo y marcha a Querétaro para establecer “la administración queretana”. Así, tras largas y difíciles negociaciones, se llega a la firma del Tratado de Paz de Guadalupe Hidalgo, el 2 de febrero de 1848. Polk tiene conocimiento del mismo el 19 de ese mes y, aunque este Tratado era objeto de una desobediencia, no lo pudo rechazar y lo envía al Congreso de la Unión. En este cuerpo legislativo es aprobado el 10 de marzo de 1848. El Tratado fue ratificado y canjeado. Así, el 30 de Mayo de 1848, queda restablecida la paz entre las dos naciones. Durante los años que van de 1848 a 1855, los EU no abandonaban del todo sus afanes expansionistas sobre México. En México tuvo lugar la Guerra de Reforma de 1858 a 1861, seguida casi, por la invasión francesa y la lucha republicana contra el imperio de Maximiliano. Los EU, por su parte, estuvieron envueltos en la Guerra Civil de 1861 a 1865. Los hechos más importantes de 1850 a 1856 los constituyen la serie de expediciones filibusteros (expediciones privadas) contra México. La última tarascada del “Destino Manifiesto” fue el Tratado de la Mesilla.

Gran Bretaña Este país fue la primera potencia europea en reconocer la independencia mexicana. En 18211 ambos países buscaron un acercamiento mutuo. Gran Bretaña estaba libre de compromisos internacionales por no formar parte de la Santa Alianza. Las relaciones en el orden estrictamente diplomático se desenvolvieron en forma normal sin ningún escándalo. Con respecto a la cuestión de Texas, Gran Bretaña se comportó como fiel amiga de México, tratando de evitar la anexión de este territorio a los EU, incluso durante el año crucial de 1845. Durante la guerra de México y EU, México siempre albergó expectativas de contar con el apoyo británico. En efecto, la mayoría de los círculos políticos británicos había un sentimiento de desprecio al régimen político norteamericano, pero era de tal grado la interrelación tanto de las finanzas, como del comercio entre Gran Bretaña y EU que no podía los ingleses darse el lujo de enemistarse con los EU. Por otra parte, Palmerston concedía prioridad a los asuntos europeos, después a la Cuestión de Oriente, por lo cual los asuntos de América eran secundarios. Aún así, Gran Bretaña interpuso en tres ocasiones su mediación durante la contienda entre México y EU: Finalmente, Gran Bretaña, por temor a indisponerse con los EU, mantuvo una estricta neutralidad. Las relaciones financieras entre Gran Bretaña y México fueron buenas. La casa bancara B.A. Goldschmidt concertó con México en 1824 un empréstito. Al año siguiente, la casa Barclay and Herring concertó por su parte otro empréstito. Estos empréstitos fueron utilizados en un 29% para liquidar adeudos anteriores con comerciantes ingleses, encaminados a la modernización militar; aprox. El 15% se empleó para financiar el monopolio del tabaco; y otro 15% para pagar otros pertrechos militares y navales pedidos a Inglaterra. Los demás fondos fueron destinados a cubrir el gasto corriente del gobierno. La última conversión de la deuda fue en 1850. En 1855, México se vio obligado a suspender el pago a Gran Bretaña.

El Vaticano No se expondrán las relaciones Iglesia y Estado mexicano, sino las sostenidas con la Santa Sede. El primer problema, planteado al momento mismo de la emancipación de España, consistió en la vigencia del Patronato Regio. Por su parte, el gobierno de Fernando VII ejerció una enorme presión por medio de sus embajadores en Roma ante los Papas. Dicha presión fue realizada para que el Pontificado no nombrase obispos titulares para México, y de esta forma, constatasen los fieles católicos mexicanos que la independencia traía como consecuencia una gran desventaja. El reconocimiento diplomático no era la prioridad para México, sino la cuestión del nombramiento de los obispos. Pero Pablo Vázquez, canónigo de Puebla, llevará a cabo una misión diplomática ante el Vaticano de 1830 a 1832. A Vázquez se le propuso que el Vaticano podría acceder a nombrar obispos in partibus infidelium. Esta proposición fue considerada ofensiva. No fue sino hasta la llegada al trono de San Pedro de Gregorio XVI, el 6 de febrero de 1831, en que las circunstancias cambiaron para México. El nuevo pontífice no se prestó en absoluto a las presiones de los embajadores españoles, consideró correctamente que la misión de la Iglesia era universal. Cabe resaltar que, pese a las primeras reticencias del clero mexicano, todo el período comprendido hasta 1855 se puede considerar como patronato de hecho. Es decir, al no existir la separación entre Iglesia y Estado, el gobierno de México intervenía en la nominación de los obispos. En cuanto a las relaciones diplomáticas propiamente dichas, éstas quedaron plenamente establecidas desde noviembre de 1836.

España Las relaciones entre México y España fueron bastante más complejas de lo que un intercambio entre pueblos con un origen en común podría suponer. La razón estribó primero, en la negativa de España a reconocer la independencia de México. En efecto, no fue sino hasta 1836 cuando las autoridades peninsulares aceptaron entablar negociaciones con las mexicanas. A finales de 1836, el gobierno de la “reina gobernadora” María Cristina de Borbón accedió a entrar en negociaciones con Miguel de Santa María, plenipotenciario nombrado por México. EL RECONOCIMIENTO DE MÉXICO QUE CULMINÓ CON EL TRATADO DE PAZ FUE EL 28 DE DICIEMBRE DE 1836. De 1846 a 1853, Eduardo de Gorostiza sería el encargado de los negocios de México y, finalmente, desde éste último año hasta 1855, lo fue Buenaventura Vivó. Respecto a los representantes de España en México tenemos una variada constelación de personajes. Ángel Calderón de la Barca fue el primer ministro plenipotenciario acreditado en nuestro país, de 1839 a 1841. Lo acompaño su culta esposa, Francis Erskine Inglis (la “marquesa de Calderón de la Barca”), que escribió el famoso libro “La vida en México durante una residencia de dos años en este país”. Otros representantes fueron Pedro Pascual de Oliver, Salvador Bermúdez de Castro, Ramón Lozano y Armenta, Juan Antoine y Zayas, Juan de Sandoval y Lozano y Armenta. En conclusión, además de los personajes que representaron a España en México, cabe exponer un resultado de nuestras relaciones: Primero, si bien España reconoció a México 15 años después de su emancipación, esto provocó a México a comprometerse en la contratación de la deuda con Gran Bretaña. Segundo, España, en la época de Bermúdez de Castro, intervino abiertamente en los asuntos internos de México y finalmente los diplomáticos españoles y una parte de la colonia hispana residente en México provocaron que el problema de la deuda derivara en la intervención tripartida en nuestro país.

Francia Las relaciones entre el México independiente y Francia tienen una larga historia. En síntesis anotaremos que desde 1808, año de la invasión de España por Napo Bonaparte, éste demostró un claro interés por la colonia. Napoleón se transformó en el adalid de la independencia mexicana. Ahora bien, cuando México obtiene su independencia en 1821, Francia fue una de las grandes potencias que establecieron relaciones informales con nuestro país, a partir de 1824. De manera informal y provisional se celebró el 8 de mayo de 1827 un acuerdo recíproco relativo al comercio y a la navegación; más no es hasta 1830 en que se llega al reconocimiento formal de nuestra independencia. El desarrollo del comercio francés fue extraordinario en México. En otro orden de cosas, cabe señalar que sus hábiles artesanos adquieren prestigio en este país. Varias administraciones mexicanas tomaron medidas para prohibir el comercio al por menor, ésta fue la causa profunda que motivó el conflicto entre México y Francia que duró de 1838 a 1839 (“guerra de los pasteles”). Esta guerra se prolongó del 27 de noviembre de 1838 al 9 de marzo de 1839. En diciembre de 1838, arribó a Veracruz el ministro de Gran Bretaña, R. Pakenham, con una escuadra más poderosa que la francesa. Pakenham declaró que venía a ofrecer su ayuda para mediar las negociaciones. En estas condiciones, Baudin se vio precisado a firmar un tratado de paz y una convención. Una año más tarde, Luis Felipe nombró ministro de Francia en México al barón Alleye de Cyprey. Su estancia de seis años se redujo a una larga y cansada relación de disputas y reyertas con las autoridades de nuestro país. Durante la guerra contra los EU, los franceses aunaron a una actitud de americanofilia, por lo que la neutralidad francesa durante dicha contienda se puede considerar de tipo hostil. No deseo que el lector deduzca que los grupos rectores de México profesaran una ardiente galofobia; todo lo contrario: el pensamiento de la elite francesa comenzaba a ejercer una influencia cultural considerable en la propia elite mexicana y sentó las bases para el posterior afrancesamiento de nuestra cultura en el porfiriato.

ESTADO ACTUAL DE MÉXICO (1836)
Dr. José María Luis Mora

Todavía es demasiado reciente la existencia de México como nación para que los rasgos que hayan de determinado adquieran la estabilidad necesaria, y puedas ser conocidos y marcados como tales: así pues nos limitaremos a dar una idea del estado político y moral de la sociedad mexicana. Ningún pueblo que como el mexicano ha estado sometido al doble despotismo civil y religioso por muchos años, ha dejado de padecer notables extravíos en su moralidad. Después de la Independencia el carácter moral de los mexicanos ha mejorado considerablemente: el amor al trabajo y a las empresas lucrativas se ha propagado por todos los ángulos de la república. El pueblo mexicano, a pesar del gran golpe de ha recibido, ha dado ejemplos brillantes y repetidos de gran virtuosidad. Conseguido el objeto político de una revolución, todo ha vuelto a entrar en quietud y las cosas han seguido su curso ordinario. La asonada de la Acordad, lo mas atroz que se ha conocido en México, en nada es comparable a las insurrecciones y movimientos populares que han existido en Francia e Inglaterra. La ilustración mexicana hasta mediados del siglo pasado no caminó sino con pasos muy lentos. La revolución francesa que bajo un aspecto ha sido un manantial de errores y desgracias, y bajo otro una antorcha luminosa y un principio de felicidad para todos los pueblos, produjo en México todo su defecto y fue disponiendo los ánimos a los grandes cambios que se preparaban. Después vino la influencia española. Las cortes dieron un impulso prodigioso a la ilustración mexicana. El restablecimiento de la liberta en España (después del neoabsolutismo de Fernando VII) y la independencia que el siguió acabaron de romper las cadenas que por tantos siglos habían aprisionado las facultadas mentales de los mexicanos: la libertad, acompaña del más vivo deseo de leer e instruirse. La adopción del sistema federativo ha sido el último, el más fuerte y poderoso impulso que ha recibido la ilustración nacional. La importación frecuente de libros y la manía o moda de tenerlos y estudiarles es siempre creciente en la República. El número de escuelas de primeras letras establecidas en México después de la independencia a consecuencia de la adopción del sistema federativo, escede a toda ponderación. En México más que en ninguna otra parte se ha hecho palpable y sensible la distinción que el filósofo de Ginebra estable entre la educación de las cosas y de las personas, y la superioridad de influencia y poder que atribuye a la primera sobre la segunda. Los antiguos establecimientos de educación, no sólo no han contribuido a la ilustración pública sino que hasta cierto punto han sido perjudiciales a ella. La población mexicana puede dividirse en tres clases: la militar, la eclesiástica y la de los paisanos. La más numerosa, ilustrada y rica es esta última que se compone de negociantes, artesanos, propietarios de tierras, abogados y empleados. Antes de esta época memorable la pretendida nobleza de México se componía de los inmediatos descendientes de los ricos negociantes españoles, quienes luego que tenían un caudal considerable compraban muy caros sus títulos a la corte de Madrid, y fundaban con el todo o parte de su caudal, mayorazgos que perpetuasen su casa y nombre. En el día esta clase ha mejorado, considerablemente desprendida de sus antiguas preocupaciones y de sus hábitos viciosos, pues ha entrado en la sociedad bajo el pie de una igualdad racional, y no ha intentado sostener ya otras distinciones ni pretendido otra consideración que la debida del mérito personal. La laboriosidad y el deseo de proporcionarse goces y comodidades ha penetrado y se hecho común en las demás ramas de la clase del paisanaje. Los empleados, entre los cuales debe contarse los cesantes y pensionistas, son los únicos del paisanaje que cada día se hacen más odiosos a la república. Pero hay otro motivo más justo que hace odiosa a esta clase y deprime mucho el honor de la república y es el cohecho y soborno tan generalizado en ella y tan públicamente sabido. La clase miliar aún subsiste en la República merced a las revoluciones que han llegado a hacerla importantes: ella se compone de los generales, jefes y subalternos del ejército que están en servicio activo y subsisten de sus sueldos. Los militares se hallan en el día muy viciados en consecuencia de un estado revolucionario perpetuo, sin disciplina, sin sujeción a sus jefes, sin instrucciones en su profesión respectiva, y sin miramiento ninguno de las leyes del honor que debían caracterizarlos, han adquirido un hábito de pronunciarse contra el gobierno en todo sentido. Esta insubordinación, este espíritu de rebelarse y promover motivos y asonadas, ha hecho tan odiosa en el país la clase militar que es de presumirse sufra en lo sucesivo cambios tales, que no sólo la hagan variar de aspecto, sino hasta desaparecer del centro de las poblaciones.

ESTADO DEL PAÍS DESPUÉS DE
LA INDEPENDENCIA (1852)
Lucas Alamán y Escalada

* Fundó el Partido Conservador
* Defendió a las corporaciones, a las que consideraba como un gran recurso contra el individualismo egoísta del siglo, lo que no quiere decir que se opusiera a la iniciativa y propiedades individuales.
* Protegió a la Iglesia

Al ver en tan poco años esta pérdida inmensa de territorio; esta ruina de la hacienda; este aniquilamiento de un ejército florido y valiente, y sobre todo, esta completa extinción del espíritu público y contemplando a una nación que ha llegado de la infancia a la decrepitud, sin haber disfrutado más que un vislumbre de la lozanía de la edad juvenil ni dado otras señales de vida que violentas convulsiones. Estos funestos resultados han dado motivos para discutir, si la independencia ha sido un bien o un mal y si debió o no promoverse. Hay que hacer notar, que el curso de las cosas ha sido tal, que si México no hubiera hecho su independencia en 1821, la habría hecho podo después, obligado por las medidas mismas que el gobierno español hubiera tomado para impedirla. La independencia, pues, no sólo era posible, pero ni aún prematura hubiera parecido, sino la hubieran sido mucho las novedades que con ella han querido introducirse. En esto ha consistido todo el mal. En medio de un trastorno tan completo de todos los elementos de la sociedad, lo único que ha permanecido inmutable es la Iglesia, y esto es debido a que ni el Congreso ni el Gobierno han podido poner mano en su administración ni en la elección de sus ministros. En medio de tantas causas de atraso, el país ha hecho sin embargo notables progresos, no tanto debidos al impulso del gobierno, sino más bien venciendo los obstáculos que las instituciones y las dificultades políticas les han opuesto. Las minas han progresado extraordinariamente. La agricultura ha vuelto al estado más próspero que tuvo en aquella época, y sus frutos se venden a precios mayores que los que habían tenido muchos años. Se han formado grandes establecimientos industriales. Todo esto no es precisamente efecto de la independencia, tampoco se le deben atribuir bienes que proceden del progreso general de las cosas en el mundo civilizado. Así como la deuda exterior causa el gran mal de una salida continua de dinero, los préstamos hechos con negocios sobre las aduanas, o recibiendo en pago las salinas y demás fincas nacionales y las del clero, no obstante haber sido tan ruinosos para el erario, han producido el bien de crear grandes fortunas y algunas medianas, que unidas a las que han salido de las minas, han quedado radicadas en el país, y han hecho subir considerablemente el precio de las propiedades, contribuyendo a hermosear algunas ciudades. Esta acumulación de caudales, la perfección a que han llegado varias artes y la ocasión que presentan las modistas, sastres y cocineros franceses han introducido por otra parte un lujo tan excesivo, que con el juego y la disolución, han arruinado algunos caudales.

El efecto de las ideas que han ido prevaleciendo desde el siglo pasado, ha sido destruir toda desigualdad heráldica o administrativa. La sociedad del siglo pasado era mucho menos dispendiosa. Los hombres más acaudalados, se distinguían poco en su trato doméstico, especialmente los españoles. Todo esto cayó a esfuerzos de la filosofía irreligiosa antisocial del siglo XVIII: no quedó ya otra distinción que el dinero, buscarlo es el único fin de los esfuerzos de todos. Basta lo dicho para explicar fácilmente el origen de los males sociales de la época presente, y siendo materia de que se han ocupado y ocupan los más célebres escritores de Europa, no debe detenernos por más tiempo, faltándonos de examinar el objeto esencial de toda esta obra. Cuál es el objeto de este discurso. Todos nuestros esfuerzos se dirigen a estudiar la República. Los elementos de la prosperidad de la nación existen, y la nación como cuerpo social está en la miseria. La consecuencia que de estos antecedentes incontestables se deduce, y que tiene todo el rigor de una demostración matemática, es esta: las instituciones políticas de esta nación no son las que requiere para su prosperidad: es pues, indispensable reformarlas, y esta reforma es urgente y debe ser el asunto más importante para tobo buen ciudadano. Todo esto es urgente y no puede dejarse a la casualidad de los sucesos; es menester precaverlo y remediarlo con prudencia; es menester que los mexicanos saliendo de su patria, puedan decir con frente erguida el país al que perteneces, sin temer que este sea un título de ignominia y baldón. ¿Cómo ha de ser imposible, después de todas las reformas efectuadas, hallar remedio eficaz para los males que nuestra nación padece? En la actualidad, es tal la confusión que se ha introducido, que aunque al orden presente de cosas se le llama federación, en realidad no existe cosa alguna a que pueda darse un nombre conocido.

EL LIBERALISMO Y EL CAMPESINADO EN EL
CENTRO DE MÉXICO, 1850-1876
T.G. Powel

La esencia de la ideología de los liberales mexicanos derivó de la literatura del Siglo de las Luces. Los liberales exaltaban los beneficios del capitalismo. La cuestión de las relaciones entre la Iglesia y el Estado dividía a los liberales mexicanos en dos grupos: radicales que favorecían la separación de la Iglesia y el Estado, y los moderados que, al contrario, se oponían a cualquier programa anticlerical. Para mediados del s. XIX, el liberalismo se había convertido en el credo político de los sectores móviles y ambiciosos de la sociedad mexicana. Los liberales estaban generalmente tan ocupados en busca de proteger y aumentar sus intereses propios. En la mente de Mariano Otero, notable liberal, y de la mayoría de los liberales, el problema social más importante de México no era la pobreza de la clase baja, sino el poder político del clero y del cuerpo de oficiales. En contraste con las concepciones burguesas del liberalismo, el Partido Conservador en México tenía una orientación decididamente aristócrata. Eran fieles a la Iglesia, se oponían a un sistema de gobierno popular y representativo. Los conservadores veían en un régimen autoritario y centralizado tanto el medio para conservar el orden como un instrumento valioso para revitalizar la deprimida economía mexicana. Cabe destacar que rechazaban el laisserz-faire. Ambos partidos políticos del país se daban cuenta de que el campo era un problema, pero ninguno de los dos demostró un gran interés. Algunos conservadores abogaban por el regreso a la política paternalista de los reyes de España, bajo los cuales se daba a los indígenas una condición legal especial como tutelados del gobierno. Los liberales dejaron en claro que bajo su gobierno los indígenas tenían que defender individualmente sus propios intereses. Una dictadura impopular y conservadora con el general Santa Annna, fue el catalizador de la reforma mexicana. Tras varios periodos de gobierno, el descontento popular hacia Santa Anna se materializó en 1854 cuando Juan Álvarez e Ignacio Comonfort publicaron el Plan de Ayutla. Tras el Plan de Ayutla, Juan Álvarez asume la presidencia. Ya en la presidencia se le opusieron moderados tan poderosos como Manuel Doblado, que lo acuso de ser demasiado severo con la Iglesia y demasiado indulgente con los revoltosos. El típico político liberal no podía ni comprender ni tolerar el interés de Álvarez por los oprimidos y especialmente por los indígenas. El presidente se enemisto con un gran sector de su partido y renunció a favor de Comonfort. Bajo Álvarez, los radicales habían empezado a promover una serie de “leyes de reforma” que atacaban los privilegios corporativos de la Iglesia. La primera de éstas fue la Ley Juárez. La “Ley Juárez”, de noviembre de 1855, abolió los tribunales eclesiásticos y militares y puso así a los clérigos y soldados bajo la competencia de los tribunales civiles. En junio de 1856 la Ley Lerdo exigía que todas las corporaciones civiles y religiosas se deshicieran de sus propiedades inmuebles. Las “leyes de reforma” además de agudizar la lucha entre las fracciones moderada y radical de los liberales, la nueva legislación empujó a algunos conservadores y clérigos a la rebelión abierta contra el gobierno. En México después de la promulgación de la Constitución de 1857, se dio la guerra civil que duro de 1859 a 1861 y aunque tanto liberales como conservadores se proclamaban representantes de “la voluntad de la nación”, ninguno de los dos bando procuró ni obtuvo apoyo masivo del pueblo mexicano. Los indígenas de México pueden no haber tenido gran interés en la guerra, pero de todos modos fueron víctimas de su impacto destructivo, que en las zonas rurales fue mayor. El presidente Juárez tras la guerra de reforma y el doble gobierno, regresó al poder en enero de 1861. Políticamente, 1861 fue un año difícil para el presidente Juárez y el Partido Liberal.

MAXIMILIANO DE HABSBURGO Y EL MÉXICO RURAL:
PROBLEMAS Y POLÍTICA DURANTE LA INTERVENCIÓN FRANCESA

De enero de 1862 a mayo de 1863 los liberales lograron contener a los franceses en la parte oriental del país. Sin embargo, el presidente Juárez no recibió apoyo de los caudillos militares ni de los gobernadores de los estados, por lo que tuvo que abandonar la capital y huir a San Luis Potosí el 31 de mayo de 1863. Después de varios otros movimientos, el gobierno liberal estableció su cuartel general en Chihuahua y allí permaneció hasta diciembre de 1866. La llegada de Maximiliano en 1864, cuando el ejército francés había arrinconado al gobierno liberal y a sus fuerzas en las regiones periféricas del país, tuvo una gran significación potencial para el México rural porque Maximiliano sentía simpatía por los campesinos y peones indígenas y deseaba sinceramente mejorar su condición. Aunque Maximiliano hizo un esfuerzo serio para mejorar las condiciones sociales y económicas de las masas en el México rural, no logró alcanzas su objetivo. El periodo en el que gobernó fue relativamente breve y debió enfrentarse a la decidida oposición de los terratenientes y funcionarios provinciales. Maximiliano nunca llegó a tener verdaderos poderes ejecutivos en México. La oposición de la clase alta a la política de Maximiliano y la supervivencia de los liberales, no fueron, a pesar de todo, las únicas razones del fracaso de su gobierno. Las acciones mismas del emperador eran un poco contradictorias. Aunque Maximiliano creó un “Comité Protector de las Clases Menesterosas” y expidió varios decretos concebidos para beneficiar a los campesinos y peones indígenas, siguió ciertas ideas liberales que o no tomaban en cuenta o hacían daño a los interese de las clases bajas en el campo. A pesar de sus esfuerzos por mejor las condiciones de vide de los peones, el emperador daba por hecho natural la supervivencia del latifundismo y nunca consideró la posibilidad de terminar con el peonaje como institución. Aún más, continúo la práctica liberal de forzar a los campesinos sin tierra a que se convirtieran en peones expidiendo la ley contra la vagancia. El gobierno imperial siguió en otros aspectos una política que no lo ayudo a obtener el apoyo campesino. El gobierno de Maximiliano dominaba despóticamente a los municipios, como todos los demás gobiernos mexicanos, conservó en vigor la detestada Ley Lerdo, mantuvo las impopulares alcabalas y gasto dinero y tierras en proyectos de colonización con extranjeros. Una alianza que funcionara, entre Maximiliano y el campesinado indígena, era imposible. Estos factores convencieron a Maximiliano a limitar sus reformas rurales dentro de un marco más estrecho y de buscar un apoyo más confiable en los colonos europeos. Aun cuando el emperador hacía algo para favorecer a los pobres del campo, la oposición de las clases altas generalmente le impidió hacer efectivos sus decretos y políticas. En septiembre de 1866, Maximiliano expidió un decreto ordenando que se restableciera el “fundo legal” a todos los pueblos que carecían de esa unidad básica de tierras municipales. Bajo esta ley, el gobierno imperial mismo se encargaría de localizar la tierra necesaria, tomándola de los “terrenos baldíos” propiedad del Estado que estuvieran disponibles, o expropiándola de terratenientes particulares. Los habitantes de los pueblos se dividirían entre ellos su restituido fundo legal en calidad de propiedades privadas. El problema de Maximiliano y para los que quería ayudar, fue que los hacendados controlaban directa o indirectamente los cargos y los instrumentos del poder político en las zonas rurales, y que la clase terrateniente carecía de comprensión por los pobres.

LA REFORMA, LA INTERVENCIÓN Y EL TRIUNFO
DE LA REPÚBLICA, 1855-1867.
Dr. Raúl Figueroa Esquer

La reforma El triunfo de la revolución de Ayutla abrió nuevas perspectivas para los liberales mexicanos. La última administración santannista (1853-1855) cayó en agoste de ese último año. Juan Álvarez fue designado presidente interino por una junta representativa. Su primer acto de gobierno consistió en convocar a un Congreso Constituyente. En el último gobierno de Santa Anna los conservadores habían tenido un programa e ideología propia (dirigidos por Alamán). Tras la caída de Santa Anna y el gobierno de Álvarez, el plano político cambió por completo. Los liberales tenían un programa propositito de gobierno, que ciertamente radicalizó durante la guerra de reforma, aunque a fines de 1855 el programa ya existía. Éste se centraba en lograr la separación de la Iglesia y del Estado, la abolición de los fueros militares y lograr la desamortización de los bienes pertenecientes a las comunidades religiosas. Los conservadores, en cambio, carecieron de programa propositito durante gran parte de este período, y se centraron en una actitud “anti” todas las medidas de los liberales. Juan Álvarez abandono la presidencia. El gobierno provisional recayó en la figura de Comonfort, quien convocó a un Congreso constituyente para dotar de una carta magna a la nación. El congreso inició sus gestiones el 18 de febrero de 1856 y las concluyó el 5 de febrero de 1857. El resultado de la Constitución establecía una república semiparlamentaria, con presidente electo por voto directo, división de poderes, supresión del senado, etc. No se logró la separación de la Iglesia y del estado, ni la libertad de cultos, pero, eso sí, desde el 25 de junio de 1856 se promulgó una ley de desamortización de los bienes eclesiásticos, llamada Ley Lerdo: “la Ley Lerdo contemplaba de este modo la transformación de la Iglesia en un gigantesco banco hipotecario y del grueso de inquilinos y arrendatarios en terratenientes, tanto urbanos como rurales. Otro propósito de la Ley era crear una clase media. El inquilino tenía la facultad de elegir si compraba o no compraba. Pero la desamortización tenía su lado oscuro. Una minoría importante de inquilinos se abstuvo de reclamar la propiedad, entonces ésta era subasta y comprada por especuladores ricos. Por supuesto que los inquilinos se sentían agraviados por los nuevos propietarios y esperaban el día en que la propiedad fuera devuelta a la Iglesia. La Ley Lerdo resalta la moderación con que actuaron los liberales mexicanos, en comparación de las leyes desamortizadores de los liberales españoles en 1837 y por los piamonteses en 1856. Hay que destacar, que la Ley Lerdo no pretendía despojar a la Iglesia de sus propiedades, sino que mediante un pago convenido con los adjudicatarios se pusieran en circulación una serie de bienes amortizados. Comonfort tomó posesión como presidente constitucional el 1 de diciembre de 1857, jurando la Carta Magna. Pocos días más tarde, el 17 de diciembre, Comonfort se propició un autogolpe de estado por medio del general Félix Zuloaga. Después Zuloaga llevó un nuevo golpe de estado el 11 de enero de 1858 para tomar el poder. Inmediatamente, Comonfort abandonó el país. Antes, ordenó liberal a Juárez, quien se trasladó a Guanajuato, donde el 19 de enero tomó posesión como Presidente de la República por ministerio de ley. De 1858 a 1861 tendría lugar la guerra civil en México, conocida como guerra de reforma. Durante la guerra existieron dos gobiernos: uno de facto, con residencia en la ciudad de México, y otro de iure, representado por Juárez. Zuloaga, el triunfador del golpe de estado, se hizo con el poder en la ciudad de México y fue nombrado presidente provisional por una Junta de Representantes de los Departamentos el 21 de enero. Abolió la Constitución y todas las leyes decretadas por los liberales que afectaban los privilegios del clero y del ejército, así como la Ley Lerdo. El año de 1858 fue una época de triunfo de las armas conservadoras. Los liberales van a ir constituyendo un ejército formado por civiles armados sin formación profesional, pero que a la larga le dará el triunfo sobre los conservadores. Durante el año de 1859, sin duda el más desgastante para la lucha, tendrá un equilibrio de fuerzas entre ambos contendientes. El 12 de julio de 1859, Juárez, presionado por sus ministros y por Degollado, proclama un conjunto de disposiciones conocidas como”Leyes de Reforma” que establecen la nacionalización de los bienes eclesiásticos, la instauración del registro civil, la secularización de los cementerios y la instauración del matrimonio civil. Al realizar un análisis de las Leyes de Reforma es importante resaltar la ausencia de una actitud regalista, la cual supondría la intromisión del Estado en la administración y en los asuntos internos de la Iglesia, como lo había postulado la frustrada reforma de Valentín Gómez Farias en 1833. Sin embargo, el clero condenó a los liberales en conjunto, sin matices. El clero expreso en un documento singular, conocido con el nombre de la Manifestación, por medio del cual los obispos condenaron todas las leyes de reforma el 30 de agosto de 1859. en este documento tácitamente desconocían a Juárez como presidente de la república. Surge entonces una pregunta: ¿por qué el Vaticano, director natural de la Iglesia Católica mexicana, adoptó una actitud de intransigencia ante las medidas secularizantes de los liberales mexicanos? La respuesta podría ser que el Vaticano carecía de una información precisa e imparcial de los acontecimientos en México. A continuación se analizará la posición de EU durante la guerra de reforma. En el transcurso de la misma se manifestaron otra vez los apetitos de los norteamericanos por adquirir más territorio en el norte de México. John Forsyth presentó una oferta de compra de Baja California, parte de Sonora y Chihuahua a Zuloaga, propuesta que le fue denegada. Ante esto, Forsyth propuso romper relaciones con el gobierno conservador y que EU reconociera el gobierno de Juárez. Ahora bien, en 1859 tanto los liberales como los conservadores llegaron al convencimiento de que la guerra civil sólo podría concluir con la intervención de una potencia extranjera a favor de uno de los contendientes. En 1859, Melchor Ocampo (liberal), firmó el Tratado Mclane-Ocampo con EU con el propósito de obtener ayuda del gobierno norteamericano. Cabe destacar que el Tratado ponía en grave riesgo la soberanía de México, pero de cualquier forma, el Tratado no fue aprobado por el Senado de EU. Por su parte, los conservadores trataban de obtener ayuda europea. En París, el gobierno conservador precedió a la firma del Tratado Mon-Almonte. Por este documento México se obligaba a realizar justicia ante los crímenes cometidos contra los súbditos españoles en nuestro país, y por otra parte, se comprometía a cubrir los pagos de la última convención española. Durante el año de 1860 el gobierno conservador entró en un franco proceso de descomposición. El año de 1861 supuso el triunfo del liberalismo. Después de la victoria, Juárez se tuvo que enfrentar al año más crítico de nuestra historia.

La intervención Es indudable que de 1856, hasta 1866, la Francia de Napoleón III sería la potencia hegemónica a nivel europeo. Las coordenadas en esta época (1861-1867) fueran los siguientes: la unión italiana en 1870, la Unión Liberal Española, la segunda reforma electoral en Gran Bretaña, la guerra civil norteamericana (1861-1865), la creación del Dominio del Canadá en 1867, etc. Los acontecimientos internacionales complicaron aún más la difícil situación del gobierno mexicano. En abril de 1861 estalló la guerra civil de EU, pero otro asunto más grave surgió en ese mismo año. El desastre de la Hacienda Pública obligó a Juárez a promulgar la Ley del 17 de julio de 1861, la cual decretaba la suspensión por dos años de los dividendos de la deuda que sostenía con Gran Bretaña, España y Francia. Los tres países, tras la Convención de Londres el 31 de octubre de 1861, invadieron México. Tras conversaciones y arreglos diplomáticos, Gran Bretaña y España desistieron de la invasión. El gobierno de Juárez enfrentó sólo la intervención francesa. Cabe destacar que hubo muestras de apoyo a México de países de Latinoamérica, en cambio, EU asumió una actitud de egoísmo durante la intervención francesa. El 12 de junio, el general frances Forey y todas las fuerzas expedicionarias entraron en la capital de la nación. Acto seguid, el día 16 de junio de 1863, por medio de un decreto, Forey anunció la formación de una Junta Superior de Gobierno, que decretó que México debía constituirse en una monarquía con un príncipe católico a su cabeza. La persona designada fue el archiduque Fernando Maximiliano de Habsburgo. Sin embargo, Maximiliano no era la persona adecuada para gobernar un estado lleno de dificultades como México. Es indudable que Maximiliano tenía buenas intenciones para su nuevo país, pero su mayor dificultad fue cuán poco llegó a conocer a México durante los tres años que fue emperador. Maximiliano alejó completamente a los conservadores de su gabinete. Se rodeó de liberales moderados. En consecuencia, desplegó una política hacia la Iglesia que no sólo confirmaba en su totalidad la legislación reformista puesta en marcha por Juárez, sino que asumió una actitud claramente regalista al tratar de inmiscuirse en los asuntos internos de la Iglesia. En el aspecto socia, sobre todo el referente a la cuestión de los peones, la política de Maximiliano fue contradictoria porque al lado del decreto reseñado, el 15 de septiembre del mismo año promulgó un decreto para restablecer la esclavitud en México. Cabe precisar el papel jugado por los EU durante la intervención y el Imperio. Ciertamente el gobierno norteamericano apoyo al gobierno republicano de Juárez. La razón de fondo fue por no renunciar a la Doctrina Monroe. Juárez en el transcurso de la invasión, inició su peregrinaje en junio de 1863. Hay que señalar que su gobierno sufrió una serie de descalabros entre 1864-1865. Serán los acontecimientos internacionales los que decidieron la suerte del Imperio. En efecto, la derrota de Austria, el 3 de julio de 1866, supuso la desaparición de la Confederación Germánica. El engrandecimiento de Prusia creo un desequilibrio en el continente europeo, en contra de Francia. Lo anterior reforzó la decisión de Napoleón III de retirar el ejército expedicionario de México. Por lo tanto, el gobierno republicano tomó ventaja hasta hacer prisionero a Maximiliano y fusilarlo el 19 de junio de 1867. El triunfo de la República sobre el Imperio, en 1867, constituye un verdadero parte aguas en la vida política mexicana.

LA RECONSTRUCCIÓN DE LA
REPÚBLICA 1867-1876
Antonia Pi-Suñer Llorens

Los 44 años (1867-1911) se han dividido tradicionalmente en dos subperiodos: el primer, que duró diez años, es conocido como el de la “República Restaurada”; el segundo consistió en el largo régimen dictatorial de Díaz que Daniel Cossío Villegas bautizó con el nombre del “Porfiriato”. Cabe destacar que en el transcurso de estos años hubo una continuidad en el proyecto liberal iniciado en 1867 a pesar de la dictadura de Díaz.

La política interna: la lucha por el poder Los años que corrieron de 1867 a 1876 se caracterizaron por el resquebrajamiento de la alianza liberal en facciones personalistas que lucharon entre sí como había peleado contra el partido conservador y la intervención extranjera. Las diferencias dentro del partido se recrudecieron en el momento en que Benito Juárez decretó, el 27 de julio de 1867, la reorganización del ejército, por lo cual los ochenta mil elementos con que contaba éste se redujeron a veinte mil. Esta medida quería limitar al ala militarista pero también respondía a razones económicas.

La convocatoria de Agosto de 1867 El 14 de agosto de 1867 se publicó la convocatoria a elecciones para renovar todos los poderes del Estado. En ella quedó incluido el programa político de Juárez y de su secretario de gobernación y de Relaciones Exteriores, Sebastián Lerdo de Tejada, cuyo fin era reformar la Const. de 1857 para robustecer al poder ejecutivo. Las propuestas eran cinco: a) restablecer al Senado; b) Imponer el veto del ejecutivo; c) autorizar a los ministros a contestar, en comunicaciones escritas, las preguntas del Congreso; d) limitar las facultades de la Comisión Permanente, y e) variar la forma en que el presidente de la República podía ser sustituido en ausencia también del presidente de la SCJN. Es evidente que la propuesta buscaba fortalecer al ejecutivo que se encontraba supeditado al legislativo. Las reformas no prosperaron. Juárez y Lerdo se enfrentaron, en medio de la plena libertad de expresión que existía en aquel momento, a una violentísima reacción del Congreso, de la prensa y de algunos gobernadores. La situación llegó a tal extremo que el presidente buscó una manera de salir del atolladero, retirando, en dic. De 1867 la fórmula del plebiscito y dejando que fuera el legislador el que se pronunciara sobre las reformas. El resultado de la convocatoria fue la creación del Partido Antijuarista, llamado Constitucionalista o Progresista, que escogió como candidato a Díaz.

La administración de Benito Juárez (1867-1872) Juárez se enfrentó a Díaz en las elecciones presidenciales y los resultados le dieron un triunfo contundente. El 8 de dic. devolvió las facultades extraordinarias, de que gozaba desde los tiempos de la Intervención. Díaz, derrotado, se separó de la vida política. No así el grupo porfirista, el cual se hacía cada vez más imp. en el Congreso. Tanto pronto hubo don Benito iniciado su cuarto periodo presidencial, tuvo que decretar el estado de sitio y la suspensión de garantías en Yucatán, en donde hubo un intento de restauración imperialista. Es claro que el presidente había adoptado y propugnaba una política de centralismo ejecutivo para controlar al sistema político. Por ello en 1870 volvió a insistir en la importancia de la creación del Senado. Juárez no estaba tratando de construir una dictadura personal, sino que buscaba alguna manera de lograr que el sistema constitucional funcionara. Ésta fue la razón por la cual decidió reelegirse en 1867 y 1871. Ante la decisión tomada por Juárez, Lerdo, quien se sentía el heredero del programa liberal, decidió enfrentársele en la contienda electoral de 1871. El tercero en discordia fue Díaz. Ninguno de los contrincantes obtuvo la mayoría de votos por lo que tocó al Congreso declarar a uno de los tres. El 12 de octubre la elección recayó en Juárez. En efecto, lo separación de los otros grupos tomó características más violentas y desembocó en la revuelta de La Noria, en nov. De 1871. La facción lerdista no siguió el levantamiento. El presidente volvió a pedir facultades extraordinarias al Congreso para derrotar a la rebelión armada, y la revuelta fue puesta en jaque. La rebelión de La Noria provocó que Juárez hiciera de nuevo hincapié en la necesidad de reformar la Constitución, el legislativo se negó. Desgastado física y moralmente, Juárez murió el 18 de julio de 1872.

La administración de Lerdo de Tejada (1872-1876) Muerto Juárez, Lerdo de Tejada asumió la presidencia interina de la República como presidente de la SCJN. Al subir al poder anunció una serie de medidas que fueron recibidas con entusiasmo: gobernar como jefe de la nación y no de un partido, convocar a elecciones presidenciales y dar amnistía a los sublevados de La Noria. Su triunfo electoral en octubre de 1872 no fue una sorpresa, ya que fue el único contendiente. Lerdo empezó su cuatrienio como presidente el 1 de dic. de 1872. El 21 de nov. había recibido la visita de Díaz. El recién amnistiado se retiró. Sin embargo, su nombre fue propuesto por sus seguidores para contender por la presidencia de la SCJN. El gobierno se cuidó bien de que saliera electo José María Iglesias. Lerdo consiguió extender el poder del gobierno el poder del gobierno federal hasta regiones que se habían resistido, tales como el territorio de Tepic, que se encontraba bajo el cacicazgo de Manuel Lozada. A diferencia de la política seguida por Lerdo hacia la Iglesia Católica, la de Juárez había sido de conciliación. Al subir Lerdo a la presidencia, la Iglesia creyó encontrar en él a un aliado. Sin embargo, Lerdo se mostró como un reformista radical y emprendió una política anticlerical: a) la inclusión en la Const. de las Leyes de Reforma; b) la expulsión de algunos jesuitas y la prohibición a las Hermanas de la Caridad de vivir en comunidad, y c) la protección y el favoritismo mostrado con los protestantes. La administración de Lerdo culminó otro cambio político que el gobierno de Juárez había propuesto desde 1867: el restablecimiento del Senado (1874). Finalmente cabe señalar que Lerdo se distinguió por la tolerancia hacia la prensa.

La política exterior Al triunfo de la república, Juárez anunció que las potencias europeas que reconocieron a Maximiliano habían desconocido al gobierno republicano. Nuestro país se quedó al margen de las relaciones europeas, contando sólo con el reconocimiento de EU y de pocos países hispanoamericanos. La cuestión era compleja y difícil de resolver, pero tanto la sagacidad de Juárez y Lerdo permitieron que se rompiera el aislamiento diplomático.

Las relaciones con Europa El primer país europeo que envío un plenipotenciario a México fue la Confederación germánica del Norte. El representante alemán, Kart von Schloezer, mandado por Bismarck, fue acreditado en mayo de 1869. El segundo país que envío un representante oficial fue el reino de Italia. El encargado fue Carlo Catanneo, recibido por Lerdo en nov. de 1869. Con respecto a los españoles, los acontecimientos políticos ocurridos en la península ibérica a partir de sept. de 1868 facilitaron la reanudación de las relaciones hispanomexicanas (revolución que destronó a Isabel II y la insurrección de Cuba). Así, en junio de 1867, Feliciano Herrero de Tejada, sin previo aviso, llegó a México y fue recibido por Juárez sin que los términos en lo hacía quedaran claros. En efecto, se aceptó la reanudación de las relaciones sin haber llegado a un acuerdo formal sobre la insubsistencia de los tratados anteriores. Las relaciones se oficializaron hasta 1875 con el enviado plenipotenciario Ramón Corona. Gran Bretaña se negaba a satisfacer las condiciones mexicanas de dar el primer paso y solicitar oficialmente el restablecimiento de las relaciones. El restablecimiento de las relaciones con Francia fue muy difícil. Al caer el imperio de Napoleón III e instaurarse el régimen republicano de 1870, Juárez creyó que los políticos de la Tercera República buscarían acercarse a México. Los franceses no aceptaron las condiciones mexicanas (no reclamaciones y otorgar el tratamiento de la nación más favorecida).

Las relaciones con EU Después de la victoria sobre la intervención francesa y el imperio, las relaciones con nuestro vecino del norte pasaron por un periodo de amistad. El triunfo fue considerado por el gobierno estadounidense como un éxito de la Doctrina Monroe. A pesar de ello, no tardó en presentar una serie de reclamaciones y el gobierno mexicano accedió a firmar una convención para el arreglo de todas las reclamaciones acumuladas. La firma se llevo a cabo en Washington por William H. Sewar y Matías Romero. La convención fue ratificada inmediatamente por Juárez pero el presidente Ulises Grant no la firmó hasta febrero de 1869. El plenipotenciario de EU nombre ante nuestro país fue William S. Rosencranz, quien se presentó en dic. de 1868; sin embargo, su poco tacto forzaron al gobierno norteamericano a retirarlo siendo remplazado por Thomas H. Nelson en junio de 1869. Respecto a los problemas fronterizos, cabe apuntar que ni la administración de Juárez ni la de Lerdo aceptaron que las tropas norteamericanas pasaran a territorio mexicano. Fue durante este periodo que se agravó el conflicto del Chamizal, causado por los cambios en el curso del río Bravo. Siendo presidente, Lerdo trató de llegar a un acuerdo para fijar los límites fronterizos. La cuestión no se arregló sino hasta 1964.

Las relaciones con Guatemala Si bien algunos países hispanoamericanos como Perú, Uruguay, Chile, Colombia, Venezuela, Argentina, habían expresado su solidaridad con la causa juarista ante el Imperio, no fue sino hasta la administración porfirista cuando se formalizaron los acuerdos diplomáticos con aquellas repúblicas. Las relaciones con Guatemala, en cambio, se iniciaron formalmente al término de la presidencia de Juárez. El gobierno guatemalteco había reconocido a Maximiliano, por lo que al triunfo de la República Juárez consideró rotas las relaciones. No fue sino hasta septiembre de 1871 cuando la administración juarista se puso en contacto con el nuevo presidente de Guatemala y las relaciones se restablecieron en julio de 1872.

La reconstrucción económica A partir de la consumación de la Independencia todos los gobiernos mexicanos, ya fueron federalistas o centralista, vivieron prácticamente en bancarrota. Tras el triunfo sobre los franceses y el Imperio, el gobierno de Juárez se encontró con una economía desquiciada, por lo que la reconstrucción económica fue asunto prioritario. La política se concentró en dos puntos: el saneamiento de las finanzas públicas y la creación de una infraestructura que llevara al tan anhelado progreso material. Los secretarios de Hacienda fueron José María Iglesias, Matías Romero y Francisco Mejía.

El saneamiento de las finanzas. El problema de la deuda era el de mayor magnitud. La única fuente confiable de ingresos eran las aduanas. Así, la primera medida de Iglesias fue la reducción del ejército. A su vez, continuó con la política nacionalizadota de bienes en manos muertas y con las confiscaciones de bienes de aquellas personas acusadas de traición por haber colaborado con el imperio. En cuanto a la deuda externa, Juárez sólo reconoció aquella que había sido contraída por los gobiernos liberales. Romero sucedió a Iglesias y canceló las facultades extraordinarias en materia hacendaria a gobernadores y jefes militares. El nuevo secretario de se ocupó de cuatro grandes rubros: el de la recaudación (impuestos a la propiedad), el fomento de la actividad económica (reformas a los aranceles), la administración de los recursos del erario (creación del banco nacional) y la solución al eterno problema de la deuda (reducirla mediante operaciones de nacionalización). En cuanto a Francisco Mejía, su gestión significó la continuación de su predecesor. Lo que más le preocupó fue que hubiera un equilibrio entre egresos e ingresos que permitiera la realización de obras públicas, sobre todo en el ramo de comunicaciones. En los gobiernos de Juárez y Lerdo, pese al afán de organizar y sanear la hacienda, las dos administraciones tuvieron que desviar continuamente recursos económicas para ahcer frente a la sedicción.

Las obras públicas El otro aspecto que los citados gobierno procuraron cubrir fue el de las obras públicas, y en concreto el ramo de las comunicaciones. A pesar de que la necesidad de vías de comunicación, obras portuarias y municipales eran prioritarias, poco pudo hacerse entre 1867 y 1876. Los ramos de comunicación en que de preferencia se invirtió fueron los de caminos y ferrocarril. Juárez usó sus facultades extraordinarias para renovar en 1867 la concesión que el Imperio le había otorgado a la compañía constructora del ferrocarril de México a Veracruz. El contrato se dio a la misma compañía inglesa. La construcción del ferrocarril México-Veracruz se emprendió en 1869 y se terminó en 1873. En cuanto a los caminos, se abrieron y mejoraron los que comunicaban a la capital con puertos y se estableció comunicación con las ciudades fronterizas.

La búsqueda de la integración nacional por medio de la educación y la cultura Tanto el gobierno como las elites intelectuales se propusieron dar cohesión al país por medio de la educación y la cultura. El 2 de diciembre de 1867 se presentó la Ley Orgánica de Intrucción Pública para el DF y Territorios, que proponía la unificación de la instrucción primaria, misma que sería obligatoria y gratuita. En cuanto a la educación superior, disponía la creación de Escuela Secundaria para Señoritas, un sistema de escuelas especiales para cada profesión con una Escuela Nacional Preparatoria. Esta ley fue muy criticada. Se reformo y se expidió en mayo de 1869 la nueva Ley de Instrucción. En ella se mantuvieron la obligatoriedad y la gratuidad de la enseñanza primaria, pero además se suprimió la enseñanza religiosa. En cuanto al método de enseñanza, se abandonó el sistema “mutuo” y se introdujo el “objetivo” o “lecciones de cosas”. Destacar que se mantenía suprimida la Universidad Nacional. Complemento de estas medidas fue la fundación de instituciones oficiales cuyo fin era educar fuera de la escuela. En 1867 se ordenó la reorganización del Museo Nacional. En 1868 se inició la reparación de la iglesia de San Agustín para la instauración de la Biblioteca Nacional. En 1868 se reubicó a la Sociedad Filarmónica Mexicana. En ella se organizaron clases de música y de teatro y se fundaron dos coros: el Orfeón Popular y El Águila Nacional. La Academia Nacional de Ciencias y Literatura también fue fundada a instancias de Juárez. A la vez que el gobierno promovía estos centros culturales, los intelectuales se preocupaban e buscar los medios adecuados para fomentar el progreso de las ciencias y de las letras nacionales. En este sentido un reducido grupo de “hombres de letras” se ocupó tanto de dar nueva vida a algunas de las sociedades literarias y científicas que habían dejado de existir, como de fundar otras nuevas. Se restableció la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística. En 1872 se reorganizó el famoso Liceo Hidalgo. Entre las asociaciones nuevas destacan el Liceo Mexicano (1867); la Bohemia Literaria; la Sociedad Nezahualcoyotl, y la revista El Renacimiento. Por último cabe destacar la importancia que tomó la historiografía. Los estudios se dieron sobre los acontecimientos recién sucedidos; el género biográfico (“El libro rojo”); la novela histórica; elaboración de libros de texto de historia de México. La historiografía sería la vía para lograr el cambio, convirtiéndose en el vínculo de identidad nacional.

El año de 1876: la revuelta de Tuxtepec El año de 1876 se presentaba como particularmente conflictivo para el país, pues se llevarían a cabo comicios federales para elegir al presidente y renovar al poder legislativo. Podían reconocerse dos grandes grupos opositores a Lerdo: de un lado los partidarios de Díaz; del otro lado, el grupo encabezado por José María Iglesias. La oposición de los porfiristas al gobierno de Lerdo no era novedad; sin embargo lo que sí constituía una novedad era la oposición de Iglesias. Fue a partir de 1874 cuando Iglesias, a través de la Corte, comenzó a definir su postura contra Lerdo. El 1 de enero de 1876 estalló en Tuxtepec, Oaxaca, una rebelión porfirista contra el gobierno de Lerdo. El plan que se redactó exigía la renuncia del presidente y la renovación de los poderes. Díaz encabezó la rebelión. En Palo Blanco, frente al puerto de Matamoros, el 21 de marzo de 1876 hizo al plan una adición sustancial: en el artículo 6 ofreció la presidencia a Iglesias en su carácter del titular del poder judicial, pero éste no aceptó. El gobierno federal hizo frente a la situación. Después de la derrota de Icamole, Díaz volvió a salir del país y regresó por Veracruz para dirigirse a Oaxaca a reorganizar sus fuerzas. Todo parecía indicar que el destino de la rebelión se decidiría en una batalla. Ésta tuvo lugar en FECOAC, Tlaxcala, el 16 de noviembre de 1876. El triunfo de Díaz fue completo, el camino a la ciudad de México quedó abierto y la derrota de Lerdo fue un hecho. Don Sebastián abandonó la capital el 20 de noviembre de 1876 e instaló su gobierno en Toluca y Morelia. Más tarde se embarcó a EU a principios de 1877. El gobierno de Lerdo había comenzado su naufragio desde antes de Tecoac. En el mes de julio se llevaron a cabo las elecciones y en octubre el Congreso lo declaró presidente. Esto provocó protestas entre los partidarios de Iglesias, el cual elaboró una serie de argumentos, a los que llamó “la teoría de la legalidad”, en los que explicaba sus razones para oponerse a su antiguo compañero. Por lo tanto, Lerdo, según Iglesias sólo sería presidente legal hasta el último día de noviembre de 1876. Como el tiempo pasaba y el Congreso no se pronunciaba sobre la reelección del presidente, Iglesias salió de la ciudad de México en octubre para poner en marcha su rebelión y se dirigió a Guanajuato donde se enteró de la reelección de Lerdo. En la ciudad de Salamanca, Iglesias dio a conocer el documento político conocido como el Plan de Salamanca, síntesis de su “teoría de la legalidad”.Atrincherado en el centro del país, Iglesias recibió la adhesión de algunos Estados. Al mismo tiempo que Díaz se preparaba para el encuentro decisivo, Iglesias entró en contacto con ambos generales. Intento atraerse al representante de Lerdo y negoció con Díaz. El representante de Igleasis, signó con Porfirio los célebres Convenios de Acatlán, en los que ambos caudillos intentaban formalizar una alianza contra Lerdo. Los convenios no tuvieron validez ya que ambos líderes lo cuestionaron. Tras ocupar la ciudad de México el 23 de noviembre de 1876, Díaz comenzó a preparar la campaña contra Iglesias. Ante esto, los caudillos concertaron una entrevista en la hacienda de la Capilla cerca de la ciudad de Querétaro, el 21 de diciembre de 1876. En la entrevista, Díaz lanzó un ultimátum a Iglesias. Como el magistrado se rehusó, las hostilidades prosiguieron: Iglesias se retiró a la ciudad de Guadalajara y las pocas tropas que le quedaban fueron derrotadas. En virtud de ese resultado, Iglesias se embarcó en Manzanillo, en el vapor Granada.

EL PORFIRIATO: UNA DICTADURA
PROGRESISTA 1888-1910
Alicia Salmerón

Porfirio Díaz fue presidente de México durante más de treinta años. Su mandato se caracterizó por una estabilidad política sin precedentes. Aquellos años de paz porfiriana fueron el resultado de un mando nacional fuerte y de la habilidad de un régimen para establecer un equilibrio entre las diferentes fuerzas políticas del país. Cabe destacar que la economía recibió un notable impulso. Sin embargo, la creciente sumisión del juego político al arbitrio de Díaz sacrificó libertades y fue limitando las posibilidades del régimen para responder a los nuevos retos de la vida política nacional. El periodo conocido como el Porfiriato arrancó con el triunfo del Plan de Tuxtepec en 1877 y tuvo diferentes momentos. Sus primeros años –comprendida la administración de Manuel González y hasta 1888- fueron de arreglos entre grupos e intereses políticos enfrentados desde el triunfo de la República liberal. Para afianzar el mando nacional fue necesario incorporar al aparato político a representaciones de facciones desplazadas; dar cabida a los militares excluidos por Juárez y Lerdo; respetar a las fuerzas regionales, celosas de su autonomía, y suavizar la aplicación de las Leyes de Reforma para tranquilizar a la Iglesia. De manera paralela, en esos años se dio la batalla por obtener el reconocimiento internacional para el nuevo gobierno. El año de 1888 marcó el inicio de un segundo momento en la administración porfirista. Fue entonces cuando Díaz fue declarado presidente de la república por tercera ocasión. Esta reelección fue el anuncio de su establecimiento definitivo en el poder. Cabe destacar que el creciente centralismo fue una señalada característica de la segunda etapa porfiriana.

Un proyecto de “orden y progreso” Díaz llegó al gobierno con la bandera del antireeleccionismo y con el proyecto de consolidar un orden político fundado en la Constitución de 1857. En principio, su empeño era afianzar una estructura política capaz de hacer valer la autoridad federal a todo lo largo y ancho del país. En el camino anunció a su divisa de no reelección pero, sobre todo, terminó sacrificando algunos principios básicos de la Carta Magna.

La reelección indefinida La primera reelección de Díaz había sido posible sólo después de la administración de Manuel González (1880-1884). La Const. de 1857 permitía la reelección, pero en 1878 fue modificada. Pero de vuelta al frente del gobierno en 1884, Díaz logró una nueva reforma que autorizaba la reelección inmediata por cuatro años. En 1888 asumió la primera magistratura por un segundo periodo consecutivo y antes de concluir su gestión, en cuestión de dos años, logró borrar de la Constitución todo límite de reelección. Pero más allá de adecuaciones jurídicas, Díaz lograba mantenerse en el gobierno gracias a su habilidad para establecer pactos, conseguir consensos y garantizar equilibrios políticos. La capacidad mediadora de Díaz estaba apoyada en derecho, pero conforme se prolongaba su estancia al frente del gobierno, concentraba más poder en sus manos; también se confundían cada vez más sus habilidades propias con atributos presidenciales. Las elecciones presidenciales se fueron convirtiendo en rituales legitimadores de un poder personalista. Uno de los grandes problemas de un sistema personalista es, desde luego, el de la sucesión. En vísperas de las elecciones de 1892 un grupo de jóvenes políticos (los “científicos”) advirtió el peligro que representaba para la estabilidad política nacional esa adhesión tan fuerte a una persona. Una paz duradera, argumentaban sus integrantes, requería de sólidas instituciones. Para el caso de esta última en particular, se propuso la creación de la vicepresidencia. Pero aquellos jóvenes no tuvieron la fuerza para hacer valer su propuesta inmediatamente. La creación de la vicepresidencia se aplazó hasta 1903. La medida respondió entonces a una fuerte presión, sobre todo de inversionistas y acreedores. El establecimiento de la vicepresidencia vino acompañado de una reforma para alargar el periodo presidencial a seis años. La vicepresidencia y la ampliación del periodo presidencial fueron cartas que le permitieron al régimen gana un poco de tiempo, pero nada más.

En el camino de la dictadura La Carta Magna había definido un mando presidencial muy débil, pero las reformas jurídicas adoptadas por los gobiernos de Juárez y Lerdo al triunfo de la República establecieron un mejor balance de los órganos del supremo gobierno. El orden porfirista tuvo como un centro ejecutivo fuerte que ejerció, en la práctica, gran influencia sobre los poderes legislativo y judicial. El ascendiente de Díaz sobre el Congreso de la Unión y los Tribunales de justicia correspondía, en buena mediada, a su habilidad como mediador y forjador de consenso. Sin embargo, el dominio que llegó a ejercer sobre ellos hacia finales del régimen pasaba, sobre todo, por la manipulación de los procesos electorales. El Congreso de la Unión tenía una tradición de independencia frente al ejecutivo. Sin embargo, a lo largo del Porfiriato perdió esa distancia y pasó a ocupar una posición considerablemente subordinada. El poder judicial fue igual de sensible a la acción del presidente, situación que preocupó a los propios hombres del régimen. En 1893 se presentó ante la Cámara de Diputados una iniciativa de ley que buscaba asegurar la independencia de los tribunales. Esta iniciativa pretendía la inamovilidad de los jueces. El ascendiente de Díaz sobre el Congreso –que finalmente rechazó la reforma- le permitió mantener su influencia también sobre el poder judicial.

Un régimen centralizador El régimen de Díaz no sólo violó la separación de poderes, también forzó la relación con los estados de la República. Uno de los problemas del país desde la independencia fue el conflicto de intereses entre las elites regiones y los partidarios de un mando nacional. Las primeras administraciones porfiristas habían logrado establecer cierto equilibrio entre ambos; pero hacia el segundo Porfiriato tuvo lugar un proceso de fuerte centralización de las decisiones políticas, el que creó nuevas tensiones. La estabilidad de los primero años fue un hábil juego que favorecía el desarrollo económico de los grupos regionales a cambio de su compromiso con un poder nacional. El gobierno porfirista impulsó entonces la extensión del ferrocarril, el arreglo de la deuda pública y la expedición de una legislación favorable a la inversión privada. Díaz se sirvió con destreza de sus atribuciones legales para extender la autoridad del gobierno federal a todo el territorio nacional. Por ejemplo, para designar gobernadores provisionales cuando el Senado declaraba la desaparición de los poderes (Colima Jalisco, Coahuila, Nuevo León y Tabasco). Esta prerrogativa el permitió a Díaz fungir como mediador entre grupos locales en disputa. Al mismo tiempo, le dio la oportunidad de golpear el imperio político de los viejos caciques regionales. Así sucedió en 1885 en Nuevo León donde Díaz envió como gobernador provisional a Bernardo Reyes. Para el segundo Porfiriato, la mediación de Díaz ya no requirió declaración de desaparición de los poderes. Los grupos políticos que disputaron el mando al interior de los estados aceptaron, en general, el arbitraje presidencial sin llegar a mayores desórdenes. La injerencia directa de Díaz en la selección de candidatos a gobernadores fue convirtiéndose, de su capacidad mediadora, a un control sobre las listas de aspirantes a legisladores y jueces federales. Por su parte, la creciente dependencia de los directivos estatales frente al centro se reprodujo al interior de sus propias demarcaciones. A partir de 1890 los gobernadores comenzaron a ejercer un control cada vez más importante sobre los legisladores locales y jueces. La autonomía municipal sufrió los peores embates. El segundo Porfiriato representó a un régimen centralizador que avanzaba violentando la soberanía de los estados y la autonomía municipal.

La máquina política El régimen porfiriano contó con un complejo sistema de relaciones que le permitió ejercer un control político impresionante. Surgió una “cadena de mando” cuyos principales eslabones eran Díaz y su gabinete, los jefes de zona miliar, los gobernadores y los jefes políticos (MÁQUINA PORFIRIANA). El jefe político era la autoridad de un cantón o distrito –división administrativa al interior de los estados y por encima de los municipio- y era el representante de la autoridad federal en los territorios de B.C., Tepic y Quintana Roo. En principio, mediaban los conflictos locales y cumplía funciones de enlace entre los ayuntamientos y la autoridad superior. Pero a principios de 1890 el jefe político pasó a ser un funcionario dependiente del ejecutivo estatal prácticamente en todo el país. (Coahuila logró resistir un tiempo a esta figura). El jefe político y los otros eslabones de la cadena de mando porfiriana tenían funciones perfectamente reglamentadas. Sin embargo, la máquina porfiriana contaba también con sus “mecanismos ocultos”. Las relaciones de protección y dependencia, de parentesco y de amistad. El cacique fue incorporado al régimen. Su poder político fue combatido sólo en la medida en que representaba un freno a la autoridad nacional, y fue recompensado con una licencia para enriquecerse sin límites. La figura paternal y conciliadora del cacique fue emulada por Díaz.

Los hombres del régimen Pocos de los que llegaron al poder con el Plan de Tuxtepec acompañaron a Díaz hasta el final del régimen. García de la Cadena, Naranjo y Jerónimo Treviño fueron neutralizados; intelectuales como Benítez y Perez de Tagle se retiraron; Ignacio Vallarta, Carlos Pacheco y Manuel González murieron. Al abrirse el nuevo siglo, los únicos viejos compañeros de armas de Díaz fueron Pedro Hinojosa, Francisco Zena, Francisco Cañedo, Martín González y Luis Erneterio Torres. En contraste, la trayectoria de los políticos llegados tiempo después del triunfo de Tuxtepec dejó una huella mayor. De los personajes que Díaz recuperó de la oposición liberal destacan Ignacio Mariscal, Manuel Gonzáles Cosío, Joaquín Baranda y Felipe Berriozábal, Bernardo Reyes, Manuel Romero Rubio (que a su fallecimiento en 1895, dejó encaminada a un grupo de jóvenes prometedores, los llamados “científicos”).

Romero Rubio y los “científicos” Manuel Romero Rubio fue un personaje fuerte como partidario de Lerdo y también después durante el gobierno de Díaz. Casó a su hija con el presidente Díaz y busco sucederlo en el poder. Como pocos, vio con claridad el potencial de una nueva generación de profesionistas que se asomaba a la vida política. En atención a esta nueva demanda y para ganar fuerzas al interior del aparato político, Romero Rubio, reunió en torno suyo a jóvenes destacados y les abrió camino. Fueron los CIENTÍFICOS. Los personajes más importantes de este grupo fueron José Yves Limantour, Joaquín Casasus, Pablo y Miguel Macedo, Rosendo Pineda, Justo Sierra y Francisco Bulnes (todos compartieron una visión elitista de poder). Este grupo pugnó por un Estado central fuerte. Un aparato político recio y autoritario, capaz de encauzar el desarrollo económico de México. El cumplimiento de estas premisas permitiría alcanzar en el futuro una vida política plena, democrática; mientras tanto, el país debía ser gobernado por una elite docta. Desde luego, ellos creían formar parte de esa minoría. De acuerdo con una ideología en boga de la época –la positivista-, pensaban que la sociedad estaba regida por los dictados invariables de la naturaleza y que sólo el dominio de la ciencia permitiría conocer esas leyes y encaminar el desarrollo social. Los “científicos” se presentaron como grupo en la coyuntura de la tercera reelección de Días. En lo individual se habían incorporado a la vida política desde 1880. Pero no fue hasta 1892 cuando se dieron a la tarea de impulsar una organización de carácter permanente. Entonces formaron la Unión Liberal. Su propuesta fue la despersonalización del régimen y su programa incluyó la creación de la vicepresidencia y la inamovilidad de los jueces. Su incapacidad para concertar acuerdos con otras fuerzas y la oposición del propio Díaz los llevó al fracaso.

Bernardo Reyes: el militar “populista” Bernardo Reyes pertenecía a la misma generación que los “científicos”, sólo que se inició en la vida política mucho antes que ellos. Cuando Díaz se levantó con el Plan de Tuxtepec, Reyes ya era Coronel. Entonces tomó el partido de Iglesias, pero pronto se integró a las filas porfiristas. Además de jefe de zona militar del noroeste, Reyes fue gobernador de Nuevo León por casi 20 años. Logró una transformación de Monterrey. A la par promovió una legislación laboral y creó milicias municipales bajo la dirección de las clases medias. Reyes era un mandatario autoritario y progresista, pero su política de protección al trabajador era distintiva, la cual le daba un carácter populista. Tenía poco aprecio por la democracia y recurría con facilidad a la represión, pero creía que las fuerzas armadas debían ser algo más que una mano dura para poner orden. Podían convertirse en un espacio de participación cívica y política. Díaz llamó Reyes a su gabinete en 1900. Desde la Secretaría de Guerra éste intentó modernizar a las fuerzas armadas y demostrar la validez de su propuesta (creó la Segunda Reserva del Ejército). La magnitud de este movimiento asustó a los grupos políticos que rivalizaban con Reyes y al propio Díaz. La Segunda Reserva fue disuelta y Reyes enviado de vuelta a Nuevo León en 1902.

Un tercero incómodo: Baranda-Dehesa Las facciones políticas más poderosas del segundo Porfiriato fueron la “científica” y la reyista, pero no eran las únicas. Había intereses regionales que no se sentían representados por ninguna de las dos. Era el caso de grupos medios del litoral del golfo de México, que se identificaban mejor con Joaquín Baranda. Antiguo gobernador de Campeche, este ex lerditas tenía fuertes vínculos en la región. Dehesa pertenecía a la misma generación de los “científicos” y de Reyes. Se entendió mejor con Joaquín Baranda y su grupo, quienes representaban más bien a la vieja tradición de liberales
Un intento fallido de concertación Ninguna de las principales fuerzas políticas del régimen logró avanzar hacia nuevas formas de organización. Fracasaron tanto la Unión Liberal como la Segunda Reserva de Reyes; por su parte, el grup de Baranda no alcanzó siquiera a formular una propuesta organizativa. Cada grupo tenía una cuota de poder y existía un equilibrio. Sin embargo, el equilibrio comenzó a quebrarse con el nuevo siglo. Desde 1898, Díaz había comenzado a buscar un arreglo entre las dos fuerzas más pujantes. Su plan era que Limantour ocupara la presidencia apoyado por Reyes (se aceptó el acuerdo): Pero el idilio duró poco. Por un lado, Joaquín Baranda se opuso. Por otro lado, tampoco los reyistas aceptaban un según lugar. Díaz hecho su plan para atrás, alejó a Reyes y, poco a poco, fue permitiendo que los “científicos” acrecentaran sus oposiciones. El equilibrio se había roto.

Oposición política y resistencia popular La política porfirista estuvo dirigida por las elites y orientada a su propio beneficio. El proyecto de desarrollo de Díaz y sus hombres favorecía ante todo a los inversionistas. De igual manera, el régimen dejó a disposición de los empresarios una mano de obra barata y bien controlada. En un principio el progreso económico abrió también oportunidades de movilidad social. Con todo, para finales del régimen estos grupos resintieron una estructura política rígida que limitaba sus oportunidades. Para colmo, desde 1907 y 1908 su situación se agravó por una fuerte crisis económica.

Oposición liberal y católica Durante sus primeros años, el gobierno porfirista practicó con éxito una política de conciliación. Sin embargo, no todos los críticos del gobierno aceptaron los nuevos arreglos. Se mantuvieron en su contra algunos liberales defensores de los principios constitucionales y también los católicos intransigentes. Los primeros reprobaban a un régimen antidemocrático y permisivo con la Iglesia. Los inconformes se agruparon en torno al periódico “El Monitor Repúblicano”, el cual desapareció en 1896. En cualquier caso, el credo se mantuvo latente y resurgió con el Partido Liberal Mexicano (liderado por los Flores Magón). Los segundos, se negaban a aceptar un Estado secular. Se hicieron oír a través de publicaciones periódicas como “La voz de México”, “El tiempo” y “El País”.

El descontento popular Los sectores más desprotegidos de la sociedad dieron sus propias batallas y lo hicieron desde el primer hasta el último día del régimen. La resistencia popular se manifestó mediante huelgas, toma de alcaldías, resistencia al pago de impuestos, demostraciones callejeras de motines y levantamientos armados. Se dieron rebeliones en Coahuila, Guerrero, Chihuahua, Estado de México, Tamaulipas y Veracruz. Las comunidades indígenas de algunas zonas del país sintieron con particular crudeza las políticas porfiristas y se opusieron a ellas con gran tenacidad. Entre los casos más significativos destacan los mayas en Yucatán (Guerra de Castas) y la resistencia yaqui en Sonora.

La censura La prensa mexicana tenía una fuerte tradición de lucha política. El gobierno de Díaz procuró mantenerla cerca y controlada. Existió represión para los dirigentes de los principales diarios (El Diario del Hogar y El País). De manera paralela a la represión, la administración de Díaz apoyo una reorientación del periodismo: los viejos diarios de análisis político como el Siglo XIX y El Monitor Republicano, declinaron frente a la competencia de El Imparcial.

Los instrumentos de la represión Para las acciones represivas, el régimen contó con la policía urbana y rural, así como con un ejército profesional. Al principio, las autoridades municipales y los jefes políticos eran los responsables de guardar el orden en las demarcaciones. Se servían de policías, gendarmes y celadores. Pero con el avance de la centralización política, las fuerzas de seguridad dependientes de los estados y de la federación fueron interviniendo cada vez más en las tareas de conservación del orden público a nivel local. En el campo y poblaciones medias las autoridades contaban con el apoyo de los rurales –la policía montada rural-. Estos cuerpos fueron creados desde 1869 y reorganizados por Días. Pero cuidar caminos y perseguir bandoleros pasó a ser una tares secundaria frente a su nueva función: la de guardianes del régimen. Con la intención de suplir algunas limitaciones de las fuerzas públicas, los grandes propietarios obtuvieron autorización para crear sus propias partidas de vigilantes armados. Hacia finales del régimen, el propio gobierno federal contrató agencia de detectives privados y servicios de agencias en el exterior. Cuando el sistema policiaco resultaba insuficiente intervenía el ejército. La administración de Díaz logró revalorar al ejército como institución responsable de la seguridad nacional. Sin embargo, el segundo porfiriato no continuó este esfuerzo. El temor de Díaz a un poder que compitiera con el propio limitó la verdadera modernización del ejército. Entre las mayores limitaciones se contaba su forma de reclutamiento: la leva. Este era un mecanismo constrictivo incapaz de garantizar el profesionalismo requerido. En realidad el sistema interesaba más como medio de control social. Los encargados de garantizar el “contingente de sangre” para las fuerzas amadas eran nada menos que los jefes políticos, quienes se servían de la leva para castigar todo desafío a su autoridad. La consignación al ejército era un procedimiento rápido para deshacerse del rebelde.

EL POSITIVISMO
Leopoldo Zea

El 16 de septiembre de 1867 un discurso vino a ser el inicio de una nueva etapa del pensamiento y filosofía mexicana. El autor de este discurso (“La oración cívica”) lo es el Dr. Gabino Barreda. Una filosofía que sigue los lineamientos del padre del positivismo, Augusto Comte. El discurso habla de la historia y de las fuerzas que triunfaron sobre Maximiliano. Las fuerzas que van a dar lugar a un nuevo orden, al orden positivo. Es el triunfo de las fuerzas liberales en lucha con los conservadores. Más la lucha que tiene como escenario México no es sino una fase, una parte de la lucha que se desarrolla en toda la historia de la humanidad entre el espíritu negativo y el espíritu positivo. Las fuerzas conservadoras de México recurrieron a la ayuda de uno de los máximos representantes del retroceso en la historia de la humanidad, Napoleón III. La intervención francesa no es otra cosa que la intervención del espíritu negativo- Europa y con Europa el mundo entero, había sucumbido ante las fuerzas contrarias al progreso, sólo México se mantenía firme y se enfrentaba al campeón del negativismo. Las fuerzas liberales que disputaban el futuro de México, se disputaban el futuro del mundo. Por un lado, son el clero y la milicia, los representantes de las fuerzas negativas, las fuerzas correspondientes a lo que Comte llama el ESTADIO TELEOLÓGIO. Por el otro, los grupos sociales que enarbolando la ideología liberal se enfrentan a los conservadores para establecer un nuevo orden. La etapa correspondiente a estas luchas es lo que Comte llamaría ESTADO METAFÍSICO. El triunfo había sido logrado, ahora sería menester crear los cimientos ideológicos que hiciesen posible ese nuevo orden. Se trataba de un orden que respetando los ideales por los que lucharon los liberales mexicanos permitiría alcanzar el soñado progreso. La libertad quedaba garantizada dentro del orden material que era la meta del progreso. Pero, en el orden material, la idea de la libertad propia del individuo será ajena. Claro es que se acabará subordinando esta libertad a los supuestos fines de la sociedad en marcha al progreso. Pero antes de llegar a esta etapa el positivismo sostendrá abiertamente el postulado del liberalismo mexicano respecto a la libertad de conciencia. Su realización dependerá de lo que Barreda llama “EMANCIPACIÓN DE LA CONCIENCIA”. Es menester liberar la conciencia de los mexicanos de una servidumbre mental al colonialismo. La emancipación mental se dará por medio de la educación adecuada. El nuevo orden depende del cambio de conciencia.

La libertad positiva Ese mismo año de 1867, Juárez publicó la ley que orientaba y reglamentaba la instrucción pública en México, desde la primaria a la profesional, incluyendo lo que llamaría la educación preparatoria. El hombre llamada para colaborar fue Gabino Barreda. La reforma seguiría los lineamientos de la filosofía comtiana. El liberalismo triunfaba, pero ahora tenía que realizar una tarea de orden para el progreso. Tal era el sueño de todo liberal y a realizar este sueño se encaminaba la filosofía positiva educando, formando, a los hombres que harían posible la sociedad por la que habían luchado sus mayores. Pero la meta, LA LIBERTAD, cambiaría de sentido dentro de la ideología que van a sostener sus realizadores, los positivistas. La libertad, tomada en el sentido de “dejar hacer”, se va haciendo imposible. Esta idea resulta contraria a la del orden liberal. Se debe conciliar el orden con la libertad. Era necesario, pues, darle un sentido positivo a la libertad. De acuerdo con esta idea algo es libre cuando se somete con toda plenitud a las leyes que lo determinan, es decir, cuando algo sigue su curso natural, sin obstáculos. Y este curso queda expresado en la ley o leyes que lo determinan. La libertad, como se ve, es sólo la expresión de la libre marcha de los mejores sentimientos morales hacia metas en donde éstos alcanzan su máximo desarrollo. No es un dejar hacer, dejar pasar, sino un conjunto de impulsos guiados que la sociedad, de que es parta el individuo, necesita para su desarrollo y su progreso. En otras palabras, el individuo puede pensar lo que quiera, pero deberá obrar de acuerdo con los intereses de la sociedad.

Teoría del orden ¿Pero hasta dónde llega o puede llegar el Estado en su intervención al servicio de la sociedad? No más allá del orden social necesario para el desarrollo material de aquélla. Lo importante para los ideólogos del positivismo será el orden social. Este orden, puramente político, será inoperante en el campo económico. Barreda mismo sostiene ya la no intervención del Estado en la organización de la propiedad privada. Tan sólo mediante la educación, pero nada más. Lo único que podría es hacer ver, a los poseedores de la riqueza de actuar en beneficio social (“humanizar a los ricos”). Por lo que se refiere a los abusos que pudieran cometer los poseedores de esa riqueza, lo más que puede hacerse es apelar a la responsabilidad moral que implica su posesión. No se puede atacar a la riqueza. Lo importante para el positivismo es el orden político. El Estado no tiene ninguna misión de carácter trascendental, tal y como se pretendió en los periodos teleológico y metafísico; tampoco la misión económica sostenida por el socialismo, como lo sería la repartición de la riqueza. Su misión se refiere únicamente a guardar el orden social; por ello interviene en el campo educativo, para crear los hábitos que hagan posible este orden.

La generación positiva Los frutos de la educación positiva encaminada al orden político se harían sentir pronto. En 1878, recién llegado al poder Díaz, surge en la capital un grupo político y que lleva el lema del positivismo comtiano (periódico “La Libertad”). El nuevo grupo se llama a sí mismo conservador; pero conservador-liberal. Nuestra meta dicen, es la libertad; pero nuestros métodos para alcanzarla son conservadores. Somos ante todos conservadores del orden como instrumento para el logro de la auténtica libertad (“No revolución, sino evolución”). Para el logro de una auténtica libertad, lo urgente es el establecimiento de un orden que la haga posible. Esto es lo que no habían podido entender ni entendían los liberales mexicanos. Ellos habían querido darle al pueblo libertades para las cuales no estaban maduros. Lo primero es educar. Pero al fin, gracias a la reforma educativa del positivismo, había surgido la generación capaz de orientar la nación por los mejores caminos. Pero mientras tanto, mientras esa generación creaba tales bases, lo importante era el orden. Allí estaca, como principal obstáculo para poner fin a la anarquía, la Constitución de 1857. La utopía debía terminar. Un nuevo periodo histórico se avecinaba. Un periodo realista, encaminado a un orden cuya meta final fuese las ideas de esa utopía (ideas Const. 1857). Al liberalismo utópico y anárquico había que oponer un liberalismo realista y de orden: un conservadurismo liberal. Un orden cuya fuerza no dependiese de la voluntad de un caudillo. Pero este orden resultaba, al menos por el momento, una utopía más. El problema parecía insoluble: se quería abandonar todo orden que dependiese de la voluntad de cualquier caudillo; pero se necesitaba también de alguien, con suficiente prestigio personal, que estableciese las bases del nuevo orden. Por lo pronto era menester limitar las libertades cuyo utopismo era evidente (“Derechos –exclamaba G. Cosmes- la sociedad los rechaza ya: lo que quieren es pan”). ¿Cómo alcanzar ese orden? La realidad mexicana ha dado origen a las dictaduras. Para “acabar con la dictadura de hecho…es preciso dar con una constitución practicable”; pero como tal cosa resulta impracticable en las circunstancias actuales, “nos contentamos con pedir para estos momentos extraordinarios, autorizaciones extraordinarias. Cosme decía que era necesario ensayar un podo de TIRANÍA HONRADA. Esta tiranía iba ser la de Díaz.

De Comte a Spencer Y aquí volvemos a entroncar con el grupo de jóvenes positivistas que desde el periódico La Libertad piden un nuevo orden y aspiran a establecer una tiranía honrada. Este grupo ya no sigue a Comte, sino a Mill y Spencer. ¿Cómo podrían entonces justificar ideas que parecen contradictorias? La justificación la encontrarían en la teoría de la evolución de Spencer. Para Sierra, la SOCIEDAD, era lo que Spencer llamó un SUPRAORGANISMO. En los organismos sociales se pasa de la homogeneidad social a la diferenciación individual, del pleno orden a la plena libertad. En esta forma no queda negada la idea que sobre la libertad siguieron los viejos liberales; lo que se niega, apoyándose en los “Principios de sociología de Spencer”, es que la sociedad mexicana haya alcanzado el alto grado de progreso que era menester para obtener dicha libertad. No piensan, como los comtianos, que esta libertad pertenezca a una etapa de transición metafísica, sino que la consideran como una meta por alcanzar. Pero, para que tal cosa suceda, es menester que antes la sociedad evolucione en tal sentido. Lo primero que debe hacerse es atender al adelanto material de un país. Las libertades de la Const. de 1857 son inútiles en países materialmente atrasados. Lo urgente es fortalecer a la sociedad, homogeneizarla. Ahora resulta natural y justificada la petición de un Estado fuerte que se encargue de establecer el orden, que tan necesario es para el progreso de México.

El positivismo y el porfiriato La evolución política, la de la libertad en el campo político, será sacrificada en aras de lo que Sierra llamaba la evolución social. Desarraigar los hábitos de desorden de la mente de los mexicanos era tarea muy difícil. Sólo un Estado fuerte podrá realizar tal cosa. Todo el poder político, y con él la libertad de los mexicanos, será cedida a un hombre fuerte, a Díaz. Surgía con el porfirismo un nuevo tipo de mexicano, el cual, comparándose con la generación liberal que le antecedió se describía como positivistas educados de manera diferente. La nueva generación se considerará a sí misma como la destinada, por su capacidad, para guiar y orientar al país. Sus métodos son perfectos. Son los métodos de la ciencia. Empezaba la era de los científicos.

Orden político y libertad económica En 1892, el partido político “Unión Liberal”, lanzó un manifiesto para apoyar la cuarta reelección de Díaz. Se formulaba un programa que intentaba satisfacer los intereses de la cada vez más poderosa burguesía mexicana. Por eso la oposición de la masa del pueblo en general. El plan recogía las banderas del viejo partido liberal. La libertad no es posible si antes no se alcanza un determinado grado de orden. Ahora bien, este orden parece ser ya una realidad gracias a Díaz. Establecido el orden se deben aumentar ciertas libertades (no se encuentra la libertad electoral). ¿Qué significa todo esto? Se habla de la necesidad de establecer mayores libertades, pero luego se dice que la menos importante es la libertad electoral o política. Lo que se pide, la libertad económica. Se pide la reducción de las intervenciones del Estado en el campo económico, no en el político. Libertad que sólo beneficiaba a los ricos. Orden político y libertad económica, tal es el ideal de la burguesía mexicana. El orden político, mantenido por Díaz, debería ser puesto al servicio de la libertad económica de la burguesía. Los autores del manifiesta afirmaban que si Díaz se reelegía por cuarta vez no es porque se le considere un hombre indispensable, sino porque en las tres veces anteriores, ya ha dado pruebas de su capacidad para gobernar. Por su parte, Díaz, con una mentalidad semejante a la que los educadores de la burguesía habían querido extirpar, no aceptó ser un simple instrumento de la burguesía. Rechazó las limitaciones a su poder político. No quería trabajar para la burguesía.

UN PAÍS EN TRANSICIÓN

Francois Xavier Guerra

VI. Un país en transición En el Porfiriato, la estabilidad política de un régimen sin fisuras va a la para con una mutación extraordinaria de la economía y de la sociedad. La élite liberal unificada ocupa, en efecto, bajo Díaz, los supuestos de mando del Estado. Dueño innegable del poder bajo Díaz, su acción tenia que reforzarse necesariamente. Una vez logrado el orden, el progreso se convierte en la palabra clave del régimen.[pic] Y para hacerlo, la élite liberal refuerza el instrumento de su poder: el Estado. La política porfirista se asemeja a la política del “despotismo ilustrado”. Las tasas de crecimiento económico que México cono entonces no se volverán a alcanzar hasta los años 1940. ¿Se trata de una simple prolongación de la prosperidad de las metrópolis económicas que no alcanza más que a sectores o regiones limitadas? ¿En México es una economía de enclaves, con una sociedad dualista? Los datos de los que disponemos ofrecen otra imagen del país: la de una sociedad totalmente en movimiento. ¿No será más bien que la modernización de origen exógeno se injerta en una modernización preindustrial.

La Modernización
1.- El crecimiento del Estado moderno Se ha convertido en un tópico al hablar del Estado en la época de Díaz, al insistir sobre su filosofía liberal. Se cita su negativa a interponerse en las relaciones entre patronos y obreros, a no reglamentar los contratos de trabajo, su reticencia para intervenir directamente en el ámbito de la asistencia o de la educación.

La intervención del Estado El primer ámbito en donde se presentó la intervención del Estado fue aquel en que las consecuencias de la libertad formal eran las más evidentes: el de la condición de los peones y de los obreros. Varios Estados intentaron muy pronto, con un éxito muy relativo, reglamentar las deudas por las cuales los peones estaban ligados a la tierra. Hay que esperar el primer decenio del s. XX para ver aparecer progresivamente una nueva noción del papel del Estado en este ámbito. La influencia de las primeras legislaciones europeas del trabajo, la doctrina social de la Iglesia extendida en México por los Congresos católicos y la difusión de un radicalismo social que evoluciona hacia el anarquismo coinciden con los comienzos de las organizaciones obreras modernas y con las primeras grandes huelgas. Desde diciembre de 1906 los obreros en huelga de las fábricas textiles de Río Blanco invocan el arbitraje de Díaz. Aunque este arbitraje dado por el presidente en enero de 1907 no satisface a los obreros y es incapaz de impedir el motín obrero, como veremos, rompe con la práctica liberal de la abstención del Estado en las relaciones de trabajo y establece los primeros elementos de una legislación social.

Es también un compromiso la nueva actitud que el Estado toma en el ámbito económico en 1906, cuando adquiere el control de las más importantes líneas de ferrocarriles. La justificación para este tipo de medidas era de la buscar una sólida garantía de los intereses supremos nacionales concernientes a la soberanía del Estado y satisfacer las exigencias del comercio y de la industria, por medio de una gran política de los transportes. El Estado de las élites liberales es un Estado en plena expansión. Esta expansión, relativamente moderada durante los primeros veinte años del réimen, se acelera a principios del s. XX. Primero aparece sobre todo como la reconstrucción de un aparato administrativo maltratado por tres cuartas partes del siglo de disturbios y guerras. El ejército y la policía se ocupan entonces un lugar predominante en los gastos del Estado. Después de 1902 se produce el ascenso irreprimible de los gastos civiles. El régimen se civiliza e interviene cada vez más en la vida económica y social. Progresivamente el gobierno federal concentra entre sus manos todo lo que se refiere al desarrollo de la economía. No sólo continúa la construcción de ferrocarriles, sino que añade a su jurisdicción la legislación minera, comercial, bancaria y de aguas. En todos estos campos el Estado justifica su intervención por la necesidad de quitar obstáculos que impiden la prosperidad del país y por el deseo de alcanzar a los países más avanzados. Por ello las leyes que se publica es estos diferentes ámbitos están marcadas por el sello del liberalismo. Las primeras leyes mineras abolen las leyes que datan de la colonia. Permiten a los mexicanos y después a los extranjeros las adquisiciones ilimitadas. En el campo comercial fue la abolición de las alcabalas el que causó gran revuelo. La abolición de las alcabalas perjudicó a las finanzas locales. En mayo de 1896, las alcabalas, fueron definitivamente abolidas (reforma Const. = Los estados no pueden gravar...). En 1896, los privilegios de los que gozaba el Banco de Londres y México fueron borrados por una nueva ley de instituciones de crédito que autorizaba el establecimiento de bancos de emisión en todos los Estados de la república. Para 1908, prácticamente todo lo que se refiere a los principales campos económicos ha pasado de los Estados al gobierno federal. El Estado de “dejar hacer” es un Estado que pesa cada vez más sobre la sociedad, ya que actúa sobre una sociedad que todavía es diversa y heterogénea. Para que esta sociedad sea libre, hay que transformarla, hay que uniformizarla. A esto tienden también reformas como la de educación.

Los servidores del Estado Este ente moral, el Estado, sin embargo, no es un ser descarnado, sino un grupo humano. El gobierno de Díaz estaba conformado por un numeroso clan de seguidores fieles. Para toda esta categoría de obligados y fieles, la recompensa normal a su devoción consiste en el otorgamiento de un cargo administrativo que crea a su vez nuevas obligaciones y nuevos derechos. La clientela de tipo administrativo es en el s. XIX y lo será todavía en el s. XX, una de las realidades más esenciales de la vida social latinoamericana. La política es, en el s. XX, un ámbito reservado a oligarquías sociales y a intelectuales surgidos de medios modestos, pero antes que la política está la administración pública como medio de vida y como medio para adquirir relaciones. En el Porfiriato, existía también dependencia respecto a un sistema político que, por su deseo de transformar la sociedad, acrecienta continuamente el número de empleados y sus poderes a costa de los de los actores sociales. Hay que agregar que, paralelamente al crecimiento de los agentes del Estado, crecen también las profesiones que dependen para su existencia del diálogo con la administración de los conflictos que esta acción de transformación provoca en la sociedad (ej: abogados, notarios, etc.). El peso de todos estos hombres sobre el resto de la sociedad es tanto más grande como que a menudo son mal o irregularmente pagados, y que tiene que recurrir, para vivir, a la corrupción y a los abusos de poder. El Estado moderno saca su fuerza, no como lo quisiera la imagen que él mismo hace de su poder, de una sociedad de ciudadanos responsables cuyos servidores serían los funcionarios, sino de relaciones clientelistas que hacen depender de él a una parte importante de las élites cultivadas. Estas élites dependientes que obtienen de él su subsistencia poder son, mucho más que una burguesía imaginaria, el verdadero fundamento social del régimen. En este sentido, la transferencia continua de funciones y competencias de la sociedad hacia el Estado, es de hecho el proceso de la caída en dependencia de un creciente número de hombres. El Porfiriato, primer régimen liberal estable de México, es el periodo clave para la instalación del nuevo Estado. Ciertamente no es él el que creó la nueva burocracia, pero le da, con la obra legislativa ya citada, campos cada vez más amplios de acción y, con la prosperidad, los medios financieros para su cumplimiento. El régimen de Díaz, que llegas ras un largo periodo de disturbios y de finanzas públicas en bancarrota, fue primero eso: la existencia asegurada; el Porfiriato fue “la fórmula gástrica de la paz”.

La presión fiscal Otra consecuencia del crecimiento del Estado moderno fue el aumento de la presión fiscal. Los gastos federales eran más de tres veces superiores a fines del régimen y casi se duplicaron en los últimos diez años de este último. Sin entrar en los detalles de un sistema fiscal extremadamente complejo, se puede decir que los impuestos interiores gravan, dejando a un lado el impuesto del timbre, esencialmente y en este orden, las transacciones, la producción minera y la propiedad raíz. El Estado federal tenía la facultad de repartir los ingresos entre los diferentes destinatarios. Cabe destacar que si consideramos primero el crecimiento de las presupuestos de los Estados sin incluir los municipios, constatamos una oposición muy clara entre los Estados del centro y algunos del norte, cuyo crecimiento es relativamente moderado (en su presupuesto) y los Estados de la periferia, del extremo norte y del extremo sur en donde el crecimiento es gigantesco. Se encuentra entre los Estados de los que proviene la mayoría de los ingresos fiscales, los Estados mineros del norte, Sonora y Chihuahua, y aquellos que poseen una agricultura moderna como el norte de Coahuila, Durango, Veracruz; después los Estados de la Península de Yucatán: Tabasco (frutas y maderas), Campeche y Yucatán (henequén) y Chiapas (cultivos de café). La presencia de otros dos Estados aislados en los Estados de mayor ingreso fiscal, Aguascalientes y Puebla, se explica por la agricultura y la industria metalúrgica para el primero, y por la industria textil para el segundo.

Desigualdad fiscal y descontento social Es cierto que en numerosos Estados las leyes fiscales estaban hechas por y para los privilegiados. El sistema fiscal de este Estado se basa, a partir de 1888, en un conjunto complejo de impuestos. Las modificaciones posteriores de este sistema y las que fueron aportadas por Creel (clan Terrazas) no hicieron sino aumentar las desigualdades en las tasas aplicadas a los contribuyentes grandes y pequeños. En cuanto a la percepción, los dos procedimientos más extendidos son, como hemos dicho, el arriendo y el encabezamiento. La ausencia de un personal especializado en la percepción e independiente de los poderes locales era soportable únicamente bajo dos condiciones: que la sociedad y la presión fiscal permanecieron relativamente estables y que las cédulas sociales de base tuvieran autoridades que les fueran propias o al menos no demasiado extrañas. Las dos condiciones están lejos de cumplirse a fines del Porfiriato. La primera porque la sociedad mexicana está en plena mutación y el peso del Estado aumenta sin cesar. Los abusos de poder o la corrupción no harán más que aumentar después de 1900, y con ellos la simbiosis de los funcionarios con los intereses privados. El problema es relativamente semejante en los municipios. La atribución de estos cargos a los clientes del gobernador o a los jefes políticos, no tenía aquí como fin inmediato la ganancia financiera, sino el control político. Es evidente, sin embargo, que al pagarse la lealtad con favores, los favores fiscales no eran los últimos en buscarse. Agreguemos a ello, además de la corrupción, la desigualdad ante el impuesto era completamente legal, puesto que el gobierno federal y los gobiernos federales estaban autorizados para conceder exenciones de impuestos en el marco de su política de fomento a la industria y de las inversiones. Desde 1882, una reforma Constitucional al artículo 72, permitía los monopolios y los privilegios. Todos los Estados recurrieron frecuentemente a estas concesiones de privilegios, exenciones y franquicias para favorecer las inversiones. Los que se beneficiaron más con ello fueron los inversionistas extranjeros y los mexicanos más ricos. Estas concesiones, vienen, pues a falsear la igualdad ante el impuesto. El mayor peso fiscal que han debido soportar los hombres y las empresas que no gozan de estos privilegios se debió además ver aumentando considerablemente a partir de la abolición de las alcabalas en 1896. Esta abolición fue al mismo tiempo un duro golpe a las finanzas municipales. Se comprende así mejor el descontento de las clases medias de las regiones que soportaban más impuestos, o de aquellas cuya percepción era la más desigual en los años que preceden a la Revolución. Las reivindicaciones de justicia fiscal, la lucha contra los privilegios y los monopolios se alienan en los programas pre-revolucionaros y revolucionarios junto con las demandas de libertad municipal.

La expansión económica

La expansión económica no ha comenzado en México con la llegada de Díaz al poder, pero es cierto que por su duración, y por el ritmo y la profundidad de sus cambios económicos, el Porfiriato es un periodo clave en la modernización de México. La política económica porfirista es en sus fundamentos, una política liberal. Intervensionista, ya que liberal, en relación con la sociedad tradicional, y no intervensionista, en la relación con los actores económicos nuevos.

Los fundamentos Para los nacionales, el principal beneficio que aporta el régimen es el restablecimiento de la paz y la progresiva eliminación de los bandidos o de los grupos armados. La victoria de Juárez sobre el Imperio dejo al país muy endeudado. Díaz liquidó la mayor parte de la duda (Acuerdo en Berlín). En el Porfiriato los préstamos fueron moderados y los esfuerzos por aumentar los ingresos y disminuir los gastos produjeron frutos: a partir de 1894, las cuentas del Estado presentaban por primera vez un excedente que se mantuvo hasta finales del Porfiriato. Gracias a un crédito internacional creciente y el saneamiento progresivo de las finanzas públicas, el gobierno pudo dedicarse a la construcción de infraestructura: ferrocarriles, telégrafos, teléfonos, puertos, etc. Es toda la economía mexicana la que se beneficia cada vez más con el mejoramiento del clima económico general. Es un México de campos y de pequeñas ciudades el que renace con la paz y la creciente seguridad de los caminos, un México de transportes a lome de mula y de minas que vuelven a empezar a producir, arrastrando en su renacimiento a la agricultura y a la ganadería.

La aceleración del crecimiento Esta primera expansión económica hace posible la segunda, la que se produce a mediados de los años 1890. La hace posible, primero, por el aumento de la población (de 9.3 a 15.1). El crecimiento demográfico amplía el mercado interior y facilita la movilidad de la mano de obra. La primera prosperidad porfirista permite también la política de resurgimiento financiero, proporcionando al gobierno recursos fiscales crecientes para solucionar el problema de la deuda externa y su crédito internacional. Otros factores explican también el segundo arranque de la economía porfirista. El primero, político, es la llegada al poder en 1893 de un nuevo equipo económico, autodenominados los científicos. El segundo es el cambio de la coyuntura internacional a partir de los años 1894-1895. Las países desarrollados van a buscar no sólo cantidades crecientes de materias primas y mercados para sus productos, sino también nuevos espacios y actividades para sus capitales. Por otra parte, hasta la reforma monetaria de 1905, México se va a beneficiar en su comercio exterior con un factor favorable que está paradójicamente ligado con la constante depreciación de la plata sobre la que, sin embargo, se fundamente el sistema monetario bimetalista del país. Las exportaciones cuyos precios son en plata, la cual no deja de depreciarse, se ve así favorecida por las importaciones pagadas en oro. En fin, atraídos por una legislación muy favorable, por la confianza renovada en un país que paga sus deudas y por la perspectiva de altos beneficios, llegan masivamente capitales extranjeros. Estas inversiones se dirigen principalmente a los ferrocarriles, las minas, los servicios públicos y la banca. Cabe destacar que no es sólo la inversión extranjera la que produce este segundo repunte de la economía, sino también algunas inversiones llevadas a cabo por mexicanos. Se dan ejemplos de combinación de capitales mexicanos y extranjeros en la minería, la industria, la siderurgia y la banca. Los capitales mexicanos dominan en la industria agroalimentaria y en las exportaciones agrícolas (azúcar de Morelos o en algodón de La Laguna). Los ejemplos contrarios, el café de los alemanes, la ganadería, las maderas, el algodón o el “guayule” de los norteamericanos.

Los resultados El PIB crece durante el periodo a una tasa media de 2.6% anual. El crecimiento más espectacular es el del sector minero (7.3%), pero no es el único en beneficiarse con la nueva prosperidad, ya que la agricultura, la ganadería y la silvicultara conocen un crecimiento de 6% (1900) y 5.6% (1910). ¿El crecimiento porfirista no sería entonces, más que la recuperación de un retraso de sesenta años? Sin duda lo es para su primer periodo, pero sin alcanzar todavía los niveles de la Nueva España. Progresivamente, México se convierte en un espacio económico único. El comercio alcanza 7% anual. La circulación monetaria refleja también la extensión creciente de las formas de intercambio más evolucionadas. El comercio exterior revela el dinamismo de la economía. Las exportaciones son multiplicadas por siete y las importaciones se han casi triplicado. A pesar del gran crecimiento de la producción de metales preciosos, su parte en las exportaciones no cesa de retroceder a favor de los metales para uso industrial y en el conjunto de metales retrocede también en relación con otras mercancías (café, azúcar, ganado, garbanzo, ixtle). Cabe mencionar que la crisis de 1907 refleja un país con fuertes desequilibrios debidos a un crecimiento muy rápido; una sociedad en plena transformación, con evoluciones contradictorias, con todas las tensiones que ello comporta y que habrían quizá pasado inadvertidas si la revolución no las hubiere sacado a la luz.

Una sociedad en movimiento

1.- Las migraciones y el crecimiento urbano “EL MÉXICO DE DÍAZ ES LO OPUESTO A UNA SOCIEDAD ESTÁTICA”.

El ascenso del México periférico El México denso desborda de todas partes hacia las regiones poco pobladas de la periferia. La población de los Estados del México central es atraída por otras regiones como el Distrito Federal, por todos los Estados de la frontera norte (objetivo privilegiado Coahuila) y Veracruz. El México que proporciona esta población es el México central: más indígena en Puebla o Hidalgo, más mestiza en Guanajuato, Michoacán o Jalisco. Sin embargo, Zacatecas y S.L.P. son los que proporcionan el más fuerte contingente de inmigrantes. Hay que estudiar el movimiento de población por composición de sexos: Todo el norte es una zona de predominio masculino (Chihuahua, Nuevo León). Sin embargo, aun en el norte hay distritos en decadencia como casi toda Sinaloa. En las regiones del Golfo de México son raras las excepciones al predominio masculino (como Tuxpan). En la región de Orizaba, por el contrario, el criterio de la masculinidad no vale. Para las demás regiones del Golfo, la regla general es la afluencia de mano de obra masculina. En Tabasco sólo una región atrae a los hombres: la de Chontalpa. En el resto de la costa del Pacífico, en Oaxaca, Guerrero, Michoacán, la situación es variable. Finalmente en el México Central existen regiones de femineidad dominante como Guanajuato, ciertas regiones del bajio, la región cercana a la ciudad de México (entre el Estado de México y Tlaxcala donde se fabrica pulque) y en el centro y sur de Morelos (haciendas azucareras).

Evoluciones contrastadas Las evoluciones más rápida son la de los distritos afectados por la modernización, y sea minera o agrícola. Los distritos con crecimientos espectaculares son Guerrero en Chihuahua, Cuencamé en Durango, Arizpe y Moctezuma en Sonora. Los distritos agrícolas modernos conocen también avances importantes. Es el caso de La Laguna. No hay que decir que las consecuencias sociales y políticas de estos cambios en el reparto de población no son todas semejantes. Hay mucha diferencia entre el aumento de población de Yucatán y Chiapas y el resto de México. En el primeo de los casos, hay una gran población de inmigrantes llevados ahí contra su voluntad. Muy diferente es la población del Norte y la que invade las otras zonas pioneras como la Huasteca. Nos encontramos aquí ante una población cuyas migraciones son voluntarias, atraídas por salarios más altos o por una mayor libertad. Muchas biografías de revolucionarios reflejan los movimiento de una población. Cabe desatacar que no sólo hay migraciones dentro de México, sino también más allá de la frontera.

La urbanización Otra consecuencia de la modernización es el crecimiento de las ciudades. Las ciudades que sobrepasan los 20000 habitantes pasan de 22 a 29 entre 1895 y 1910. Sin embargo, sólo dos ciudades, Guadalajara y México, sobrepasan los 100000 habitantes. El México de fines del Porfiriato es un país formado por una multitud de pequeñas unidades humanas, de pueblecillos y aldeas, de haciendas y ranchos aislados. Considerables diferencias de densidad separan al Norte de las regiones costeras del México central denso. Las ciudades que conocen los crecimientos más rápidos son las de las regiones periféricas: Torreón (resultado del ferrocarril y del algodón), Chihuahua (auge de las minas), Veracruz (crecimiento del puerto y del ferrocarril), Monterrey (intercambio con EU), Mérida (edad de oro de la producción y exportación del henequén). Por otra parte, sólo en estas regiones se da el fenómeno de ciudades con un crecimiento explosivo: Torreón, Cananea, Saltillo u Orizaba. Las ciudades del centro muestran las modificaciones del equilibrio que sufre la región más poblada y antigua del país. México y Guadalajara, crecen36% durante los primeros 15 años del Porfiriato. A sus funciones administrativas, se viene a añadir un comercio activo y la implantación progresiva de industrias de transformación. Otras ciudades con fenómenos semejantes son: Aguascalientes, Toluca y Morelia. Por el contrario, ciudades en decadencia son Zacatecas, S.L.P., León, Querétaro, Pachuca y Guanajuato.

La diversificación social El fuerte crecimiento económico de fines del s. XIX acelera los cambios sociales. México no es, en 1900, una sociedad que pasa directamente de una economía y de una sociedad eminentemente campesina y tradicional a una sociedad de economía dualista, sino un país en el que una modernización progresiva ha diversificado y especializado a la sociedad antigua. El México de la modernización porfirista es en gran parte un país en modernización preindustrial, inducida por el comercio y por los polos exteriores, pero resultante también de la lógica interna de la antigua sociedad.

Las ambigüedades de las estadística Para quien quiere sacar conclusiones sobre la economía y la sociedad mexicana de la época, estas cifras plantean dos tipos de problemas. El primero es un problema de hitos cronológicos (la crisis de 1907 puede reflejar retroceso de la economía, pero no es así). El segundo componente es el que resulta de la superposición de una crisis de subsistencia de tipo antiguo, es decir, la mayoría de la sociedad mexicana sigue siendo todavía una sociedad tradicional preindustrial. Cabe destacar que los censos de los que se quieren sacar conclusiones acerca de la sociedad mexicana no dan mas que una clasificación general de la ocupación principal, sin distinguir al artesano de la industria.

Los grupos urbanos Se quiso clasificar a la élite social en: grandes hacendados, industriales, banqueros, etc. Esta distinción social por el tipo de fortuna no es más que una simplificación extremadamente vaga., ya que la élite social normalmente tenía intereses en varios ámbitos de actividad. Debajo de esta élite, existía todo un conjunto de clases medias, que van desde profesionales liberales, funcionarios de alto rango, empleados y técnicos de las nuevas actividades industriales y de servicio, etc. Finalmente, en los niveles más bajos, se daba todo un conjunto de grupos que van desde los pequeños oficios hasta los obreros de las industrias.

El mundo rural: las haciendas... Las mismas dificultades de análisis aparecen cuando se trata de abordar la situación del campo. En primer lugar, una población rural se determina con una cuantía de habitantes menor a 10000. En México se podían dar una combinación de paisajes muy diversos. A grandes rasgos, se podría decir, entonces, que existen dos Méxicos, un México del Norte y uno del Centro y del Sur. El mundo rural es antes que nada el de la hacienda, no porque reúna a la mayoría de los campesinos, sino porque sus condiciones de trabajo marca toda la vida rural. Este microcosmo social jerarquizado no es reducible a la dualidad de “amos y servidores”. Existen varias figuras en las haciendas. Cuando se habla de “administradores” se trata del mayordomo principal. A esta figura viene a añadirse un cierto número de artesanos y comerciantes (como el zapatero, el ferretero, el sastre, el que atiende la tienda de raya, el comisario (encargado de la adm. Pública de la hacienda) etc. Agreguemos a estos grupo intermedios los CAPATACES, encargados de dirigir el trabajo de los peones y jornaleros. La palabra PEÓN, designa realidades muy diferentes. Están los PEONES ACASILLADES, aquellos que tienen un contrato permanente con la hacienda y que habitan en ella. Otra categoría de los peones es la de los JORNALEROS O ALQUILADOS, que trabajan en la hacienda unos meses al año. Una situación intermedia entre estas formas de jornaleros está constituida por los indios de las comunidades indígenas, que iban a trabajar bajo la dirección de enganchadores en las plantaciones de café de la costa. La condición de todos estos jornaleros parece en general muy poco envidiable e inferior a los peones acasillados. Una tercera categoría es la de aquellos que a cambio de tierras de la hacienda más considerables que las parcelas de los acasillados, deben un cierto número de días de trabajo, semaraios o anuales al propietario. Nos encontramos aquí con una categoría social en la que reina la diversidad, en la que se pasa, sin duda, por toda suerte de transiciones, de los peones acasillados a verdaderos arrendatarios (deben al dueño faenas periódicas). La diferencia esencial, más allá de las tierras recibidas radica en el lugar de habitación. Finalmente, la última categoría de la figura de la hacienda es la de los APARCEROS Y LOS ARRENDATARIOS, relativamente independientes pues no deben trabajo a la hacienda. El contenido mismo de los contratos de aparcería es variable. A menudo, si el aparcero proporciona los aperos y una parte de los animales de labranza, conserva la mitad de las cosechas, si sólo aporta su trabajo, el tercio del producto.

.... y los pueblos Otra unida básica del mundo rural: las comunidades campesinas a las que a menudo se llama indígenas. Es un mundo en el que la pertenencia a la comunidad es el criterio principal de diferenciación. Último tipo de población rural es la de las regiones en donde la propiedad no existe o está en decadencia, y en las que la población, en general blanca o mestiza, es mucho más independiente. En estas zonas dominan los agricultores pequeños y medianos, pero las otras actividades están también bastante más diversificadas. Rancheros, comerciantes, arrieros, todos un mundo rural que vive en ranchos asilados. Es éste un mundo en expansión (la población rural) de donde saldrán la mayoría de los revolucionarios. También existen regiones que jamás serán revolucionarias o lo serán muy poco, como los Altos de Jalisco y varias regiones del Michoacán del noroeste.

La evolución de las condiciones de vida En este campo, es sobre todo la población rural, la más numerosa cuantitativamente, la que parece que debe retener nuestra atención. En lo que respecta a las cifras, se puede adelantar que hay a todo lo largo de los últimos quince años del régimen, un crecimiento continuo y, a veces de espectacular, del número de agricultores. Hay que resaltar que resultado de la modernización porfirista, es el crecimiento considerable del número de asalariados, ya sean empleados, obreros de talleres y de fábricas, o trabajadores rurales en todas las categorías.

MÉXICO Y ESTADOS UNIDOS
EN VÍSPERAS DE LA REVOLUCIÓN
Friedrich Katz

En México muy pocos miembros del gobierno de Díaz, y él mismo menos aún, tenía algún presentimiento sobre la revolución mexicana de 1910 unos meses antes de su estallido. Incluso la pequeña minoría de disidentes que abrigaban esperanzas de derrocar a Díaz tenían muy escasa noción de que estaban gestando una revolución social. ¿Qué antecedentes fueron los que favorecieron acontecimientos tan inusitados e imprevistos en México? Hablando en términos muy general: el impacto de ciertos procesos ocurridos hacia fines del s. XIX. En las décadas finales del s. XX y en los primeros años del s. XX, los países latinoamericanos fueron absorbidos en grado cada vez mayor por el frenético desarrollo del capitalismo mundial. Pero esto en ningún sentido transformó a dichos países en sociedades industriales análogas a las de los EU o Europa occidental. Por el contrario, ello sirvió para consolidad la dependencia respecto al extranjero. Una de las principales transformaciones que produjo la integración al mercado mundial fue el fortalecimiento del poder centralizado del Estado. El poder del Estado fue enormemente fortalecido por la reciente revolución en el campo de las comunicaciones y por el suministro de equipo moderno a las fuerzas armadas. En muchos países de Latinoamérica había países descontentos con su gobierno, pero la dictadura de Díaz fue la única que cayó víctima de una revolución. Sería un error, en el caso de México, buscar la explicación de este hecho excepcional en las condiciones de un subdesarrollo extremo. Por el contrario, si se le compara con el resto de América Latina, se verá que su dependencia respecto de la exportación de materias primas era mucho menor que la de otros países. ¿Cuál es, entonces, la circunstancia excepcional que, aparte de los síntomas de subdesarrollo y dependencia que prevalecían también en la mayor parte de América Latina, explica la singular experiencia histórica de México? La primera explicación que se nos ocurre es que la revolución mexicana fue parte de una tendencia más general que se estaba dando en las naciones latinoamericanas. Esta tendencia o movimiento consistía en el rápido desarrollo de una clase media que comenzaba a buscar mayor poder político y económico. Si bien esta hipótesis tiene cierta validez, no basta de ninguna manera para explicar la singularidad de la revolución mexicana. La victoria de fuerzas políticas inspiradas por la clase media condujo a un periodo relativamente largo de estabilidad política y gobierno parlamentario tanto en la Argentina como en Brasil. En México, en cambio, dio lugar a una de las más profundas revoluciones sociales en la historia de América Latina. Los motivos de tal transformación deben encontrarse, creo yo, en la convergencia, en vísperas de la revolución, de tres procesos, cada uno de los cuales se inició hacia principios del régimen de Díaz y casi se había complementado hacia el final:
a) la expropiación de las tierras comunales de las comunidades campesinas en el centro y sur de México;
b) la transformación de la frontera con indios nómadas en una frontera con EU y su consiguiente integración política y económica al resto del país como a la esfera de influencia de los EU, y
c) el surgimiento de México como escenario principal de la rivalidad europeonorteamericana en América Latina.

Expropiación de las tierras comunales de las comunidades campesinas A pesar de la caída del régimen colonial y la sucesiva expropiación de las tierras comunales a los indios por parte de los nuevos gobiernos (en Latinoamérica), las comunidades campesinas en México pudieron conservar algunas características de su organización tradicional y un grado de autonomía interna jamás conocido por los peones de las grandes haciendas. Con el fortalecimiento del aparato estatal durante el régimen de Díaz y la construcción de ferrocarriles que aumentaron enormemente el valor de la tierra, las comunidades campesinas, así como sus instituciones y propiedades, no tardaron en ser objeto de una serie de agresiones. El régimen de Díaz se embarcó en una política agraria radicalmente nueva. Se lanzó en una campaña de expropiación en gran escala de las tierras comunales y de sometimiento político de los pueblos. Las regiones más aceptadas por esta nueva política fueron las del centro y el sur del país. Al principio esta campaña tuvo gran éxito ya que sólo dejó a los pueblos la posesión de un mínimo de tierras y de autonomía política. Finalmente, sin embargo, esta campaña generó un amplio descontento. Al principio sólo había provocado rebeliones esporádicas, pero cuando las expropiaciones comenzaron a afectar los estado de Morelos y Guerrero, se sentaron las bases de la mayor rebelión campesina de la historia de México. Mediante su política agraria, pues, el régimen de Díaz se había ganado la enemistad de sectores importantes de la población, pero es poco probable que esta política por sí sola hubiera podido destruir el gobierno de Díaz.

La transformación de la frontera con los indios nómadas en una frontera con EU Antes de que Díaz llegara al poder los estados de Sonora, Chihuahua y Coahuila gozaban de una existencia prácticamente autónoma. Sin embargo, en el último cuarto del s. XIX, con la llegada de Díaz al poder y el flujo sin precedentes de inversiones extranjeras, principalmente de EU, hacía México, la zona fronteriza del norte se transformó radicalmente al imponer Díaz y los EU respectivamente sus controles políticos y económicos sobre la región. La transformación política se inició al comenzar Díaz a demoler sistemáticamente los feudos prácticamente independientes de caudillos regionales tales como Ignacio Pesqueira en Sonora y Luis Terrazas en Chihuhua. Las repercusiones de esta doble transformación de la zona fronteriza golpearon en primera instancia a las mismas gentes que más habían contribuido a hacer de la frontera una región habitable u eran su producto singular: los colonizadores militares. A mediados del s. XVIII la corona española había fundado colonias militares para ahuyentar a las bandas de los apaches. Los habitantes de las colonias eran privilegiados en muchos sentidos en comparación con los habitantes de las comunidades campesinas. Hacia 1885, sin embargo, los apaches habían sido derrotados y la zona fronteriza se volvió más tranquila. Después de que los primeros ferrocarriles enlazaron al norte de México con las regiones centrales del país y con los EU en 1885, el creciente valor de la tierra de los campesinos provocó una ola de expropiaciones. Las comunidades del norte no sólo perdieron sus tierras sino también sus preciados derechos políticos (su autonomía municipal). La pérdida de la autonomía municipal despertó casi tanta pasión como la pérdida de las tierras. Si bien el descontento campesino no alcanzó proporciones revolucionarias sino hasta 1910, las expropiación de las tierras y la supresión de sus derechos políticos precipitó levantamientos esporádicos. Las repercusiones de la transformación de la zona fronteriza afectaron también a otro grupo de campesinos, constituido por las tribus indígenas que habían logrado conservar sus tierras y cierto grado de autonomía durante el periodo colonial y el primer medio siglo de independencia. Un ejemplo claro son los Yaquis de Sonora. Estos dos grupos campesinos tradicionales –los colonos fronterizos y los indios- se encontraron, pues, indefensos ante las agresiones descaradas por parte del gobierno a finales del siglo. Los únicos aliados que pudieron encontrar antes de 1900 fueron los antiguos caudillos terratenientes. Los campesinos, sin embargo, no recibieron antes de 1900 el apoyo de ninguna clase no rural en esos estados. Esto se debió a que la transformación fronteriza tuvo más beneficios para las clases medias y para la clase obrera industrial. No fue sino hasta 1900-1910 cuando la disposición favorable de estos grupos hacia el régimen se alteró, ya que en esos diez años las inversiones extranjeras comenzaron a revelar su lado negativo (tasa de inflación altísima que produjo que los salarios de la clase media y obrera se redujeran considerablemente y la mayor vulnerabilidad al ciclo económico de EU que se manifestó en la crisis de 1907). Para las clases medias la reducción de los ingresos y el sucesivo aumento de impuestos constituían sólo dos elementos de una situación social y económica en rápido proceso de deterioro. En 1900-1910 se redujeron dramáticamente sus oportunidades de ascenso en la escala social, ya que las posiciones políticas y empleos gubernamentales cayeron bajo el control exclusivo de las oligarquías estatales. El descontento de la clase obrera industrial y de las clases medias se manifestaba en la intensificación de los sentimientos nacionalistas y en un creciente resentimiento contra los inversionistas extranjeros. En este periodo surgieron también expresiones de descontento en un grupo rural que hasta entonces había sido pasivo. Éste era el que formaban los peones de la hacienda tradicional. Pero cabe destacar que la revolución no fue impulsada principalmente por los peones ni por los peones donde las privaciones espirituales y materiales eran mayores (haciendas del sur). Como dato adicional, en términos generales, la situación de los trabajadores residentes en las haciendas del norte era mejor que la de sus análogos en el resto del país, y sin embargo sus relaciones con los hacendados eran con frecuencia mucho más conflictivas. Este antagonismo puede explicarse por el quebrantamiento de la relación patriarcal entre el peón tradicional y el hacendado. Este quebrantamiento de las relaciones patriarcales en el norte no se debió a ninguna falta de esfuerza de parte de los hacendados en mantenerlas. En primer lugar, mantener la relación patriarcal tradicional era cada vez más difícil debido al enorme crecimiento de las propiedades. En segundo lugar, esta relación había perdido gran parte de su sentido con la derrota de los apaches en 1884 (al cesar los ataques el patrón dejo de ser necesario para el peón). En tercer lugar, la relación patriarcal fue debilitada por la creciente percepción de los peones que en los ranchos de los estados vecinos de EU se pagaban mejores salarios y se ofrecían mejores condiciones de vida. Otro factor de descontento parece haberse limitado tan sólo al caso de los peones que trabajaban en las enormes haciendas de los Terrazas, en el estado de Chihuahua. Allí, a diferencia de lo ocurrido en la mayoría de las haciendas del norte, no habían desaparecido las restricciones a la libertad de movimiento de los peones, tales como la servidumbre por endeudamiento. A finales del siglo, surgió la figura del “peón moderno”, los cuales se asentaron en la zona de La Laguna en Coahuila y Durango. En esta región las condiciones de vida eran muy diferentes a la de cualquier hacienda en el norte del país, las tiendas de rayas eran distintas, los salarios más justos y se les pagaban a los trabajadores en monedas y no en vales. Pero a pesar de estas ventajas, La Laguna se convirtió en la abastecedora inagotable de tropas revolucionares durante la década de 1910-1920- El motivo fundamental de ello no fue la oposición a los terratenientes locales, sino que los peones se rebelaban junto con sus hacendados. Para 1910 había sólo un grupo mexicano que en resumidas cuentas se había beneficiado con la transformación de la zona fronteriza: la clase de los nuevos caudillos en Chihuahua y Sonora (entre ellos los Terrazas). Después de 1900, los nuevos caudillos beneficiados fueron muy importantes para el régimen de Días. Su preeminencia económica fue aparejada con la preeminencia política. Díaz dio a los nuevos caudillos un control casi ilimitado de sus estados. Los caudillos de Coahuila fueron una excepción. A diferencia de lo sucedido en Sonora y Chihuahua, en Coahuila no hubo ninguna alianza duradera entre la nueva oligarquía y el gobierno de Díaz. Tanto la oposición de Díaz a este grupo de la élite nororiental como el creciente resentimiento de éste contra Díaz pueden haber sido agravados por el creciente conflicto de dicho grupo con los intereses extranjeros. A diferencia de las familias Torres y Terrazas, la de los Madero, que era la más rica y poderosa de la región nororiental de México, jamás había cooperado armoniosamente con las compañías norteamericanas. Sin embargo, estos factores no bastarían a explicar por qué algunos de los hacendados norteños se decidieron finalmente a rebelarse. La región nororiental de México no era la única del país en donde habían surgido conflictos entre los terratenientes y el gobierno federal, también existían conflictos en el sur. Claro ejemplo Yucatán.

Características de la zona fronteriza del norte de México ¿Por qué se convirtió el norte en el baluarte de la revolución mexicana, del cuál surgieron tanto sus dirigentes como sus ejércitos victoriosos? ¿Por qué, entre todas las regiones fronterizas de reciente desarrollo en el continente americano fue la del norte de México prácticamente la única en donde tuvo lugar un victorioso movimiento revolucionario en gran escala? La respuesta a la primera pregunta esta, obviamente, ligada a la transformación económica tremendamente acelerada. Pero el norte de México, no fue la única región que sufrió semejante cambio y desajuste, también Morelos, Veracruz y Yucatán. En todas estas regiones surgieron, efectivamente, movimientos sociales que buscaban un cambio radical, aunque no al mismo tiempo. Lo que distinguió a la revolución en el norte de México a aquellos otros movimientos fue la diversidad de las clases y estratos sociales que se unieron a la revolución. La característica singular de la región del norte consistió en que importantes porciones de todas las clases sociales participaron en la revolución. Participó una clase media insatisfecha que había perdido autonomía municipal y regional. En un principio estas pérdidas se vieron compensadas por dos ventajas: una de ellas el crecimiento económico acelerado y la construcción de ferrocarriles que beneficiaron a muchos de ellos. La otra fue la introducción de lo que podríamos llamar un sistema bipartidista en algunos estados del norte. Esa misma crisis afectó a la clase obrera. La población agrícola del norte de México también presentaba una serie de características que las distinguían del resto de México. La primera era su heterogeneidad. Existían cinco grupos muy claramente delimitados en las zonas rurales del norte y dentro de ellos numerosos subgrupos. Esta población rural se componía de las tribus indígenas, los peones tradicionales, los vaqueros y un proletariado moderno semiagrícola y semindustrial. El último elemento necesario para transformar el descontento de casi todos los sectores y clases de la sociedad fronteriza en actividad revolucionaria, fue la proximidad con los EU. La transformación de la zona en una auténtica frontera hizo más que transformar a los colonos fronterizos en revolucionarios. También les dio los medios para llevar a cabo la revolución. La integración extremadamente rápida del norte de México a la estructura política del régimen de Díaz y a la economía norteamericana excluyó súbitamente a las clases medias y bajas del acceso a sus vastos recursos territoriales. Su resentimiento se intensificó por el hecho de que muchas veces no eran cultivadas sino utilizadas principalmente con fines de especulación. Estos procesos debilitaron al mismo tiempo al escaso campesinado desarrollado en el norte de México. La desaparición del campesinado libre condujo a la desaparición concomitante de una serie de instituciones democráticas que eran un producto de un siglo de evolución en la región fronteriza del norte mexicano. Estos cambios políticos afectaban a su vez a todos los pobladores, fueran o no campesinos.

La rivalidad entre Europa y los EU El régimen de Díaz no fue derrocado únicamente por las múltiples fuerzas cuya hostilidad suscitó dentro de México, sino también debido a las muy poderosas fuerzas cuya oposición despertó fuera del país: las de importantes grupos económicos en los EU. Díaz comenzó a volverse hacia las potencias europeas, invitándolas a invertir en el país. Si Díaz esperaba fortalecer su propia autoridad al desafiar la influencia norteamericana, cometió un error. Los intereses norteamericanos, al sentirse agredidos, le retiraron su apoyo y comenzaron a buscar un aliado más amable entre sus enemigos. Cabe destacar que la posición de Díaz frente a los EU no siempre había sido renuente a la colaboración. Su actitud cambió cuando se fue dando cuenta cada vez más claramente de la actitud propietaria que los hombree de negocios norteamericanos habían llegado a adoptar hacía su país. La actitud de Díaz, que ya empezaba a modificarse, fue afectada más profundamente por la victoria norteamericana en la guerra contra España en 1898, y por las múltiples intervenciones norteamericanas en Panamá, Haití y Cuba. Pero lo que más contribuyó a transformar su actitud fue el cambio operado en la naturaleza de las compañías norteamericanas que empezaron a entrar entonces en México. Éstas ya no eran empresas medianas, sino empresas muy grandes como Standard Oil. Toda la élite gobernante mexicana comenzó a contagiarse de esta alarma. Después de todo, los “científicos” nunca habían visto con buenos ojos el predominio norteamericano en la actividad inversionista. En primer lugar, porque tenían ligas tradicionales más estrechas con los círculos financieros europeos que con los norteamericanos. En segundo lugar, y esto era más importante, porque las compañías europeas, menos sólidamente establecidas, solían aceptar de mejor grado sus propuestas que las norteamericanas. En tercer lugar, y esto era lo más importante de todo, el predominio norteamericano era incompatible con el concepto que tenían los “científicos” de lo que debía ser el desarrollo económico de México. En un esfuerzo por garantizar la neutralidad e independencia del “campo de lucha” mexicano, los científicos se volvieron con diverso éxito hacia Francia, Alemania, Gran Bretaña e incluso Japón. Sin embargo, la influencia francesa en México nunca fue un contrapeso importante para la norteamericana. Las inversiones de capital francés se destinaron a la deuda pública y al resto del sistema bancario y a la industria. Pero en las áreas decisivas de ferrocarriles y materias primas la influencia francesa no tuvo mucha importancia. Se puede decir lo mismo respecto al papel económico de Alemania durante el porfiriato, con una importante diferencia. Los alemane habían invertido mucho en la deuda pública mexicana, sólo un poco en el sector de materias primas y algo más en los ferrocarriles. El único campo de la economía mexicana en el cual Alemania había incursionado en forma importante fue en el comercio. La única potencia que desafiaba directamente al predominio norteamericano en México era la Gran Bretaña. Durante algún tiempo los británicos parecieron incluso resignados a perder su influencia en México. Sin embargo, esta tendencia se invirtió hacia 1900 con el descubrimiento en México de grandes depósitos de petróleo. México se alió con la compañía Pearson Trust. Los esfuerzos de Díaz se concentraron en el monopolio norteamericano de los ferrocarriles. A principios del s. XX la mayor parte de la red ferroviaria mexicana estaba en manos de dos compañías: la Standard Oil y la casa bancaria norteamericana de Séller. Cada vez resultaba más evidente para el gobierno mexicano que su deseo de orientar más hacia Europa su política comercial jamás tendría éxito sino hasta que se rompiera el control norteamericano sobre los ferrocarriles. Mediante una serie de manipulaciones financieras se formó en 1907, una nueva compañía, la de Ferrocarriles Nacionales de México, obteniendo así el gobierno mexicano el control de la mayoría de las vías férreas. Con la bendición de Díaz, pero probablemente por iniciativa de Pearson Trust, Ferrocarriles Nacionales tomó entonces la mediada más antinorteamericana: canceló inmediatamente un contrato con Mexican Petroleum Company, para que la abasteciera de petróleo. El principal beneficiario del nuevo control mexicano de los ferrocarriles fue Pearson trust; la principal perdedora fue la Standard Oil. Todo esto produjo, como era de preverse, un creciente resentimiento de parte de los norteamericanos.
La debilidad del ejército mexicano Como he señalado, cabe poca duda de que Díaz y los científicos no sólo estaban conscientes del peligro potencial que representaban los EU, sino que les preocupaba muchísimo. Para Díaz, la mejor manera de limitar la influencia y evitar la intervención norteamerican en México era la penetración económica mas no militar, de Europa en su país. Se deriva, entonces, que Díaz no fortaleció el ejército, pero trató de compensar esta debilidad oponiéndole un contrapeso, estableciendo una fuerza policiaca nacional profesional y bien organizada: los rurales.

México en vísperas de la revolución La creciente oposición al régimen porfiriano que surgió a todo lo largo del espectro social después de iniciarse el s. XX, especialmente en los estados del norte, engendró movimiento de oposición a nivel nacional por primera vez desde el establecimiento de Díaz en el poder. El más radical de estos movimientos fue el Partido Liberal, encabezado por los hermanos Flores Magón (se pronunció por el derrocamiento de Díaz). Lo mismo puede afirmarse del Partido Democrático. A diferencia del Partido Liberal, éste no hacía ningún esfuerzo por movilizar a los campesinos y era, en lo esencial, el partido de aquellos miembros de las clases altas mexicanas que estaban fuera del poder. El surgimiento de estos partidos políticos no era el único indicio de la creciente oposición a Díaz después de 1900, cuya manifestación más dramática fueron dos huelgas, una en Río Blanco (no aceptaban las nuevas formas de control), en 1906, y la otra en Cananea (los mineros exigían el mismo pago para los trabajadores mexicanos que para los extranjeros), en 1907. Cuando la tensa situación fue exacerbada por la crisis económica, sonó la hora de la revolución. Aunque la clase trabajador fue la más afectad pro la crisis, la clase media no se libró de sus efectos. Los bancos y las dependencias estatales que se hallaban controlados por los científicos descargaron el peso de la crisis tanto sobre la clase media como sobre la clase trabajadora. Los bancos cancelaron los préstamos pendientes y concedieron créditos a las compañías de propiedad oligárquica. Lo que agravaba la crisis en los estados del norte era el regreso de miles de trabajadores mexicanos que habían sido despedidos de sus empleos en los EU. Además de la crisis económica, existió una crisis internacional provocada por la recepción de expresidente de Nicaragua que había sido derrocado por los EU y la negativa de Díaz a prorrogar el contrato de arrendamiento de una estación abastecedora de carbón para la Marina norteamericana en B.C. La crisis política era el resultado de la sostenida renuncia de Díaz a nombras a un sucesor. Para la elección de 1910, el más importante de los nuevos grupos que surgieron en ese momento fue el Partido Antireeleccionista, encabezado por Madero. Francisco I. Madero se convirtió en una figura pública en 1909, cuando publicó un libro sobre el tema de la sucesión presidencial. El libro de Madero era más que un análisis de la situación; era un programa que llamaba a formar un nuevo partido antireeleccionista. En 1909 el nuevo partido anunció su participación en la próxima campaña electoral y postuló a Madero como su candidato. El gobierno reprimió al partido y encarceló a Madero. Cuando Madero fue liberado huyó a los EU y reapareció unos meses más tarde con una declaración, el Plan de San Luis Potosí (el cual reflejaba los ideales de la burguesía mexicana: la ampliación del poder político, la introducción de la democracia y la limitación de los derechos de los extranjeros). En su plan, Madero, declaraba depuesto a Díaz y se declaraba a sí mismo como presidente provisional de México. Este suceso fue el inicio de la revolución mexicana.

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[1] El artículo sólo toca el primer periodo.
[2] La corona se enteró de los abusos en parte gracias a la denuncia realizada por el obispo de Chiapas fray Bartolomé de las Casas

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Religious Influences in Colonial Mexican Society

...indigenous religions. Catholicism became a part of everyday life for the populations of colonial Mexico and because Catholicism is a hierarchal religious tradition, it reinforced the pre-existing social class structure within the Spanish kingdom. The minorities continued to be excluded from certain aspects of society, including religious positions and education. Both of which were greatly influenced areas of colonial society by the Catholic Church. The church was deeply involved in most, if not all aspects of colonial Mexican life including influencing politics, education, and other local social issues. The Spanish conquest of the Americas was one of great expansion in more ways than one. The Spanish crown not only added new areas of the world to their kingdom but simultaneously spread Christianity throughout this New World. The Catholic Church, a powerful institution in its own right, with the dedicated word of European missionaries, the growth of the religion led to the conversion of much of the indigenous populations in the Americas. The missionaries built missions and had haciendas that created environments in which the Catholic religion was a fundamental incorporation of life, so as to convert the indigenous population. The missionaries also built schools and universities to educate the Spanish colonials. The University of Mexico was one of the first universities in colonial Mexico and provided the education needed to be a physician, a lawyer, and any other career that required...

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